El Bar Juanes (ubicado en la calle León Leal) es una taberna de toda la vida, capaz de proponer ricos aperitivos que sorprenden por su variedad y colorido, pues escapan a esa regla de tres del sota, caballo y rey habituales y su dueño Juan González Solís se lo trabaja finamente, rascando el culo de ollas y sartenes para extraer de ellas verdaderos manjares como prueba de cerdo, carrilleras, rabo de toro, merluza en salsa o una variedad de fritos (calamares, rejos, boquerones…) que sacan los ojos de las órbitas de los trabajadores, vecinos del barrio y todo tipo de clientes: tortilla de patatas, salchichas, magro, huevos fritos con jamón ibérico y patatas , alitas de pollo, ensaladilla, embutidos, paella, carnes en salsa, deliciosos desayunos que suelen cantarse a viva voz, apeteciendo hacer palmas, ¡olé, arsa! Sí, hay albóndigas caseras, orejas y lo que pide el cuerpo cuando a mediodía ruge el estómago y se necesita comer bien, sin mayor pretensión. Muy bueno, abundantes raciones y platos, todo en su punto y con fundamento.

Este local es la continuación de una institución que abrió en 1984 como Marfil. De un establecimiento de hostelería que marcó una época en la capital cacereña. Su fundador fue el propietario actual, aunque durante unos años el timón del barco lo llevó su hermana Francisca y su cuñado José. Después siguió Juan con el longevo negocio, cambió el nombre y le dio otro aire. Siempre ha contado con la ayuda de sus padres, Fructuosa y Francisco.

Pura delicia de la casa. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«Es un lugar familiar, un bar al que venir a tomarse algo pero también a encontrarse con alguien, a compartir momentos y disfrutar», comenta González. Él es el presente y el futuro de esta tasca en la que llama mucho la atención un acuario de peces de colores nada más entrar. «Me gusta la cercanía con la gente y crear sinergias», manifiesta.

Juan atiende a los parroquianos con una sonrisa de oreja a oreja y con sentido del humor, los que quieran llenar su copa y pinchar algo exquisito, aquí tienen una amplia carta de vinos, cerveza fresca bien tirada y una tortilla de papas, orejas o albóndigas por la que algunos reparten tortas como panes.