En el principio, se llamó Trancos, porque en el principio de los tiempos, Aragorn tenía el pelo corto, el pecho ancho, vestía una capa verde y era el hombre más guapo que una niña de cinco años había visto jamás. Lo dibujó Luis Bermejo y esa fue la primera vez que escuché hablar de 'El señor de los anillos'. Luego me enteré de que no era una adaptación de los libros de Tolkien (John Ronald Reuel Tolkien), sino una versión más o menos libre de la película de animación que dirigió Ralph Bakshi en 1978.

Luego, Aragorn se transformó en uno de mis personajes favoritos de la literatura, aunque mi personaje favorito de 'El Señor de los Anillos' no sea Aragorn, sino Meriadoc Brandigamo, Merry, por encima de todos los temas.

Peter Jackson no le hizo justicia. Tampoco le hizo justicia a 'El hobbit', pero vamos a olvidarnos de eso ahora. Creo que el primer poema que me aprendí fue este:

No es oro todo lo que reluce

Ni toda la gente errante anda perdida.

A las raíces profundas no llega la escarcha; 

El viejo vigoroso no se marchita.

De las cenizas surgirá un fuego

Y una luz habitará en las sombras.

El descoronado será de nuevo rey. 

Forjarán otra vez la espada rota.

En la película, aparece en 'El retorno del rey'. Elrond y Arwen recitan la última estrofa.

Se estrenó hace veinte años y todos esperábamos escuchar esto: «No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo que querría y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece».

Ha vuelto a estrenarse: llevamos dos lunes yendo a los cines Victoria en Mérida, donde, a las siete de la tarde, podremos ver la última parte de la trilogía, remasterizada. En versión original. Esta cuestión tiene que ver con la labor callada pero efectiva que ha realizado el cineclub Fórum durante varios lustros: ellos sí que merecen unos fuegos artificiales de Gandalf

A veces, la sociedad civil comienza sus proyectos y luego se unen las empresas o las administraciones. Son pequeños gestos, pero lo cambian todo. En Mérida hay suficiente público como para que un cine se plantee proyectar películas en versión original. Y eso es importantísimo.

Nos las sabemos de memoria, pero no importa. Qué maravilloso es poder ver la trilogía veinte años después en pantalla grande, aunque cuando leo el libro el montaraz no tenga la cara de Viggo Mortensen casi llegando a los 40, sino la de Trancos, porque nunca fue Strider, sino Trancos, ese Trancos que dibujó Luis Bermejo.

Hemos crecido con elfos, hobbits y enanos salidos de la mente brillante de un señor que se reunía con Auden y con CS Lewis, de tal modo que W. H. Auden (hay que leer a Auden) quiso escribir un libro sobre él, pero Tolkien lo impidió. En 1954, dijo que ninguna ficción que hubiera leído en los últimos cinco años le había dado más alegrías que ‘La comunidad del anillo’.

Tolkien le mandó una carta una vez en la que decía: “Escribí la trilogía por satisfacción personal, llevado a ella por la escasez de literatura de ese tipo que deseaba leer (y la que había estaba a menudo sumamente adulterada). Una tarea ingente, y como dice el autor de 'Ancrene Wisse' al final de su obra: «Preferiría, Dios sea testigo de ello, echarme a andar a Roma antes que empezar esta obra otra vez». (...) Es imposible escribir una «historia» que no sea alegórica en la proporción en que «cobre vida», pues cada uno de nosotros es una alegoría, encarnada en un cuento particular e investida con las ropas del tiempo y el lugar, verdad universal y vida perdurable. (...) Intenté escribir un cuento por primera vez poco más o menos a los siete años. Era sobre un dragón. No recuerdo nada de él, salvo un hecho filológico. Mi madre no dijo nada del dragón, pero señaló que no era posible decir «un verde dragón grande», sino «un gran dragón verde». Me pregunté por qué, y me lo pregunto todavía».

Y así comenzó su pasión por el lenguaje

Y varios años después, varias décadas después, Peter Jackson rodó en Nueva Zelanda y construyó La Comarca y nos hizo amarle porque ‘El señor de los anillos’ era infancia, pero fue juventud con él y es madurez ahora. 

Crecemos con ciertas películas. Me pregunto quién se meterá en una sala de cine para ver 'Uno para todos', 'Ane', 'Invisibles', 'Nieva en Benidorm', 'Las niñas' o 'Hasta el cielo' y se enamorará: de un universo (con enanos, orcos, elfos; con naves espaciales, ewoks y wookies; de un género, de una actriz o de un actor o de una fotografía. Ha comenzado el Festival de Cine Español de Cáceres, que premiará a Marisa Paredes en la gala de los San Pancracio, el santo de la fortuna y de los afligidos por la pobreza. También estarán Isabel Coixet, Darío Grandinetti, Nathalie Poza, Gonzalo de Castro, Carolina Yuste, Loreto Mauleón y la directora de 'Las niñas', Pilar Palomero, que se ha llevado todos los premios este año. Ojalá el santo y su perejil traigan suerte para el mundo del cine, ojalá haya más salas con películas en versión original, ojalá haya mucho más público y sigan los festivales y se rueden historias y haya un hobbit que cumpla 111 años muchas veces más.