TTtodo lo que está pasando con la supuesta trama corrupta del PP y las cacerías del juez Garzón y el ministro Bermejo me huele, entre otras cosas, a tabla de planchar, que es lo mismo a lo que huelen las patatas fritas. Y es que todo lo que está ocurriendo se asemeja a una patata frita, por darle una explicación científica. Dice un estudio realizado por científicos de la prestigiosa universidad británica de Leeds que el atractivo de las patatas fritas no reside ni en su forma, ni en su color, ni en su sabor. Parece ser que todo el encanto está en su aroma. Tras diversos estudios, los investigadores comprobaron que la gente se siente atraída por las patatas fritas debido al olor que desprenden y que se compone de aromas similares a los del sirope de caramelo, cacao, flores, cebolla, queso y, lo mejor de todo, tablas de planchar. Desde que he leído esto tengo fijada en la mente la imagen de los investigadores oliendo tablas de planchar y haciendo comparativas y cálculos. Coño, ¿a quién se le ocurriría buscar el olor de una patata frita en una tabla de planchar? Pero en el fondo somos así, buscamos y rebuscamos olores hasta en las tablas de planchar si hace falta para encontrar finalmente lo que queremos. Con esto quiero decir que las cosas no son lo que parecen, que si a las patatas fritas les quitas el olor te quedas con un trozo de tubérculo a secas, pero es que si al olor le quitas la patata te quedas sin nada que llevarte a la boca. Y que ni lo de la supuesta trama de corrupción del PP es como para buscarle más aromas de los precisos a una simple patata frita, ni lo de Garzón y Bermejo debe ser como para ir oliendo tantas tablas de planchar.