Cáceres pedirá la Medalla de Extremadura para el colegio San Antonio por sus cien años de historia. La Junta de Gobierno Local acordó este viernes que la corporación municipal se sumará a la propuesta para que el centro reciba la máxima distinción que otorga la región en el año en el que celebra el centenario de su fundación. 

De esta forma lo hizo público el portavoz el equipo de gobierno, Andrés Licerán, que justificó el respaldo unánime a la iniciativa en la amplia trayectoria, la reputación y la trascendencia de la institución en la vida de generaciones de cacereños. «Este centro ha sido y es un referente para nuestra ciudad, por sus aulas han pasado miles de jóvenes y además ha colaborado con este ayuntamiento cada vez que se les ha pedido. Es un referente educativo y deportivo en Cáceres que creemos que es merecedor de esta distinción», puso de manifiesto el edil.

Alumnos de las clases de Educación Física en los años 60. ARCHIVO COLEGIO SAN ANTONIO DE PADUA

Este anuncio fue acogido con gran satisfacción por parte del centro. En declaraciones a este diario, su directora, Sonia Martín, subrayó el «honor» y el «prestigio» que supone para el colegio recibir el apoyo de la corporación cacereña. Resaltó también que este anuncio es resultado y «mérito» de toda la comunidad educativa a lo largo del siglo de existencia, tanto a la orden franciscana que fundó la  institución educativa, el profesorado y el alumnado en estos años.

De Margallo a la Sierrilla

El colegio arrancó su andadura oficial en febrero de 1921 con tan solo seis alumnos. Recuerda José Antonio Recuero, profesor en el centro durante 40 años y autor del libro recopilatorio ‘San Antonio de Padua, un colegio centenario’ , que la orden franciscana asentó su sede primigenia en Santo Domingo. Más tarde, con la intercesión de las famililas Montenegro y Trespalacios se habilitó un solar en el que el centro construyó las que fueron sus instalaciones durante gran parte de su historia, 80 años --ahora en su lugar se encuentra el hotel Don Manuel--. En 2003 se trasladó a olivar de Santa Fe en La Sierrilla a una instalaciones renovadas. Durante décadas, por sus aulas han pasado miles de cacereños y el colegio se ha erigido emblema deportivo en lo relativo al baloncesto. De hecho, se ha convertido en cantera de profesionales con renombre nacional e internacional. En lo relativo a los docentes en este siglo, destaca entre otros la figura del sacerdote franciscano padre Pacífico, nombrado hijo adoptivo de la ciudad.