Hoy comienza el viaje de cuatro días que una delegación extremeña encabezada por el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, y la presidenta de la Asamblea, Blanca Martín, realiza a Nepal para seguir estrechando lazos que avancen en la construcción en la capital del mayor centro budista de Europa. Horas antes de tomar el avión, Salaya habla de esta iniciativa y asegura que en el plazo de dos años las máquinas estarán en el cerro Arropé, a los pies del Cefot, para iniciar la obra cifrada en 40 millones de euros que saldrán de capital birmano.

Este es el segundo viaje que se realiza a Nepal (el primero tuvo lugar en el mes de enero anterior a la pandemia). Salaya recordó ayer que aquella primera incursión sirvió para convencer a los nepalíes de «los beneficios que les iba a traer estar en una ciudad con o la nuestra». En esta ocasión participa una delegación multinivel con empresarios y representantes de instituciones públicas.

«Se trabaja en tres dimensiones. La primera se refiere a la representación política mediante reuniones con la presidenta de Nepal, el presidente del parlamento y varios ministros». En segundo término están los empresarios, encabezados por la Cámara de Comercio, a través de encuentros relacionados con el medio ambiente, la agricultura y el I+D. La cuadratura del círculo la cierra la cultura, que gira en torno a la Fundación Lumbini y todo lo que está haciendo en relación a la estatua del Gran Buda y sus réplicas en distintas zonas de Asia. Ahí se presentará la efigie que estará en las inmediaciones del aeropuerto de Lumbini.

En cuanto a la obra, Salaya recordó que en estos momentos arquitectos de Nepal y Cáceres están diseñando los suministros de la instalación (dispondrá de balsas de agua y placas solares. Será sostenible y para el funcionamiento de sus instalaciones primará el autoconsumo). Además, se está pendiente de la retirada de la zona Zepa de Arropé. «Si la retirada va bien, lo que se hará es presentar el Plan Especial en una zona sin Zepa para que sea más sencilla la intervención». Y remarcó: «Si todo va como parece, en dos años podemos estar empezando a mover tierra».

El ayuntamiento y la Junta trabajan desde prácticamente el comienzo de legislatura junto a la Fundación Lumbini Garden, presidida por el empresario José Manuel Vilanova, en esta iniciativa que albergará una estatua de Buda de 40 metros (al ir sobre una cueva llegará a 60) y que se asentará sobre Arropé, finca de titularidad municipal, donde se levantará el centro. 

Proyecto desmontable

La Fundación Lumbini presentó en julio pasado un proyecto para la creación en el cerro Arropé de un centro de interpretación sobre el templo budista, una especie de recreación provisional y desmontable, que finalmente se ha desestimado. Lo llamativo de esa intervención, bautizada con el nombre de Lantern Park, era que sustituía el Buda de 40 metros por una linterna gigante en la que se hubieran podido recrear imágenes de ese Buda, de Cáceres y del proyecto en general.

La linterna que sustituía al Buda gigante. EL PERIÓDICO

Ayer, el alcalde confirmó esta información y dijo: «Dentro de que es un proyecto muy dinámico y muy vivo, esta es una de las opciones que se estuvieron barajando». Salaya apuntó que lo planteó la Fundación Lumbini «en el plano teórico», advirtiendo: «Es solo una maqueta, ni siquiera se ha registrado nada en el ayuntamiento».

El regidor remarcó que se barajaban «instalaciones temporales, una especie de museo temporal, un centro de interpretación del proyecto instalado en el propio Arropé. La idea era levantarlo de forma rápida para que en el periodo de dos años hasta que se aprobara el Plan Especial, se estuviera exponiendo y dando a conocer el templo budista al mundo».

Recreación del centro de interpretación. EL PERIÓDICO

Lo que sucede es que los técnicos «avisaron de que incluso para esta instalación temporal se precisaría un Plan Especial, y por tanto, no merecería la pena».

Finalmente el mandatario municipal precisó que esa iniciativa «es cosa de la fundación y no llegará a realizarse porque todos los esfuerzos se centrarán en el proyecto original». Este era, insistió Salaya, «un proyecto supletorio»