Catovi que te vi

¿Conoces Dolores dame Colores? Este es el bar ‘instragramer’ de Cáceres

Araceli Ávila desembarca en la calle Donoso Cortés, a dos pasos de Pizarro, para darle más brío a la movida. Su local ya arrasa en Instagram gracias a su camino de las baldosas amarillas

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

La calle Donoso Cortés, a un paso de Pizarro, tiene ahora una oferta irrenunciable que ya solo con su nombre rompe los corazones de lo bonito que es: ‘Dolores dame colores’, el bar que ha abierto Araceli Ávila Tejero y que ha vuelto a poner de moda al Mago de Oz y a Alicia en el País de las Maravillas con su famoso camino de las baldosas amarillas.

Araceli es una todo terreno que ha trabajado en el sector del comercio, ha sido relaciones públicas de varias discotecas de Cáceres y durante nueve años ha estado ligada al restaurante La Minerva. «Este bar es muy yo; eso me dice toda la gente», cuenta sin esconder esa sonrisa marcada por la ilusión de los comienzos.

El local abre de miércoles a domingo desde las seis de la tarde y en él su propietaria quiere transmitir el punto positivo, el color y la fantasía que hay que sacarle a la vida. Ofrece bebidas personalizadas, con aderezos, licores extremeños, cerveza de la tierra... Aunque lo que realmente lo convierte en distintivo son los disfraces que la gente utiliza luego para compartirlo en instagram, convirtiendo así a ‘Dolores dame colores’ en el bar instagramer por excelencia de la capital cacereña.

Y es que esta ha sido una ciudad muy de bares. Más arriba del local de Araceli estuvo lo que hoy es La Escondida, que antes fue El Bulevar, y cuyos orígenes se remontan a 1920, cuando Lesmes y la señora Gabriela abrieron, enfrente del antiguo edificio de Correos, una tasca de aquellas en las que te servían los chatos de vino, hasta que en los años 40 Lucinio Galán, un hombre de Montánchez que era sargento y al que no le gustaba la vida militar, llegó a Cáceres con su familia para probar suerte en el negocio de la hostelería.

Así comenzó la historia del Bar Luciano, un bar pequeñito que tenía un vino y un jamón exquisito de Montánchez. Abajo estaba el bar, con una escalera al fondo que se comunicaba con la vivienda de los Galán, que estaba arriba, donde se preparaban los pinchos. Su local era de la época de Eustaquio, de Rey... Logró una estupenda clientela y el suyo se convirtió en uno de los bares más conocidos.

Lo frecuentaban Tino Acha, Juan García (el cartero poeta), Javier Herreros de Tejada, Juan Bravo, que trabajaba en Hacienda, Benedicto Arias, el de la Casa Grande, los jugadores del Cacereño que hacían el calentamiento cada domingo antes del partido, ¡ah! y Eduardito, mítico conserje del ayuntamiento que imitaba a la perfección el sonido de la trompeta. Aquel bar fue luego La Mora Cantana, Las Meigas, La Farándula y El Bulevar.

Y es que Cáceres ha sido siempre cuna de emprendedores. Bien lo sabe Getulio Hernández Nacarino, cuya familia tuvo el famoso comercio del Requeté, en el Paseo de Cánovas, y que fue uno de los grandes referentes del empresariado local. El Requeté era como El Corte Inglés pero a lo catovi. Luego, los caminos de Nacarino se dirigieron hacia Pedroso de Acim, donde se encuentra el convento más pequeño del mundo, llamado El Palancar, que también da nombre a su restaurante, situado en un entorno mágico y que está ya en la lista de Recomendados en la Guía Michelín España.

Suscríbete para seguir leyendo