el blog del cronista

La fábrica de la luz

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

En los albores de la electricidad fueron muchas las poblaciones que instalaron las conocidas como «fábricas de la luz» en los núcleos urbanos, es el caso de Cáceres que ante lo acuciante de la traída de la luz eléctrica a la ciudad, en 1896, opto por autorizar que los motores y demás aparatos necesarios para producir energía se instalasen en el viejo hospital del Sancti Espíritu, cerrado desde mediados del siglo XIX por haber sido desamortizado. Allí se emplazaran motores, calderas, conductos de agua, gasómetros, chimeneas y demás maquinaria. Una fábrica de luz en pleno centro urbano, junto a la Plaza Mayor y cercana  a la Audiencia de Extremadura.

 Inaugurada la luz eléctrica durante las ferias de mayo de 1897 y creyendo la vieja villa que de esta manera daba un paso importante en los caminos de la modernidad, un grupo de seis vecinos cuyas viviendas estaban lindantes con la nueva fábrica, como eran el abogado Juan Muñoz Chaves, el ex alcalde José Trujillo Lanuza, el encuadernador Francisco Zancada, el comerciante y ex concejal Juan Iglesias Caldito, el también ex alcalde y abogado Antonio Quirós Diez y el Oficial de la Diputación Provincial José Hernández Wright, mandan una carta al Ayuntamiento, fechada el 22 de junio de 1897, donde protestan enérgicamente por las molestias y peligros que la fabrica de la luz les origina; en primer lugar dudan de los permisos municipales que dicha fábrica tiene para poder estar instalada en ese lugar.

También se quejan de los ruidos ensordecedores que de día y de noche emiten los motores, de los gases nauseabundos y tóxicos que salen al exterior, la trepidación constante de las casas cercanas y principalmente del peligro que supone para la población un posible escape de gas o explosión de la propia fábrica que de realizarse serían los vecinos más inmediatos las principales víctimas, siendo incalculables las desgracias personales y materiales que les ocasionaría.

Ante la denuncia realizada por los ilustres vecinos de la fábrica de la luz, será el propio Ayuntamiento el que nombra una comisión de expertos que verifiquen si los riesgos manifestados existen. Para ello se cita al arquitecto municipal, Emilio Mª Rodríguez, que declina formar parte de la comisión por no entender de “aparatos de muy modernas aplicaciones”, otro de los comisionados era el Fiel Contraste de la villa y capitán de artillería , Víctor García Becerra que también renuncia por motivos personales. Quedando como únicos expertos el ingeniero de minas Torcuato Josué y el ingeniero Fiel Contraste José Sinisterra, ambos cobraran 200 pesetas al Ayuntamiento por un informe donde banalizan los peligros expuestos por los denunciantes y acaban afirmando que las posibilidades de accidente son mínimas y que “ la fábrica no ofrece peligro inminente para el vecindario”

De forma paralela la Sociedad Eléctrica de Cáceres, por medio de su gerente, Luis de Ramón y Gamboa, recaba informes, al más alto nivel, de los ingenieros Maygrot, Gasqué y Neville y solicita la presencia en Cáceres de los ingenieros de las empresas inglesas Crosley y Dawson para aclarar los posibles errores de la denuncia realizada contra la compañía cacereña de electricidad, considerando que de los más de 30.000 motores movidos por gas que existen en Europa, en ciudades como París, Niza o Madrid , nunca se dio ningún accidente ni problemas de inseguridad para el vecindario. Ante estos informes el alcalde de Cáceres decide que la fábrica tiene todas las garantías y debe seguir en el mismo local. Aunque esto no significaría el fin del conflicto. Lo peor estaba por llegar.