Ellas están de acuerdo que es un momento decisivo. Un día tuvieron muy claro que se irían solas de viaje y, aseguran, esa decisión fue inquebrantable. Solo o sola es un adjetivo que, a veces, asusta y casi siempre provoca incertidumbre. Si se trata de viajar sola es decir, si es una mujer la que toma la iniciativa de irse sin compañía, la decisión suele generar una ola de inquietud entre los otros: los que se quedan aquí y los que se encuentra por el camino. Lo cierto es que, en eso ellas también están de acuerdo, siempre hay un antes y un después de haber viajado sola.

Hasta hace solo 30 años las mujeres viajeras eran, como dice Ana Maria Briongos --viajera desde que en 1968 se fue a Afganistán-- "bichos raros". Hoy en día cada vez hay más mujeres que viajan solas a pesar de que ellas mismas reconocen que el mundo sigue sin estar preparado para ello. Aun así, el número de guías con consejos para mujeres viajeras --absolutamente solas-- crece cada año y ya ocupa un nicho importante en el mercado de viajes.

De Afganistán a Calculta

A parte de los consejos que se encuentran en dichas guías, las mismas mujeres son un recetario de consejos para otras que están dispuestas a emprender el viaje. El más repetido: "A donde fueras haz lo que vieras", un refrán, ya de los viejos, que sirve tanto para hombres y mujeres, pero que cualquier viajera repite hasta la saciedad. No importa si el destino escogido es un país culturalmente parecido al propio o está en las antípodas.

Desde que Briongos cogió la mochila por primera vez y se fue de viaje han pasado 40 años. Era una joven estudiante de física el día que decidió que se iría a Afganistán. Aparcó la física, se enfrentó al desasosiego de su familia y se puso en camino. No lleva la cuenta del número de veces que ha visitado un país --casi siempre del mundo musulmán del este-- sola y dice con orgullo que hasta su madre, con 86 años, la siguió hasta Calcuta.

Su casa es el museo de una viajera y, cuando está en Barcelona, el teléfono no para de repicar: invitaciones para dar conferencias, cursos, talleres y la actualización de su web, una bitácora de sus andanzas. Tras 40 años de viajes, 10 años de trabajo y vivencias en Irán y Afganistán, la publicación de libros --Negro sobre negro. Irán, cuadernos de viaje (1996), Un invierno en Kandahar (2000), La cueva de Alí Babá. Irán día a día (2002), ¡Esto es Calcuta! (2006)--, Briongos dice con sinceridad que nunca ha tenido un problema por ser mujer. "Ni me lo he planteado, quizá tiene algún inconveniente, pero tiene atractivos como la complicidad de las mujeres del lugar", dice. ¿Consejos? Respeto, flexibilidad, sensibilidad y mucha sensatez.

A Sandra Canudas la llamaban "mujer-hombre" en Papúa Nueva Guinea por viajar sola y por usar pantalones. Había decidido cambiar el rumbo de su vida y llevar a a cabo su "sueño": dar la vuelta al mundo durante un año sabático. Cuando regresó a Barcelona, ya no pudo volver a ser esa economista que ansiaba que llegaran las vacaciones y que miraba las fotos de sus viajes con nostalgia.

Igual que Briongos hizo del viajar su vida. Canudas montó una consultoría de viajes, ha publicado Manual de una vuelta al mundo (2007) y Manual para viajeras (2008) y es todo un recetario ambulante de consejos para todo el que quiera emprender un viaje. Al "a donde fueras haz lo que vieras" añade un sensato "el nivel de dificultad del viaje tiene que ser asequible y es diferente para cada uno". ¿Y si son mujeres solas? "Llevar siempre un pañuelo para la cabeza en el bolso; tener una falda larga a mano; saber a qué hora se pone el sol para que la noche no te pille desprevenida en la calle".

Berta Alarcó tiene claro que quien mejor te puede informar de cómo moverse en un país extranjero como mujer es otra mujer que haya estado ahí. Su primer viaje sola fue a Argentina. Tenía 22 años y salió con unas amigas rumbo a Brasil. Brasil atrapó a sus compañeras y ella decidió seguir su camino sola: "Siempre quise ir a Argentina y cuando decidí dejarlas en Brasil me sentí muy poderosa, fue un momento muy especial".

Llegó a Buenos Aires tras un viaje accidentado: le habían robado el dinero en el aeropuerto. Sentada en una cafetería empezaron una serie de "coincidencias" que le mostraron que había tomado la decisión correcta. La primera, encontró a una mujer que le dijo: "Hola, soy Fiona y ayudo a mujeres que viajan solas". Esa frase le cambió la manera de ver la vida: "Aprendes a decidir por ti misma".