TYto creo a Berlusconi . Creo que jamás ha pagado por sexo. Es más, dudo que haya pagado jamás por nada. Sólo está pagado de sí mismo. Ni siquiera creo que llegue un día en el que las pague todas juntas, porque la justicia poética sólo queda ya para las películas de Spielberg . Pero la cuestión no es esa, lo que no acaba uno de entender es qué clase de talento le hace triunfar una y otra vez en Italia. Porque el triunfo de Berlusconi es un simple exponente de una crisis general que no se circunscribe a lo financiero. Que triunfen The Beatles cuarenta años después de su separación no tiene nada de particular, porque la hoguera del talento está hecha de leños verdes y tarda mucho en consumirse; pero no me digan que no es curioso el criterio que se gastan las musas, que son unas cachondas. Si lo piensa bien, los Beatles no eran más que cuatro críos de barrio obrero, sin apenas cultura musical, que no pisaron una universidad hasta que no les hicieron doctor honoris causa. Puede que no tuvieran ni idea de casi nada de ese conocimiento que se aprende en los libros, pero donde ponían un acorde nacía un himno. Algo inexplicable y maravilloso, pero no excepcional. Lo excepcional es que un príncipe escriba alguna vez una novela, una partitura, un poema digno de ser recordado. Marco Aurelio, Salomón y Alfonso X , son apenas excepciones. Frente a ellos están Cervantes, Shaskepeare, Kafka, Pessoa, Mozart, Verdi , y The Beatles . La aristocracia del barrio. Los que nos hacen confiar en que no somos una especie echada a perder. Luego están los listillos disfrazados de talentosos que con sus paredes empapeladas de títulos y másteres nos arrastran a crisis de las que hay que salir pagando a escote. Menos Berlusconi, claro, que no paga ni por sexo.