el ejemplo del licenciado en ciencias del deporte que logró romper barreras

Cáceres: la superación del 'profe' de gimnasia

Nacho Cerro sufrió un accidente que le causó una discapacidad, pero no le arrebató su sueño

Nacho Cerro, se muestra firme con sus bastones, en el paseo de Cánovas.

Nacho Cerro, se muestra firme con sus bastones, en el paseo de Cánovas. / Sergio Vela

A José Ignacio Cerro Díaz le sobra entusiasmo, voluntad y esfuerzo. Tiene 53 años y es profesor de Educación Física hace más de dos décadas y media. Si no fuera porque le costó algo más de trabajo que a sus compañeros estudiar la carrera de Ciencias del Deporte en la UEx y por los dos bastones que lleva, nadie diría que tiene una discapacidad en una de sus piernas desde los 26 años; el día que la vida se encargó de ofrecerle un trago amargo del cáliz cuando realizaba un ejercicio de flexibilidad con unos amigos y un desafortunado zarandeo le provocó una mielitis transversa aguda. Con el paso del tiempo le impidió volver a andar con normalidad, pero se tomó con deportividad el pronóstico que le dio el médico.

A partir de ese momento comenzó su lucha, su fortaleza a la hora de mirar de frente a la adversidad. Una batalla por conseguir la misma autonomía que tenía antes y, sobre todo, mejorar su autoestima: «Nunca estás preparado para recibir una noticia así y menos cuando te dicen que tienes una lesión de la médula espinal. Estuve dos meses ingresado en el hospital y las piernas prácticamente no las sentía, pero la condena no es estar cojo sino el sedentarismo y la falta de ilusión. Asumí que esa era la vida que me tocaba vivir y nunca me he alejado del mundo del deporte. Antes del accidente llegué a entrenar con Chema Martínez. También estudié Educación Infantil (UCM) e hice la especialidad en Educación Física», explica a El Periódico Extremadura.

Aunque le resta importancia con un discurso cargado de humildad. Nacho nació en Coria (1969), el año en que Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en pisar la superficie de la Luna. Con tan solo un año emigró a Madrid junto a su familia en busca de un futuro mejor. Apasionado del ciclismo, atletismo, fútbol, bádminton, baloncesto, voleibol... Fue uno de los primeros estudiantes con una discapacidad en cursar la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, en España y en Cáceres (lugar donde reside). Después, Cerro es de los que aprovechan todas las oportunidades que se cruzan en su camino. Las vueltas que da la vida le llevaron a dar clase en el Colegio Nazaret, Licenciados Reunidos, IES Norba Caesarina, El Brocense... hasta que consiguió sacar una plaza en el instituto Gonzalo Torrente Ballester, en Miajadas.

Sus alumnos ya no reparan en la discapacidad del ‘profe’ de gimnasia, una vez que conocen su historia. «El alumnado te da vida, te enseña muchísimo, aprendes siempre de él... Confío en los chavales y mi cercanía con ellos es tremenda. En mi cabeza no cabe que uno salga triste del cole y que no hagan ejercicio. Mi asignatura es una de las que más gustan. También es cierto que todo va un poco en función de lo que les gusta a ellos de la propia clase. Es decir, la asignatura es la que más les gusta porque salen del aula, tienen más relación con los compañeros, es en la que mejor se lo pasan… Y después, pues si eso va acompañado de cómo tú sabes organizar una clase que les gusta, en la que participen; pues ya es el éxito. O sea, si les gusta y encima disfrutan, es impagable y se te pone la piel de gallina. No siempre es fácil conseguirlo pero mi objetivo es motivarlos y que se diviertan. Intento que se lo pasen bien y que salgan de la clase contentos», indica Ignacio con una sonrisa.

Cuando uno acaba sintiéndose igual que el resto, nadie lo ve diferente. «Soy un verdadero privilegiado por trabajar en algo que me apasiona», concluye Nacho Cerro.