Hace 21 meses, el 27 de diciembre de 2019, el entonces obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro Chaves, fue nombrado por el Papa nuevo arzobispo de la Archidiócesis de Toledo en sustitución de Braulio Rodríguez. Durante los meses de enero y febrero se fue despidiendo de los distintos colectivos con los que había trabajado más estrechamente, y el 29 de febrero de 2020 tuvo lugar su toma de posesión en la Catedral Primada de España. De aquel proceso se cumplen prácticamente veinte meses, los mismos que la diócesis cacereña está en sede vacante, es decir, sin su administrador apostólico, sin su pastor.

Coria-Cáceres ya es la segunda diócesis que más tiempo lleva aguardando el nombramiento de su nuevo obispo, solo por detrás de Ciudad Rodrigo, que va camino de tres años. En esta misma situación se encuentran otras cinco diócesis, todas posteriores: Ibiza, desde enero de 2020; Calahorra y La Calzada-Logroño, desde octubre de 2020; Tarrasa, desde abril de 2021; el Arzobispado Castrense de España, desde enero de 2021; y recientemente Solsona, tras la polémica marcha de su obispo. Este mismo verano se han cubierto dos sedes vacantes que llevaban menos tiempo esperando que Coria-Cáceres, en concreto la de Mondoñedo-Ferrol, y la de Teruel y Albarracín.

"El proceso sigue abierto"

El nuncio apostólico, Bernardito Auza, que representa al Papa en España, tiene la misión de encontrar el mejor obispo para cada uno de estos destinos. Es el responsable del proceso de elección de los administradores apostólicos de las 70 diócesis españolas, y ello porque estos cargos son nombrados de manera directa por el Pontífice. En la Diócesis de Coria-Cáceres no se pronunciarán sobre el tema hasta que haya «noticias certeras». No se comentan rumores ni candidatos. «El proceso sigue abierto», han respondido a este rotativo en los últimos días, facilitando, eso sí, toda la información sobre el significado de una sede vacante y los trámites que se siguen en el nombramiento de nuevos obispos.

"Ciudad Rodrigo, Ibiza, Calahorra, Tarrasa y Solsona se encuentran en la misma situación"

Lo cierto es que toda diócesis necesita su pastor porque se mantiene en una especie de ‘impasse’ mientras llega el nombramiento. De hecho, tras la toma de posesión de Francisco Cerro en Toledo, el Colegio de Consultores tomó el gobierno de Coria-Cáceres hasta que, el 1 de marzo de 2020, eligió como administrador diocesano (figura que sustituye temporalmente a un obispo) al sacerdote Diego Zambrano, que cumplía los requisitos exigidos.

Uno de ellos fue destacar por su «doctrina y prudencia», de lo que efectivamente ha dado buena fe desde el momento en que fue designado. Hasta entonces vicario general, y profesor de Derecho Canónico en el Seminario, además de juez diocesano, Diego Zambrano tiene como administrador la misma potestad del obispo, exceptuando algunas cuestiones marcadas por el derecho canónico. Por ejemplo no puede administrar las Sagradas Órdenes (lo hace un obispo llegado el caso). Tampoco puede consagrar el Crisma.

"El nuncio prepara un dossier y lo envía a la Congregación de los Obispos, que plantea al Papa varios nombres"

Hasta hoy, su labor ha sido realmente valorada y elogiada por parte de muchas personas vinculadas a la Iglesia. Ha dado muestras de organización, moderación, sensatez y discreción. «Ofrece una atención directa e inmediata, en nuestro caso cubre todas las necesidades y estamos en permanente contacto. Nos gustaría tener un obispo cuanto antes, pero la labor del administrador diocesano es muy satisfactoria, nos sentimos arropados», explica el presidente de la Unión de Cofradías Penitenciales de Cáceres, Santos Benítez, que además destaca su trabajo en plena pandemia. «Ha orientado y acompañado a la comunidad en momentos realmente complicados», subraya.

Espera sin cambios

No obstante, la diócesis se mantiene en un proceso de continuidad y «en espera» del nuevo pastor. Esto significa que, en sede vacante, el administrador no ha de causar perjuicio a la misma y «nada debe innovarse». «Es decir, que no deben producirse cambios significativos o de calado en el normal funcionamiento de la diócesis, tanto a nivel de gestión como de pastoral», recoge la página web de Coria-Cáceres, siguiendo la disciplina de la Iglesia.

De ahí la importancia de que Roma decida antes que tarde el nombramiento del nuevo obispo, que por el momento no ha trascendido. Aunque si alguien es capaz de guardar un secreto, y sorprender de un día para otro, es sin ninguna duda la Iglesia. 

Así es el proceso para el nombramiento del prelado

El responsable de nombrar a los obispos es el Papa, una tarea que recae sobre todo en el nuncio. Éste puede solicitar a un número considerable de cristianos de la diócesis en sede vacante y de otras (sacerdotes, consagrados, laicos y también obispos) diversos informes sobre por ejemplo la situación de la iglesia particular, el perfil del obispo que necesita, posibles nombres de candidatos o detalles concretos sobre algún nombre o nombres que ya hayan sido propuestos.

Con toda esa información, según informa la Diócesis de Coria-Cáceres, el nuncio de su Santidad prepara un completo dossier y lo envía a la Santa Sede, a la Congregación de los Obispos. Allí, se estudia el material y se proponen al Papa varios nombres. Es el Pontífice quien elige al candidato más idóneo, cuya decisión comunica al nuncio, que a su vez lo transmite al candidato y solicita su debido consentimiento. Pasados unos días se comunica a la diócesis respectiva y se hace público a toda la comunidad y a los medios de comunicación.

Si el elegido es un sacerdote, se celebra su ordenación episcopal por otro obispo, que le impondrá las manos junto con, al menos, otros tres obispos como signo de la universalidad de la Iglesia y de su misión episcopal. También se leen públicamente la Bula del Nombramiento firmada por el Papa, y se le entregan los signos del obispo: el anillo, porque se desposa con la diócesis; el báculo, porque es pastor; el solideo, porque solo se debe a Dios; y la mitra, porque es maestro de la fe.