De directivo de Repsol a imitador en la radio. Javier Capitán decidió un día cambiar radicalmente de vida para dedicarse de lleno a las ondas, donde ha estado trabajando de forma ininterrumpida durante más de 20 años. Sacó su vena más humorística en El informal (Tele 5), un programa de éxito al que han seguido varios concursos en Telemadrid y El negociador (TVE-1). Ahora vuelve a buscar la sonrisa del telespectador en Con un par... de bromas , que emite cada viernes TVE-1 después del Telediario 2.

--¿Otro programa de bromas con cámara oculta?

--Este show es un clásico de la televisión, pero con un elemento distinto. Aquí tenemos un equipo de colaboradores con personalidades muy distintas que son los que se lanzan cada semana a realizar las bromas en la calle.

--Y viendo cómo se toma la gente las inocentadas que les gastan, ¿cree que, en general, los españoles aceptan bien las bromas?

--Sí. En estos programas sigue sorprendiéndote lo buena que es la gente y la paciencia que pueden llegar a tener, de cómo son capaces de hacer algo bastante surrealista si alguien se lo pide.

--¿Usted cree que tendría tanta paciencia?

--Como son cosas tan inesperadas, hasta que no te pasa no lo sabes. Nuestra sociedad es tan complicada y la gente es tan distinta que a lo mejor te parece hasta normal la situación que planteamos en el show.

--¿Pero usted es muy dado a gastar bromas?

--Lo cierto es que no, solo he gastado alguna telefónica cuando imitaba a algún personaje.

--Esta es su vuelta al humor después de haberse pasado a los concursos.

--Sí, pero ahora tengo un perfil distinto. Aquí soy más presentador, con menos capacidad de influir en el contenido. Antes, en las cosas que había hecho de humor estaba también en la dirección, dejaba más mi sello. Ahora me apetecía probar la faceta de presentador puro y duro, y está siendo interesante.

--Sobre todo dejó su sello en El informal. ¿Es un hándicap o una ventaja que aún le recuerden por ese programa?

--Es un motivo de satisfacción y orgullo que la gente lo recuerde. Fue un esfuerzo muy fuerte, que dejó huella en una generación de gente joven, que vio algo distinto. Poco ha habido luego que haya aguantado con ese ritmo, así que sería complicado volverlo a hacer. Fue uno de esos esfuerzos que cuando pasa ves la vorágine de trabajo en la que vivíamos.

--También está al frente de El noticiero, un informativo crítico de humor en internet. ¿Cómo es la experiencia?

--Curiosa. Los equipos y medios no tienen nada que ver con la tele tradicional, aquí tienes que cambiar el chip y la forma de trabajar es radicalmente distinta. Yo digo que es una programación artesanal en internet.

--¿Ahí está el futuro de la tele?

--Es que internet empieza a necesitar contenidos más allá de las gracias que hace la gente, más temática profesional, con más calidad de imagen. Aunque no se sabe cuándo llegará el momento en el que se generen beneficios para apostar por ello.