Podría decirse que Germán Tejada Donaire (Salvatierra de Santiago, Cáceres, 1958) aprendió el oficio de la orfebrería a través de la mirada curiosa de un adolescente de 15 años en el taller que regentaba su maestro cordobés Antonio Medina, en la capital cacereña. Desde ese momento, la profesión ya se había engarzado inevitablemente a su vida y en la actualidad cuenta con casi medio siglo de experiencia

Tras trabajar para otros establecimientos y seguir aprendiendo de forma autodidacta, en junio de 1995, emprendió el sueño de abrir su propio negocio (Germán Tejada Donaire, Joyeros), ubicado en la avenida de París. Hay puertas humildes que guardan un tesoro. Eso se siente al cruzar la que da paso al interior del local donde ejerce este artista.

En el área de joyería, la tienda propone una amplia gama de piezas con estilo y para todos los bolsillos. El buen gusto es el denominador común de sus colecciones. Cuenta con un eficiente taller de reparación donde lleva a cabo sus propias elaboraciones. En este sentido, es especialista en la transformación de joyas, recreando piezas muy bellas y llamativas. 

¿Qué es lo que causa tal interés de sus creaciones y arreglos? «Pues que además de piedras y metales preciosos, el material principal de mis obras es el cariño. También puedo destacar que es una ocupación que me apasiona», responde Tejada con cercanía y cordialidad a este periódico.

En el área de joyería, la tienda propone una amplia gama de piezas con mucho estilo y para todos los bolsillos

¿Es verdad que las piedras preciosas poseen cada una su propio significado? «Yo no los uso nunca, pero entiendo que habrá de todo. Son códigos que no sé quién los escribió», apunta el artesano. 

En el ámbito de la relojería, el establecimiento ofrece muy buen material. ¿Usted ve a alguien, le mira el reloj y ya se hace una idea de su personalidad? «Seguramente es un juicio un poco de aquella manera, pero sí, por supuesto que sí. Es como si ve a alguien bajarse de un coche de lujo o de otro tipo», manifiesta Germán.

Hoy en día, a pesar de que aprender este trabajo ya no resulta muy habitual, «sigue siendo igual o más interesante», asevera. «La posibilidad de plasmar una idea a través de todo un abanico de técnicas nos convierte en artistas. En España hay pocos centros que ofrecen formación en esta área», comenta Tejada.

El joyero explica que su empleo, como todos los oficios tradicionales, se ha ido adaptando a los tiempos, acercándose a nuevos clientes e introduciendo las tecnologías (@Germantejadajoyeros es su perfil en redes).

Defínase en pocas palabras. «Familia y trabajo. Y amigos, por supuesto. Me gusta tocar la guitarra, me relaja un montón», resalta mientras precisa que entre sus canciones favoritas está la de ‘Peces de ciudad’ de Joaquín Sabina. Fiel seguidor del Atleti, de igual modo pertenece al Coro Rociero de Cáceres. Todo un polifacético Germán, el hombre que salva y cura a cientos de piezas de joyería