Hoy, como tantas otras personas, he perdido a un ser querido a manos del covid-19. Hoy, a sus 55 años de edad, ha fallecido ISABEL BUENO FATELA, uno de los referentes y anclajes más importantes de mi vida.

He perdido a mi amiga y junto a mí toda Plasencia ha perdido a una gran persona y profesional, médico de familia durante algo más de 25 años, estuvo la mitad de su vida luchando contra una enfermedad degenerativa, a la que siempre dio la cara y combatió sin descanso, una enfermedad que le restó gran parte de su vitalidad y energía, pero ante la que nunca se doblegó. Incapaz de abandonar su compromiso con su profesión y vocación, tras toda una vida en el trato directo con el paciente, los últimos años tuvo que retirarse por sus problemas de salud a tareas de gestión, y desde que se inició la pandemia, ha seguido al frente de sus responsabilidades, gestionando una parte importante de la intendencia y organización de los medios y el personal necesarios para hacer frente a esta pandemia que nos asola y que nos la ha arrebatado.

Pero no sólo hemos perdido una gran profesional, también una gran esposa, madre, hija, hermana… y sobre todo una persona de ética y moral intachable, poco dada al relumbre del dinero o del poder, que siempre se mantuvo fiel a sus principios y a su vocación de servicio, ajena a los cantos de sirena del prestigio y el ascenso profesional, hormiguita luchadora y tenaz que, tras una dura y continuada batalla sin descanso por llevar una vida plena, hoy ha sucumbido ante un enemigo poderoso que no le ha dado tregua alguna.

He perdido una amiga, una hermana, un refugio seguro al que acudir en momento de tempestades. Porque si en lo profesional fue leal, cabal y coherente, en lo personal fue un ejemplo de lucha, constancia y valor, persona de gran carácter y algo tímida, no fue de amistades superfluas ni amplia vida social, pero gracias a ella, los afortunados que hemos tenido el honor de ser sus amigos, hemos disfrutado de una amistad profunda, sincera e inquebrantable, que echaremos de menos por el resto de nuestras vidas.

Adiós amiga, hoy tengo el corazón roto, pero sigo queriéndote con cada uno de sus latidos y te seguiré llevando en cada uno de mis pensamientos. Te quiero, te añoro, hasta siempre. Juana.