Agustín Fondón es albañil y autónomo por pura vocación desde hace más de dos décadas. Su oficio le gusta "de verdad", pone el máximo cuidado en cada obra y dedica sus vacaciones a perfeccionar sus conocimientos en distintos cursos por todo el país, desde técnicas tradicionales hasta bioconstrucción. En definitiva, responde al perfil que los expertos trazan como el futuro de la Construcción. "Hay que estar formado para mantenerse en el sector", afirma, reconociendo que existe poca cualificación y que él mismo tiene problemas para contratar obreros eficaces.

Este cacereño, que ha realizado numerosas obras de nueva construcción, reformas y rehabilitaciones en la parte antigua, sabe encofrar, tabicar, lucir, alicatar, echar suelos, construir o reformar cubiertas. "No existe otra forma de hacer bien las cosas, aquí hay que controlar todo. Lo que ha pasado en el sector se venía venir, han querido que la gente se especializara en un solo oficio y cuando el trabajo escasea no pueden seguir", lamenta.

La Construcción es su pasión --además de otras como el montañismo--, pero también su forma de vida. Y en este sentido afirma que no todo el sector se ha llenado el bolsillo en tiempos de bonanza. "Los autónomos como yo, si han ganado algo, lo han hecho a costa de sus espaldas", subraya. Además, la situación no acaba de enderezarse. "El trabajo llega a temporadas, un mes no paras y al siguiente no suena el teléfono. Por eso hacer las cosas bien te garantiza que al menos volverán a llamarte", confiesa.

Pero lo que peor lleva es la competencia desleal, el mercado negro de la Construcción, que todavía se lo pone más difícil a quienes luchan por el trabajo cumpliendo la normativa. "En mi opinión, para que el sector se relance es necesario que se marchen quienes no aman este oficio ni saben de él", afirma. Estos intrusos ofrecen presupuestos más bajos reduciendo la calidad de los materiales y de la ejecución de la obra, y además abusan del desconocimiento del cliente. "Es difícil competir así, y personalmente no lo hago, porque no puedo echar un garabato", recrimina. De hecho, Agustín Fondón confiesa que buena parte de los encargos que recibe desde hace dos años son arreglos de trabajos mal ejecutados por otros.