Festival de teatro

Un Clásico con pasado, presente y futuro

La cita nació en 1990 con el propósito de convertir a Cáceres en meca del teatro y desde entonces se ha celebrado de forma consecutiva, incluso durante la pandemia. Nombres como Gemma Cuervo, Emilio Gutiérrez-Caba y Nati Mistral han pasado por sus tablas 

Nati Mistral, en San Mateo en la edición del Clásico de 1999.

Nati Mistral, en San Mateo en la edición del Clásico de 1999. / EL PERIÓDICO

Los años 90 en Cáceres supusieron una explosión creativa en todos los sentidos. La ciudad rebosaba una creatividad heredada, como en otras tantas, de la Movida ochentera, y una generación de jóvenes que decidieron quedarse en la ciudad se movilizaban para que grandes eventos llegaran para ampliar la proyección internacional de un casco histórico que tan solo años antes había sido galardonada con el título de Patrimonio de la Humanidad - en 1986 -.

Uno de los eventos que inauguraron aquella década para el recuerdo fue el festival de teatro clásico de Cáceres, que celebró en 1990 su primera edición con las miras en el festival internacional de Mérida, que ya acumulaba cuatro décadas, y una ambiciosa intención: convertir a Cáceres en lugar de peregrinación para compañías nacionales e internacionales y para los nombres propios que copaban entonces los escenarios más importantes del país.

Tan solo años más tarde, en 1992, la agenda cacereña se completó con otro de sus grandes nombres propios, el festival Womad, y además coincidió con el ascenso del Cáceres de baloncesto a la ACB. Aquella confluencia dejó una estela de una ciudad que se recuerda en plena ebullición. Desde entonces, la cita se ha marcado en el calendario de finales de la primavera, una época que enlaza, precisamente, eventos multitudinarios, desde el propio Womad hasta la feria de San Fernando, que siempre cierra mayo.

Cada junio desde hace ya 35 años, salvo la excepción de la pandemia en la que tuvo que retrasarse a septiembre, fue de las únicas citas que se libró de la cancelación aunque tuvo lugar entre estrictas medidas de seguridad, la ciudad monumental se convierte en protagonista durante unas semanas para recibir a los mejores elencos del Siglo de Oro. Durante décadas, la ciudad que ya vive concienciada con su pasado milenario, recuerda a los mejores dramaturgos y lleva sus textos a escena para un público que ya no solo se compone por cacereños sino por espectadores llegados de todo el país.

No faltan desde los inicios Molière, Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca, autores que han sido representados por todas las compañías clásicas del país. Afortunadamente, décadas después, la memoria ha hecho un trabajo de justicia histórica y ha incorporado a autoras como María de Zayas, Ana Caro o Sor Juana Inés de la Cruz. Sobre las tablas también han desfilado con asiduidad otros clásicos. Entre ellos, Rafael Álvarez El Brujo, que puede presumir de que la hemeroteca conserve crónicas de sus montajes desde la inauguración en los 90. Siempre es uno de los nombres más aplaudidos y más consolidados para los cacereños, que agotan las entradas, tanto es así, que suele duplicar los pases. Otras compañías como Morboria y Noviembre o la propia compañía nacional de teatro clásico (CNTC) han acostumbrado a cerrar sus fechas en las giras de sus montajes para Cáceres.

De aquella primera edición recuerdan las crónicas «la extraordinaria sintonía del público con la programación y ello unido al hecho de que se hayan agotado todas las entradas de casi todos los espectáculos habla un poco del acierto que se ha tenido y la gran calidad de las interpretaciones y el deseo de la gente de Cáceres ver teatro del bueno, aunque solo sea por un periodo de tiempo al año». Estas declaraciones las hizo Pepe Higuero, entonces director general de Promoción cultural de la Junta de Extremadura.

Aquel primer año reunió en el escenario de San Jorge a María Kosti, Gemma Cuervo y María José Goyanes. Concluyó, además, con anécdota, puesto que una de las compañías invitadas fue la checoslovaca Klavinsky, que interpretaba su propia versión del Quijote de la Mancha. Ocurrió que al inicio de la función, el actor que daba vida a Sancho Panza, Zdenek Korcian, sufrió un accidente tras caerse. Aguantó toda la representación y cuando acabó tuvo que ser llevado a la residencia para que le dieran unos puntos. También se produjeron quejas por parte de los actores porque solo tenían un camerino para todos y sin servicios.

Desde que nació en los noventa, la cita se planteó como escenario para promocionar a las compañías extremeñas y consolidar un tejido en las redes escénicas de la ciudad. En su primera edición ya se planteó la posibilidad de coproducir obras regionales, pero no fue hasta hace tan solo unos años que materializó esa intención y abre cada edición una convocatoria para que compañías que quieran poner en pie su montaje puedan hacerlo bajo el sello del festival Clásico. Así, la cita gana en prestigio y por otro lado, asegura que cada año subirá el telón a sus propios estrenos absolutos.

Al año siguiente volvió a celebrarse con nombres internacionales como el Russiam Ballet. Fue en Santa María donde se desplegó una grada y los 38 bailarines deslumbraron al aforo. Aitana Sánchez Gijón, Teresa Rabal y Maribel Verdú formaron parte del elenco aquel año. En el 92, Joan Manuel Serrat se subió al escenario para cantar en la plaza de Toros dentro de la programación. Paca Gabaldón compartió protagonismo aquel año sobre las tablas. En los años sucesivos, la cita fue ganando entidad entre las compañías y el público, siempre bajo el amparo de las instituciones que conformaban el actual consorcio, Junta de Extremadura, Diputación de Cáceres y Ayuntamiento de Cáceres. Deja para la posteridad a Nati Mistral interpretando a ‘La celestina’ en la edición de 1999, a Emilio Gutiérrez Caba dirigiendo una pieza basada en textos de Juan Ruiz de Alarcón y otros autores en 2018, José Luis Gil en una edición en la que las mascarillas también fueron protagonistas, Pepe Viyuela en 2022 o la más reciente, el recital que ofreció Ana Belén interpretando a Julieta de Shakespeare.

Lo cierto es que el festival ha ido combinando escenarios en función de las circunstancias, ha mantenido San Jorge y ha sumado Veletas, Santa María y una de sus grandes bazas, el Gran Teatro, un refugio para los montajes más monumentales y en caso de lluvia, una de las vicisitudes a las que también ha tenido que hacer frente. No obstante, diluvie, truene, caigan granizos o llegue una pandemia, el show continúa. Así lo hizo, lo hace y lo seguirá haciendo en el futuro.

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