Con un público devoto del toreo a caballo que llenaron buena parte de los tendidos, ayer dio comienzo una feria de Badajoz muy especial. Con un cartel inmejorable de toros y toreros, sin embargo la tarde no acabó de levantar el vuelo. Fue así por dos razones: porque al encierro murubeño de Luis Terrón le faltó empuje, le faltó repetir las embestidas, bien es verdad que siendo manejable en su conjunto; también los toreros a caballo adolecieron de acierto al manejar el rejón de muerte.

Joao Moura tuvo un primer toro muy frío de salida, al que supo encelar tras clavar un único rejón. Antes probó su embestida y desistió de clavar un segundo hierro, en lo que fue una muy torera forma de probar una embestida que tenía calidad pero poco celo.

La faena cobró cuerpo sobre Castella cuando clavó con ajuste, pues parecía que eran muletazos hondos sus remates. Se recreaba el rejoneador portugués cuando encelaba y hacía ir a más a ese animal, al que sacaba de las tablas, le citaba y quebraba, para rematar de forma vistosa. Mal con el rejón de muerte, en lo que es algo crónico en este torero, sólo pudo saludar.

El cuarto fue un astado deslucido porque se defendía por arriba cuando Moura se acercaba a él. También embestía a arreones. Ahora sobre Merlín, la lidia resultó laboriosa con algún detalle suelto en alguna preparación. Lo tuvo todo que hacer el torero, pero esa faena no tuvo eco.

También tuvo poco celo de salida el primero de Hermoso de Mendoza, pero despertó cuando sintió el primer rejón. Sobre Chenel y dando al animal los terrenos que él elegía, clavó una primera banderilla en los medios al quiebro, para después seguir al sesgo. Fue ese un trasteo de cada vez más interés, con un tercer par que llegó tras una torera preparación, y concluyó con otro a dos manos y las cortas, ya haciéndolo todo el navarro. Falló con el rejón de muerte y el premio quedó en saludos.

El quinto fue un toro de acusada sosería, al que Hermoso tuvo que consentirle mucho. Ante él hubo momentos de lucimiento en dos quiebros con ajuste, en lo que fue una labor de mérito porque el burel resultó muy desrazado. Paseó una oreja.

Diego Ventura tuvo también una tarde en la que imperaron las desigualdades. Tampoco fue un modelo de bravura su primero, en el que lo mejor fueron un segundo par por lo mucho que llegó al toro y otro a dos manos. Cortó una oreja de poco calado.

Ante el sexto sacó en banderillas primero a Guaraná, un caballo espectacular de capa y muy torero. Con él protagonizó los mejores momentos de la tarde en las preparaciones y algún desplante. Siguió sobre Distinto, un equino que hace honor a su nombre cuando para encelar al toro anda para atrás. Mal ahora con el rejón, no pudo abrir la puerta grande.