la mirada

La Navidad (I)

En el siglo II, en una de las catacumbas romanas, podemos contemplar el dibujo de la que es quizá la primera manifestación de un belén

Belén napolitano en la capilla del Museo de Historia de Madrid.

Belén napolitano en la capilla del Museo de Historia de Madrid. / EL PERIÓDICO

Antonio Pariente

Antonio Pariente

Es tal la importancia de la Navidad para los creyentes cristianos, que su celebración y su vivencia desborda cualquier intento de intentar expresarla en pocas palabras. Han sido tantas y tan variadas sus representaciones en todos los ámbitos del arte o de la cultura, que desborda cualquier intento de síntesis.

Por eso se me ha ocurrido hacer un acercamiento a la misma, a través de una de las manifestaciones populares que ha tenido más éxito, a saber, la elaboración o montaje del Belén.

En el siglo II, en una de las catacumbas romanas, podemos contemplar el dibujo de la que es quizá la primera manifestación de un belén: María estrecha en su pecho a un niño envuelto en pañales, frente a ellos tres personajes que visten una túnica corta, pero sin manto, y sin corona, parecen adorarle. 

Dos siglos más tarde se adopta la fecha del 25 de diciembre como la del nacimiento de Jesús, justo el mismo día en el que los romanos celebraban la festividad del sol, para conmemorar el solsticio de invierno. Es a partir del siglo VIII cuando comienzan a ser representados en las plazas públicas los sucesos del nacimiento y la resurrección de Jesús. La Iglesia criticó algunas de estas representaciones por considerarlas demasiado vulgares, ya que se incorporaban personajes que estaban fuera de lugar.

El empujón definitivo a esta tradición sucedió en la Navidad de 1.223, cuando a Francisco de Asís (con los permisos pertinentes) llevó a cabo su idea de montar el primer Belén en una gruta cercana a una ermita de un pueblo italiano, su objetivo era catequizar a los habitantes del lugar sirviéndose de las descripciones bíblicas correspondientes, las figuras eran todas reales menos el niño, que por el frio de la noche se sustituyó por una imagen. 

San Cayetano de Thiene (1.534) parece que fue el primero que tuvo la idea de las figuritas, todas ellas ataviadas con los trajes de la época, hechas en cartón piedra o madera, incluso algunas articuladas para figurar los movimientos.

El barroco desbordó las representaciones de los belenes, auténticas obras de arte salieron de la mano de artistas reconocidos del momento. Carlos III (s. XVIII) rey de Nápoles, fue un entusiasta de esta tradición y la introdujo en España. Su expansión posterior ha sido imparable, no hay rincón donde no exista.

Nos lo podemos creer o no, pero la reunión familiar en torno a esta representación es algo entrañable para muchos de nosotros. 

¡Feliz Navidad!

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS