Las regiones fronterizas son espacios heterogéneos. Por propia definición, son lugares en donde las personas pasan de un territorio a otro y, con ellas, sus acentos y expresiones, culturas, objetos personales o de comercio. Esta circulación de gente, ideas y materiales va imprimiendo una identidad propia a las comunidades colindantes. El límite político entre Cáceres y Toledo no es, desde luego, una excepción, sino una franja que atesora un impresionante patrimonio cultural, un bonito hermanamiento. 

El Periódico Extremadura viaja hasta la bella comarca de La Jara, situada al noreste de la provincia cacereña, forma parte de una verdadera unidad geográfica, escindida administrativamente desde 1833 de las provincias de Toledo, Ciudad Real y Badajoz. Abarca los términos de Villar del Pedroso, Carrascalejo, Navatrasierra, Garvín de la Jara, Valdelacasa de Tajo, Peraleda de San Román y Talavera la Vieja. Esta última localidad fue repartida entre Bohonal de Ibor y Peraleda de San Román, con motivo de la inundación de parte de su término por las aguas del embalse de Valdecañas en 1963.

Precisamente Villar del Pedroso es un claro ejemplo de cómo se vive en la Raya de Toledo. «Los primeros registros de asentamientos en La Jara se remontan al Paleolítico Inferior y Medio, con yacimientos localizados en torno a las terrazas del Tajo que se formaron sobre la raña de Talavera la Vieja, uno de los lugares del río en su recorrido por la comarca, donde se abre para dar paso a una extensa planicie», explica con detalle Maite Orgaz, vecina de Villar del Pedroso y apasionada de la historia de su pueblo.

Maite Orgaz, vecina de Villar del Pedroso. EL PRRIÓDICO

«Villar hunde sus raíces en el siglo XI, cuando colonos de Talavera de la Reina se asientan en el arroyo Morcillo»

«Las tierras del Villar fueron transitadas en la antigüedad por antepasados vetones que dejaron como testimonio varias esculturas de toros y verracos (se encuentran ubicadas en el pueblo). Más tarde los romanos colonizaron el territorio distribuyendo sus explotaciones por el mismo dejando huella», dice.

«Villar del Pedroso hunde sus raíces en el siglo XI, cuando colonos destacados de Talavera de la Reina se asientan en las márgenes del arroyo Morcillo, en la Oliva y en el solar que ocupó la ermita de San Blas. Más tarde, en virtud de un privilegio concedido por Fernando III al Concejo de Talavera la población se fue concentrando y residiendo en alquerías próximas al sitio que hoy ocupa el pueblo cacereño, muy cerca de los arroyos Cagancha y Pedroso», cuenta Maite.

Cristina Belén Cáceres Gil es natural de Castañar de Ibor y llegó a Villar del Pedroso hace 13 años. «Desde aquí solemos ir habitualmente varias veces al mes a Puente del Arzobipo y además tiramos para Talavera, que la tenemos a media hora. Hay tiendas grandes y estamos encantados con ellos».

Cristina Belén Cáceres, vecina de Villar del Pedroso. ALBERTO MANZANO

«Solemos ir habitualmente varias veces a El Puente del Arzobipo y también tiramos para Talavera, que la tenemos a media hora»

Nos encontramos en territorio de regiones vecinas con características que hacen que sea difícil distinguir cuándo termina una y empieza la otra. Hay una historia común. Este contacto cotidiano entre extremeños y manchegos posee un claro reflejo lingüístico. La lengua va incorporando palabras del vecino y en el día a día se acomoda la manera de hablar, ya que los villaros acuden con gran frecuencia hacer la compra o a echar gasolina.

Ocurre igual en el Puente del Arzobispo o en Mohedas de la Jara. En este último pueblo toledano, sentado en un banco en la plaza del Praillo encontramos a Luis Miguel Muñoz y Jesús González. «Somos como primos hermanos», indica Muñoz. «Cuando vamos a Toledo en bastantes ocasiones nos confunden con extremeños por el habla», señala González, «y algunos tienen el corazón partío como canta Alejandro Sanz cuando se casan toledanos y cacereños», zanjan entre risas los dos. Y es que no solo existe la Raya de Portugal, también palpita con fuerza la de Toledo, que se perfila, por cierto, como destino turístico. 

Jesús González, vecino de Mohedas de la Jara. ALBERTO MANZANO

«Cuando viajamos a Toledo en muchas ocasiones ocurre que nos confunden con extremeños por el habla»

Luis Miguel Muñoz, vecino de Mohedas de la Jara. ALBERTO MANZANO

«Somos como primos hermanos. Desde Mohedas de la Jara nos movemos mucho por Extremadura»