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Tribuna

¿'Quo vadis', Jaraíz?

La política es la guerra por el poder en tiempos de paz. Y, en estas batallas, es fácil encontrar enemigos entre los llamados a cubrirte la espalda. La deserción de ediles del PP en el Ayuntamiento de Jaraíz es un caso ilustrativo. Porque aunque todo soldado empuña el arma bajo la premisa de defender una causa común y colectiva, en su fuero interno late el espíritu egoísta del mercenario, dispuesto a disparar al camarada para proteger sus intereses.

Con este episodio, la precaria estabilidad política en la localidad se ha roto por el lugar --quizás-- más insospechado. Parecía más probable la quiebra del gobierno municipal, que ostenta en minoría el PSOE apoyado con alfileres por IU. Este acuerdo ha estado a punto de irse al garete mil veces en los 800 días que van de legislatura. Sin embargo, la ruptura se ha producido en el PP local. Las luchas intestinas han dinamitado su unidad.

Más allá de causas y responsabilidades, la salida de los ediles Sonia Arjona, Alberto Lasso, Ovidio Fernández y Daniel Martín de la disciplina del grupo municipal --y su negativa a entregar sus actas de concejal-- dejan al PP en una tesitura difícil. En primer lugar, porque la formación pasa de tener cinco representantes en el consistorio a solo uno. Ello implica que el PP deje de ser oposición fuerte e incluso alternativa viable para formar gobierno si se fractura el acuerdo PSOE-IU. Segundo, por el daño que se hace a la imagen de la formación entre afiliados y electorado. Muchos de estos deben sentirse abochornados ante este tiroteo con acusaciones de presiones y coacciones, clientelismo político, maniobras oscuras, egos y descalificaciones. Quién sabe, incluso, qué consecuencias llegará a tener sobre los intereses electorales del PP de Extremadura --Jaraíz es un caladero que reparte casi 5.000 votos--.

Así, de cara a los próximos comicios, los populares jaraiceños tienen la compleja labor de recuperar su unidad y confianza. Todo ello con la dificultad de tener dinamitada cualquier estrategia diseñada en los últimos meses para recuperar la alcaldía --perdida por estrecho margen en 2011--.

Con ello, lo más grave de este episodio es el perjucio que se origina a los intereses del municipio. La ruptura en el grupo popular no hace otra cosa que alimentar la inestabilidad política de Jaraíz. Nutre con más inseguridad y dudas el futuro a corto y medio plazo del municipio. Más aún teniendo en cuenta la situación socieconómica y que las aguas también bajan revueltas en los otros grupos políticos con representación en el ayuntamiento. En el PSOE, por ejemplo, persiste un insondable malestar interno por la política de contratación de personal llevada a cabo por el alcalde, Bonifacio Sánchez . Además hay que recordar que el PSOE jaraiceño es fruto de la reintegración, en 2011, de la Plataforma Socialista Extremeña, una escisión del partido que hace 15 años se constituyó como formación política independiente. Aunque ahora ambas partes viajan unidas, persisten heridas y diferencias.

XA ESTOx se suma la firme y dura oposición que ejerce IU dentro del consistorio. Pese a apoyar la elección de Bonifacio Sánchez como alcalde, a través de un acuerdo de mínimos y sin entrar a ser socios de gobierno, los dos ediles de la coalición han adoptado una actitud crítica y belicosa hacia la gestión socialista desde el primer día. Desde entonces han amenazado en varias ocasiones con retirar su respaldo al edil y dar un giro político a la casa consistorial.

Por todo ello, la situación que se cierne sobre el municipio parece ensombrecerse de cara a los próximos meses. Primero porque no resulta descabellado pensar en un progresivo alejamiento entre PSOE e IU a medida que se acerquen los comicios y ambas formaciones tiendan a anteponer sus intereses electorales sobre los generales. Y segundo, por la incertidumbre sobre qué ocurrirá con un PP local que hoy aparece roto y sin saber cual será su papel de aquí a 2015: si comparsa, con un solo edil, o alternativa real, si recupera la unidad y las actas.

Con ello, al ciudadano jaraiceño solo le cabe reinterpretar el doble papel de Jesucristo y Pedro . Por un lado, dirigiéndose hacia Roma --su propio destino-- para volver a ser crucificado --con tanto desmán político--; y por otro lado, preguntándose renegado: "Quo vadis, Jaraíz?" (¿A dónde vas, Jaraíz?).

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