La torre de Pisa no se moverá durante al menos los próximos 300 años. Esa es la evaluación de los técnicos que han participado en el gran proyecto de estabilización que comenzó en 1990, cuando el campanario románico de la catedral pisana se inclinaba un milímetro cada año y se anunciaba la caída para el 2040, un riesgo que ha quedado definitivamente conjurado. "Nuestras mejores expectativas se han visto confirmadas", anunció el ingeniero y geólogo Michele Jamiolkowski, responsable de la obra, en declaraciones al diario milanés Il Corriere della Sera .

La última medición de los sensores colocados bajo el prado de la llamada plaza de los Milagros, sobre el que se asienta el conjunto monumental, ha revelado que el grado de inclinación de la torre sobre su eje vertical es ahora de 3,99 metros, aproximadamente el mismo que el que existía en 1700. Un registro alentador, si se tiene en cuenta que hace apenas 15 años, durante la primera fase de la obra, la inclinación era de 4 metros y 47 centímetros.

La construcción del campanile de Pisa, un símbolo de la Italia prerrenacentista, se inició en 1173. Cinco años después, cuando se estaba levantando la tercera planta, la torre empezó a inclinarse hacia el norte debido a la fragilidad de los cimientos y la inestabilidad del subsuelo. A fin de contrarrestar la inclinación, las cuatro plantas siguientes se erigieron con un pequeño ángulo.