La vida de Robin comenzó el pasado 9 de enero y acabó, por el momento, una semana más tarde. Fue una existencia tan breve como intensa. A Robin, el ciberasesor parido por el Ministerio de Sanidad y Microsoft para que orientara a los jóvenes en materia de sexo y drogas, le preguntaron cuáles eran los métodos para saber si se estaba embarazada, si era bueno masturbarse o si el coito dolía cuando se llevaba a cabo por vez primera, y Robin, que podía insertarse como un contacto más en el Windows Messenger, casi siempre contestaba de forma errónea. Bastaron siete días para demostrar que el robot era uno de esos voluntariosos personajes cuyas buenas intenciones solo son comparables a su pertinaz incompetencia. El departamento que dirige Bernat Soria retiró entonces, a mediados de enero, al consejero por internet, decisión que ha trascendido ahora.