Cuando Lola Beccaria empezó a escribir su tercera novela se propuso describir la importancia del amor y el sexo en la vida de los seres humanos. También se planteó romper el tabú de la sexualidad infantil y narrar los efectos que en el adulto puede tener la falta de afecto sufrida en la niñez. Con todos esos objetivos la autora creó su nueva obra, Una mujer desnuda , una novela con un alto contenido erótico que escandalizará a algunos, a otros les forzará a pensar y a muchos conducirá por caminos hasta entonces nunca recorridos, pero que no dejará indiferente a nadie, como demuestra la buena acogida que ha tenido por parte de la crítica.

Una mujer desnuda , (Anagrama), es la historia de una mujer contada en primera persona y que parte de una confesión hecha pública antes de que los medios informativos se hagan eco de fragmentos escandalosos de su vida. Es una reflexión sobre el precio del afecto, sobre lo que hay que pagar para conseguirlo. La mujer en cuestión es, en la narración, ministra del Interior, aunque por lo que plantea el desarrollo de la trama ella hubiera preferido ser la titular del Ministerio del Sexo o del de Ropa Interior.

El libro relata la vida de una niña que, a falta de afecto paterno y sin una información previa válida, se lanza a la búsqueda de descubrimientos sobre el sexo, que nunca logra convertir en amor. El descubrimiento de que a veces se paga más de lo que se recibe en el juego de los sentimientos es la lección que aprende la protagonista de la tercera novela de Beccaria. El libro tiene un ritmo frenético, con descripciones minuciosas y muy descriptivas de los progresos eróticos de la niña primero, de la joven después y de las distracciones amatorias de ministra al final. Una precoz infancia le lleva a descubrir el mundo de las sensaciones a los 7 años con un patito de goma con el que juguetea en la bañera, incidente que acaba en la consulta de un médico que ayuda a la protagonista a descubrir las diferencias entre el cuerpo de un hombre y el de una mujer.

ACTO DE VALENTíA

La ministra, la mujer, se desnuda al explicar su vida en un acto de valentía porque, afirma Beccaria, "explicar la propia vida con sinceridad es mucho más difícil que quitarse la braga y el sujetador". La autora añade que, para la protagonista, el sexo es la expresión del afecto y que el verdadero mal para el ser humano es vivir sin cariño y buscar sustitutivos que pueden dar rienda suelta a lo peor que uno lleva dentro. La autora dice que ha afrontado el tema de la sexualidad infantil sin tabús y recuerda que los niños tienen sexualidad "aunque no queramos verla".