Si de algo puede presumir el artista Fermín Solís (Madroñera, 1972) es de no haberse bajado del escenario durante todo el año. Lo que ha sido una etapa de incertidumbre para muchos debido a la pandemia se ha convertido en una de las épocas más creativas para el cacereño. Tras haber recorrido las ferias literarias con Medea a la deriva, el ganador del Goya por su Buñuel en el laberinto de las tortugas publica su primera incursión en la novela con Algún día dejaremos de hacer sombra (Extravertida editorial, 2021). La presentación será hoy a las 20.00 horas en la biblioteca pública y contará con la periodista Clara Paolini. 

2021 ha sido un año prolífico, arrancó con su versión de Medea y lo cierra con nueva publicación.

Ha coincidido. El año pasado las publicaciones se retrasaron, Medea, el Pico de la Cigüeña, y ahora se ha juntado todo.

Y además se embarca en la novela, ¿cómo ha dado el paso? 

Ha sido un paso lógico. Yo siempre he escrito pero me apoyaba en el dibujo para contar historias. Cuando llevaba veinte años dibujando, necesitaba tirar más de las palabras. Empecé a escribir una idea que tenía en mente y lo disfrutaba como a la hora de dibujar. 

En sus historias gráficas hace mención a su álter ego Martín Mostaza, ¿es el personaje de su novela Matías Hudson otra especie de dualidad?

No demasiado. No tiene nada que ver, es muy diferente, hay experiencias que siempre plasmas pero no tiene nada que ver con ese estatus ni con la aventura que emprende. 

En Medea abordaba temas como el feminismo, el ecologismo y la muerte, en esta novela habla de las amistades, de los amores, del autodescubrimiento, en definitiva de las primeras veces. 

He escrito el libro que me gustaría leer. Siempre me ha llamado la atención la literatura protagonizada por adolescentes, Rebeldes, El guardián entre el centeno, todas las que giran en torno a ese paso del mundo adolescente a la madurez, a la vida adulta. Tenía esa necesidad de contarlo para que se viera que la adolescencia tiene profundidad. 

Precisamente quizá la sociedad parte del prejuicio de pensar que la adolescencia es algo superfluo, con problemas banales y no ese cambio que moldea lo que serás como adulto. 

Es lo que pretendía reflejar en el libro. Cuando eres adolescente te sientes inferior a los otros y lo cierto es que todos son iguales que tú y se sienten tan inseguros y tienen tantos miedos como tú, eso tan complicado es lo que cuenta el protagonista, además lo hace en primera persona porque es un diario. 

Esa es otra de las particularidades del libro, que hace sentirse al lector parte de lo que siente el protagonista. 

El protagonista escribe en primera persona porque es un diario que le ha mandado que haga su profesora de lengua. Como autor, yo lo hice para darme una seguridad. Lo está escribiendo un chaval de 17 años, a través de un joven que no sabe escribir, y yo en cierta manera tampoco he escrito nunca porque esta es mi primera novela.

Para Matías este diario es un trabajo de clase creativo, ¿recuerda que en el colegio cuando era alumno le incentivaran esa creatividad o se haga ahora? 

Creo que no y cada vez menos. Yo lo veo por mis hijos, se potencia poco, está el programa educativo y no te salgas de aquí. Debería ser al contrario.