El blog del cronista

El barrio judío de Cáceres

Barrio judío, en el pasado.

Barrio judío, en el pasado. / EL PERIÓDICO

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

Continuando mis recorridos por el entramado urbano cacereño, es necesario recalar en aspectos del pasado cultural que la ciudad ha tenido en su dilatado recorrido por los caminos de la historia. Hay barrios que llevan tatuada la denominación desde su origen, sin haber alterado su nombre  durante siglos. Es el caso de la judería vieja, una parte del recinto intramuros que nos invita a conocer una etapa importante de la historia cacereña y de quienes han sido sus moradores en diferentes épocas de su pasado. 

La judería es la denominación genérica del espacio urbano donde residían los judíos en la España medieval. Cuando la judería contaba con ciertos servicios públicos como sinagoga, escuela o cementerio, se denomina aljama. La Judería Vieja o Barrio de San Antonio de la quebrada, para los cacereños de antes y de ahora el barrio judío, está situado en la parte sudeste intramuros de la ciudad monumental. Es un barrio desnivelado topográficamente, con calles escalonadas y empinadas, donde se conservan casi un centenar de antiguas viviendas construidas con muros de mampostería, donde destacan principalmente las puertas dinteladas con pequeñas molduras de adorno en forma de ménsulas. Fachadas encaladas con pequeños vanos que las abren las viviendas al exterior. Casas de una o dos plantas, cuyos patios y terrazas traseras, en algunos casos, se apoyan en el mismo perímetro amurallado. Es lo que podemos denominar una arquitectura popular que surge como contrapunto a la arquitectura monumental del resto del recinto intramuros, donde palacios y edificios religiosos representan al poder concejil y mesocrático de los cristianos frente a la minoría étnica y religiosa que representaron los judíos en la ciudad. El barrio primigenio de los judíos cacereños es un espacio urbano diferente y peculiar, de calles angostas con pequeñas casas que exhiben grandes chimeneas de ladrillo coronando sus tejados. En el interior de esta aljama hebrea se encontraba su antigua sinagoga, derribada en el siglo XV, para edificar, en parte de su solar, la actual ermita de San Antonio. Un lugar diferente dentro del conjunto monumental cacereño, que nunca dejó de estar ocupado por familias de origen humilde que han sabido conservar el viejo barrio en un estado de fosilización casi perfecta, reformando mínimamente sus casas y contribuyendo a su transmisión hasta la actualidad.

El conocido Padrón de los Judíos de la corona de Castilla conocido como el Padrón de Huete, que se realiza en 1290, establece la presencia en la judería cacereña de 125 judíos casados- que tienen casa- que pagan impuestos, una cantidad de judíos similar a otras juderías cercanas de mayor importancia de la época como era la trujillana. En la judería vieja vivió la comunidad semita hasta 1478, cuando fueron obligados a residir fuera del recinto amurallado. A pesar de ello el viejo barrio nunca perdería su denominación de origen, un hecho que  ha servido para que no se olvidase la presencia de los cientos de familias judías que lo ocuparon durante siglos  para que, actualmente, viajeros y vecinos puedan disfrutar de este entorno urbano único que identifica una parte del pasado histórico local. En este barrio se encuentra el paso al baluarte de los Pozos, donde aparte de permitir el acceso al recinto amurallado y a una de sus torres más señeras, la torre de los Pozos o torre del Gitano, con vistas espectaculares tanto al Ribera del Marco como al viejo arrabal artesano o a la Sierra de la Mosca, también  encontramos diferentes maquetas y paneles que, de forma didáctica, guían al visitante por los valores históricos y arquitectónicos de este barrio y de su primigenia comunidad judía. Aunque lo más destacable de este espacio urbano es su conjunto arquitectónico, único y peculiar. Conjunto protegido para que no se altere su fisonomía y valga como ejemplo de barrio con unas cualidades históricas y arquitectónicas que lo identifican como un ejemplo único para el patrimonio judaico español.

Pasear por sus callejuelas, en torno a la inclinada plaza de San Antonio, es un atractivo más que ofrece la ciudad monumental de Cáceres. Un barrio sencillo y acogedor que sus vecinos ornamentan con macetas y buganvillas que le aportan colores y matices que combinan a la perfección con sus contenidos arquitectónicos, donde el alivio urbano se hace presente en cada esquina o frente a cualquiera de sus fachadas. Su arquitectura desnuda y sus calles empedradas nos ponen en contacto con culturas, etnias y credos que desde este solar contribuyeron a cimentar, aun más, la riqueza histórica y arquitectónica de Cáceres. Visitar el barrio judío es un deber que podemos utilizar para comprender, en toda su amplitud, la historia de esta sorprendente ciudad. 

Hoy, la judería cacereña está presente en cuantas guías y rutas se publican sobre la historia y presencia de la comunidad hebrea en nuestro país, por lo cual Cáceres ha sido incluida como miembro de las ciudades españolas que conforman la Red de Juderías de España. Caminos de Sefarad , para la difusión del legado hebreo español. Los guías turísticos la incluyen en sus rutas intramuros, para que los viajeros se aproximen mejor al pasado histórico local, completando un relato histórico que no necesita de grandes soportes. Desde el barrio judío podemos aprender paseando por sus calles o dejándonos llevar por el ambiente de profunda calma y sosiego que se respira en una parte del espacio urbano, repleto de pasado y de presente.

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