Aún Bob Dylan no había llamado a las puertas del cielo y en la tierra, concretamente en el Multiúsos do Sar de Santiago de Compostela, las miles de personas que se congregaban daban gracias a la patria celestial por ese año Xacobeo, concretamente el de 1999, que les había traído ese concierto. En ese mismo festival, quien les escribe, se encontró con Ismael Serrano (Madrid, 1974) que disfrutaba del éxito de su ‘Tierna y Dulce historia de amor’ (Universal, 1999) y esperaba hacer lo propio en el concierto del músico de Minnesota. Ni corta ni perezosa (nunca he sido ninguna de las dos cosas) me acerqué a él y le pregunté por qué nunca sus canciones tenían estribillo. ‘Si tienen’ me contestó tímidamente sorprendido. Y a pesar de la fama de la que ya disfrutaba, de la gente que le rodeaba, fue todo lo amable que la sorpresa le permitió. Cuando le he hecho esta entrevista ha vuelto a serlo más de veinte años después, y eso dice mucho de la persona y del artista. ‘Seremos’, su último trabajo, le muestra tal y como es: honesto, sencillo, (autoparodias incluidas) tratando de huir de esa imagen del cantautor que «tiende a ser una figura a la que se le sobrevalora su sensibilidad». Siete años después de su último trabajo Ismael Serrano nos vuelve a regalar historias que parecen obras teatrales, obras musicales, y en el que se deja acompañar por artistas como Pablo Alborán, Clara Alvarado, Litus o Ede, algo inusual en su trayectoria «a lo mejor lo ha provocado esa necesidad de establecer vínculos tras el confinamiento», asegura. ‘Seremos’ sin duda, un poco más felices después de disfrutar de este trabajo y espero, de esta entrevista. No todos los días se habla con un poeta. Pasen y lean. 

Después de siete años ya tocaba nuevo disco… 

Sí, sí. Tenía muchas ganas de sacar un disco con canciones inéditas. Y es cierto que nos han pasado muchas cosas durante todo este tiempo, todas muy inspiradoras que nos han atravesado sobremanera. Nos han llenado emociones muy diversas que necesitaban de alguna manera una canción, ¿no? 

‘Seremos’…, seremos, ¿qué?

Bueno, seremos no es poca cosa…, no sé qué seremos pero ya, proyectar hacia el futuro, hacer planes, es casi un acto de heroicidad. Yo creo que este disco es una llamada a levantar la mirada y a afrontar el futuro en un momento en el que nuestros planes se habían truncado de una u otra manera. No, yo no he sido capaz de componer canciones que hablaran explícitamente de la pandemia, pero de alguna manera lo que nos ha tocado vivir sobrevuela en las canciones. Se pretende abrir una ventana a la esperanza, y no hablar de esa vida que había quedado congelada, suspendida en el tiempo. Esa vida que se había congelado y que ahora, de alguna manera, vamos recuperando. ‘Seremos’ apela al futuro porque se trata de seguir haciendo planes y no rendirse a pesar de los pesares.

«‘Seremos’ apela al futuro porque se trata de seguir haciendo planes y no rendirse a pesar de los pesares»

¡Cuántos artistas han volcado su creatividad durante el confinamiento!, ¿necesitábamos parar?

Bueno, necesitamos parar. No sé si lo necesitábamos de esta manera, pero es verdad que parar nos ha obligado a mirarnos al espejo, y parar de una manera tan rotunda y tan dramática nos ha obligado a plantearnos que estábamos haciendo con nuestras vidas. Y la mejor forma de responder a esa pregunta a veces es a través de la música, de la literatura. Escribir canciones o escribir novelas es un ejercicio terapéutico que te ayuda a revisarte a uno mismo, a revisarnos como sociedad pero bueno, yo creo que el confinamiento ha sido algo terrible, horrible, que ojalá hubiéramos podido evitar y que además, nos ha dejado un trauma del que aún no somos conscientes. Para sobrellevar ese trauma se escriben canciones. Las cancionesse escriben para sentirse acompañado en ese cuestionamiento de la realidad, de las propias búsquedas y a día de hoy, es más necesario que nunca. Hemos sentido que era más necesario que nunca generar espacios de encuentro.

Habla de la ‘pose del cantautor’, ¿reniega de algún pecado cometido?

Sí, claro, ¡cómo no! Yo creo que el cantautor es un tipo que tiende a la solemnidad. El disco comienza con una declaración de principios y habla de que «no soy el cantautor que viene a ordenarte la vida». Creo que la sensibilidad del cantautor está sobrevalorada. Se le presupone una altura intelectual, una superioridad moral, ¿no? Y te dice lo que está bien, lo que está mal, y habla con rotundidad y se pone serio. Serio y circunspecto. Y bueno, yo he pecado de eso como como todos cuando éramos jóvenes en el sentido en que hemos creído conocer todas las respuestas, o parecer estar muy seguros de nosotros mismos. Con el paso del tiempo te vas liberando de esos prejuicios y te vas dando cuenta de que de que tienes más preguntas que respuestas. Yo soy quien soy y en mis canciones se reconocen mis principios, pero también es verdad que uno se vuelve más permeable y más flexible. Y a mí eso me parece muy, muy saludable. Yo siempre he sido muy de reconocer mis deudas en lo musical. No estoy en la vanguardia de la experimentación musical. Yo vengo de la tradición de cantautores con los que crecí pero sí, todos hemos pecado de soberbia.

«Yo creo que el cantautor es un tipo que tiende a la solemnidad»

¿Cómo eligió a los artistas que le iban a acompañar en este viaje?

A lo largo de mi carrera tengo pocas colaboraciones, quizás por mi timidez me cuesta acercarme a la gente a la que admiro, pero a veces las canciones son las que te llevan. Con eso que nos ha tocado vivir a todos nos ha empujado a escribir muchas cosas. A lo mejor lo ha provocado esa necesidad de establecer vínculos tras el confinamiento. Cuando estaba escribiendo ‘La primera que despierta’ yo veía en la melodía, en las armonías, la voz de Pablo [Alborán]. Es una voz privilegiada. Hay voces que convierten en verdad lo que dicen. Fue muy emotivo el poder grabarla con él porque de alguna manera, era reconocer la deuda que tenemos con las mujeres que han estado en nuestra vida, sobre todo nuestras madres. Todas esas mujeres sobre las que recaen, fundamentalmente, la tarea de cuidadoras. En esa canción nos acordamos de nuestras madres, de nuestras abuelas, de todas esas generaciones de mujeres que dedican su vida a los cuidados. Es una canción escrita desde el reconocimiento porque es una tarea que deberíamos repartir mejor. En el caso de Clara Alvarado y Litus (’Porque fuimos’) son gente que viene del teatro musical y me apetecía darle un carácter teatral, incluso al videoclip, a la puesta en escena…, tiene un aire como de teatro musical: la canción en sí misma y también el videoclip. Y pensé en ellos también con la fantasía de algún día poder hacer un proyecto teatral juntos. El caso de Jimena Ruiz Echazú (’Cuando llegaron ellas’) es mi compañera de vida, con la que he cantado muchas veces, y en el caso de Ede (’Cállate y baila’) me apetecía también dar espacio a una voz emergente, a una chica que podría equilibrar en una canción, que pretendía ser un diálogo, el peso de mi voz. Que le diera el brillo que finalmente se ha conseguido.

«Yo creo que el cantautor es un tipo que tiende a la solemnidad»

‘El tiempo perdido enseña a vivir’, ¿qué es lo más importante que ha aprendido?

Lo que más me ha enseñado cuál es mi lugar en el mundo y a relativizar los problemas ha sido el nacimiento de mi hija. Mi hija de siete años me ha hecho entender que yo no tengo que estar en el centro de las cosas, que es algo a lo que tendemos de manera habitual. Creo que porque vivimos en una sociedad infantilizada. El nacimiento de mi hija me ha hecho entender que hay otras cosas más importantes que tienen que ver con el compartir con los demás, los afectos y todas esas cosas, ¿no? como aquello que hablamos de no tomarse tan en serio o saberse reír de uno mismo; entender que no le puedes gustar a todo el mundo y que no tienes por qué gustarle a todo el mundo y que más importante que cualquier otra cosa es, ser coherente contigo mismo y tratar de ser buena persona.