Su presencia en la banda ya es real y el compromiso de la dirección es que además se convierta en un “miembro activo” de la agrupación musical de Monesterio – Cabeza la Vaca. Pedro Mateos, un joven invidente de Monesterio acaba de superar las pruebas de acceso y el pasado viernes se sumaba a la sección de flauta de este colectivo. Es posible aprender y tocar música siendo ciego.

No es la primera vez que la banda integra a personas con capacidades especiales. Hace unos años, la Asociación de Amigos de la Música organizó un taller específico de percusión, del que salieron un grupo de músicos, algunos de los cuales son miembros activos. “No se trata de poner a una persona para que parezca que está haciendo algo”. Todo lo contrario, explica Antonio Mimbrero, director de la banda. “Ellos, al igual que el resto de componentes realizan su labor musical y su trabajo es fundamental” para que todo funcione.

Pedro Mateos, invidente de nacimiento, posee una larga trayectoria en el mundo musical. Primero, en el conservatorio de Almendralejo y después en la Escuela de Música de Monesterio, donde se inició como alumno de piano. Su inquietud musical le llevó a indagar en la flauta travesera. En aquel momento la escuela carecía de esta especialidad y desde la dirección del centro “adaptamos el instrumento a su condición”, con el asombro de que “podría desarrollarlo perfectamente”, explica Mimbrero. Posteriormente se incorporó al aula de viento-madera. “Ha desarrollado su formación de manera adecuada, y al día de hoy”, “en parte gracias a la implicación de su profesora, Ana María Rodríguez Erenas, posee el nivel suficiente como para tocar en una formación musical”, expresa el director.

Espacio inclusivo

Está demostrado que la banda de música de Monesterio – Cabeza la Vaca es un espacio inclusivo. Esta nueva incorporación enriquece al colectivo y todos están dispuestos a aprender y a poner de su parte, para que Pedro desarrolle su pasión musical. Para ello, explica el director, “se hace fundamental su trabajo y el de su profesora en el aula de flauta, para que cuando llegue el día del ensayo no se sienta perdido”.

Pedro “tiene una memoria musical espectacular”, condición que le permite que pueda retener en su memoria una partitura “de arriba abajo”. A partir de ahí “el trabajo de grupo se hará fundamental”, concluye el director.

No es, ni será el único invidente talentoso en el mundo de la música, pero desde luego, Pedro se ha convertido en el primer ciego que se integra en una banda de música en Extremadura. Todo un ejemplo de integración con el que mostrar la importancia y el valor de la música. Un arte para el que no es necesaria la visión, pues la música no se ve, la música se siente.