Para los extremeños del último siglo, la figura de Antonio Concha es conocida por su profundo calado filantrópico en beneficio de la población de Navalmoral de la Mata. A su fallecimiento en 1882, por decisión testamentaria, se creará la Fundación Concha, encargada de invertir los caudales de su patrocinador, en la construcción de mecanismos básicos para el progreso de los pueblos, como eran escuelas o bibliotecas, en un tiempo donde el saber y el conocimiento marchaban ajenos a gran parte de la sociedad extremeña que, ancestralmente, se encontraba huérfana de recursos para cambiar su destino. Antonio Concha contribuyó a paliar necesidades con una fundación que a día de hoy, sigue prestando sus servicios a la población morala.

Quizás sea más desconocida la relación que Antonio Concha tuvo con la capital cacereña, el lugar donde llegó siendo un mozalbete y de la que salió convertido en un potentado hombre de negocios y político de renombre nacional. Una ciudad en la que recala en 1823, desde su Plasencia natal donde había nacido en 1803. Su llegada a la capital coincide con los últimos coletazos del Trienio Liberal, que desembocaron en la toma al asalto de la villa cacereña el 17 de octubre, por las tropas liberales del Empecinado, que se saldó con fusilamientos, saqueos y destrucción de viviendas. En los años posteriores poco sabemos de la presencia de Antonio Concha en Cáceres, parece ser que vivió huido en Portugal durante un tiempo, para no ser fusilado. A partir de 1834 encontramos a Antonio Concha residiendo en la capital, en la calle Nidos Nº 6, donde comparte vivienda con el labrador cacereño Alonso Cid, ambos solteros. En esa época es un simple escribiente de la Audiencia Territorial, que se va a iniciar en la política local y en el mundo de los negocios, primero como socio de la Agencia General de Negocios y posteriormente como propietario de la Imprenta Concha, situada en el Palacio de la Isla, cuya propietaria, Mª Justa de Ussel y Marín, mujer noble de cuna y liberal en sus ideas, prestará la protección necesaria para que Antonio Concha pueda conseguir gloria y pecunio que le habían de permitir dedicarse a una de sus vocaciones, la política.

Para los coetáneos de Antonio Concha, especialmente para Publio Hurtado, se trata de un hombre de su tiempo, que supo sacar partido a sus relaciones con el liberalismo de la época, de cuyas ideas participaba. A partir de 1850, lo encontramos como concejal del Ayuntamiento de Cáceres y en 1854 consigue un escaño como diputado a Cortes por el distrito de Navalmoral, un cargo que le permitirá situarse en primer plano de la política provincial y regional. De forma paralela consigue amasar cierta fortuna, derivada principalmente de la adquisición de bienes desamortizados. Su último cargo en la capital será la de regidor municipal durante un corto periodo de tiempo, entre abril y agosto de 1873, siendo el primer alcalde republicano de Cáceres. Poco después se instala definitivamente en Navalmoral, donde pasa sus últimos años de vida, hasta su fallecimiento en 1882.