Después de Durante la nevada, Luis Roso (Moraleja, 1988) recupera a su rutilante inspector de la Policía Nacional franquista, Ernesto Trevejo, en una trepidante y vertiginosa aventura, en la que se tejen venganzas personales, rencores añejos, intereses económicos y las miserias de una España atribulada que servía de refugio para criminales nazis y en la que espías de un bando y otro proliferaban con la aquiescencia de la dictadura. Un pandemónium, como bien apostilla Trevejo al final de Todos los demonios (editorial Al Revés). Entre tanta opacidad, el escritor extremeño configura una trama fecunda en adversidades con una prosa afilada, precisa, irónica y con una refinada ambientación histórica. 

Luis Roso agasaja a Extremadura bautizando a su inspector estrella con el nombre de la pedanía de Villamiel. Trevejo no es crítico, ni revolucionario, ni superhéroe y encaja como puede en la época que le toca vivir. No es franquista, pero asume el tipo de policía que se puede ser en el franquismo. Es honrado en un régimen desleal y sazona su integridad con sarcasmo y cinismo. Un talante único para sobrevivir.

Tras ‘Durante la nevada’, su anterior novela, rescata al inspector Trevejo en una obra en la que mezcla el género negro con el de espías; en el que la trama no solo se desarrolla en Madrid, sino que hasta viaja fuera de España; en la que combina el arte, la música, la psiquiatría, el blanqueo de dinero, la guerra fría, el nazismo... Efectúa un paseo histórico en una época sórdida para España y para el mundo, ¿qué pretende despertar en el lector con un argumento con tantas ramificaciones y tan vertiginoso?

Mi única pretensión como escritor es que el lector se entretenga. Que disfrute con la obra. Si además aprende algo, pues perfecto. Intento que mis novelas tengan cierta calidad literaria y toquen algunos temas profundos porque es la única manera de satisfacer a los lectores más exigentes, pero también intento que sean novelas que se lean bien, accesibles a lectores más casuales. Yo intento abarcar a todos los tipos de lector con mis novelas. Si lo consigo o no, lo dirán ellos. 

Sus obras cuentan con mucho de imaginación, de oficio, pero también de trabajo histórico. ¿Cómo acomete esta tarea para enmarcar la trama en un contexto fiel y sin anacronismos?

Es complicado, y algún anacronismo (leve) siempre puede ocurrir. Pero esta es la cuarta novela que ambiento en el pasado, y ya uno va cogiendo el truco. Se trata de estudiar el período general a través de libros de Historia y luego ya ir en busca de detalles más concretos (como la ropa, la comida, el vocabulario) en novelas, películas, periódicos, etcétera. No hay ningún secreto, solo esfuerzo y un poco de intuición. 

¿Y con las técnicas policiales de 1960?

Las técnicas policiales en esos años eran muy rudimentarias, y están expuestas en los libros y la prensa de la época. Era la policía de una dictadura, y por tanto no dependían tanto de los protocolos policiales o la tecnología como del terror que inspiraban. Además, como el Gobierno controlaba la prensa, limitando la publicación de crímenes en periódicos y revistas como El Caso, pues era fácil llevar una investigación como les diera la gana. 

¿Ser fiel a un periodo histórico complica el desarrollo de la novela o se permite licencias literarias?

En mi caso, intento ser fiel y no tomarme licencias históricas, pero por supuesto me tomo todas las licencias literarias que quiero. Pongo a personajes ficticios en compañía de personajes, y mezclo sucesos ficticios con otros reales, pero todo ha de resultar siempre verosímil. 

 ¿Y la inclusión de personajes reales? ¿Qué fuerza le da al relato?

Le da ese punto de realismo que hace que el lector crea en la historia que está leyendo. Una novela negra o criminal tiene que estar muy pegada a la realidad de la época en que se ambienta. Si mi protagonista es un inspector de policía de Madrid, por lógica tenía que cruzarse a veces con políticos u otros personajes importantes de esa época. 

 ¿La novela negra es un buen medio para retratar la España gris y tortuosa de la época, la ponzoña de la Policía Nacional y de la Guardia Civil?

Cualquier tipo de novela es un medio para contar cómo es un período histórico. Aunque la novela negra te permite acercarte más fácilmente a esos ambientes que otro tipo de novelas. Por ejemplo, como dices, puedo hablar de los abusos policiales o de la censura de la prensa, pero no solo desde el lado de la víctima, sino desde el lado oficial y burocrático. Al final, mi protagonista forma parte de la maquinaria de la dictadura, pese a que él no sea un franquista. Está en una tesitura incómoda y compleja, y hace lo que puede por salir adelante discretamente. 

Con esta novela, ¿existe alguna pretensión de denunciar la España santuario de dirigentes nazis? 

Para mi sorpresa, era una situación bastante desconocida. Sin embargo, mi novela ha coincidido en el tiempo con algunas películas, series y documentales sobre el tema, por pura casualidad. Pero tampoco estamos descubriendo nada que no fuera ampliamente conocido en la época. Cuando hablamos de refugios de criminales nazis siempre nos viene a la cabeza Argentina, pero España no le iba a la zaga, y lo sabían en todo el mundo. Supongo que a los Estados Unidos no le convenía molestar al régimen de Franco con ese tema, porque era su aliado.  

¿Está de moda revisar esta colaboración o el papel de España con los nazis? Autores como Clara Sánchez han abordado este tema en alguna de sus novelas

No diría si hay una moda, pero sí una coincidencia en el tiempo de obras sobre el tema. Como dices, Clara Sánchez fue una de las primeras que lo abordó. Ahora hemos coincidido varias películas, series, documentales y libros... No sé si responde a que estamos más sensibles ante el auge del fascismo en Europa en estos últimos años. A la polarización de las posturas políticas y el populismo. Quién sabe. 

¿A qué detective de la literatura o del cine se parece el inspector Ernesto Trevejo?

No tiene ningún referente directo. Si acaso, por supuesto, a Philip Marlowe, que es el modelo de todos los detectives de la literatura y el cine. A quienes no se parece en absoluto es a esos detectives traumatizados y autodestructivos tan comunes en la novela negra nórdica. 

Trevejo se define como cobarde, huraño, cínico, pero quiere ser una persona diferente, aunque parece que no lo consigue porque se acomoda a la tendencia de no complicarse la vida en una España oscura y mísera. Parece que se mantiene de perfil, que no se involucra; tal vez, una tendencia de la sociedad de la época. ¿No pretende que Trevejo sea un superpolicía?

Trevejo es lo contrario a un superpolicía. Es un tipo que intenta hacer su trabajo honradamente. El problema es que trabaja para un régimen que no es honrado. Él es una buena persona que trabaja de policía en una dictadura, y lo lleva como buenamente puede, usando la ironía o el cinismo para seguir adelante. Aunque a veces siente remordimientos, se muestra inseguro... Sabe muy bien dónde está y para quién trabaja. No es ningún idealista ni un activista, aunque de vez en cuando le sale la vena comprometida y da un paso adelante para hacer lo que considera correcto, por encima de su placa. 

Su novela termina con Trevejo investigado el robo de unas palomas. ¿Corre peligro el futuro del inspector en la policía?

Nunca ha tenido mucho futuro, ya que, como él mismo afirma, no tiene padrinos dentro del Cuerpo de Policía ni dentro del aparato franquista. Se siente atrapado porque sabe que es buen detective pero que trabaja para un régimen dictatorial, y que nunca llegará más lejos de lo que ya ha llegado. 

¿Trabajará Trevejo para el tío Sam?

Los Estados Unidos y sus servicios secretos operaban en España con total impunidad durante los años del franquismo, así que es una posibilidad. Recordemos que el Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán también viajó a América y hasta fue guardaespaldas de Kennedy. No sería nada raro que los americanos quisieran «fichar» a alguien con talento como Trevejo. 

Sus novelas son (al menos a mí me lo parece) muy cinematográficas, ¿le gustaría ver a Trevejo en la gran pantalla?

A mí me encantaría, porque como dices son novelas que yo voy viendo como una película mientras escribo. Pero llevarlas a la pantalla no depende de mí. 

El verano pasado organizó el festival Gata Negra, ¿ha conseguido que Extremadura se haga un hueco en el mapa de la novela negra? ¿Habrá más ediciones?

Extremadura ya tenía un hueco importante en la novela negra española con autores como Eugenio Fuentes o Susana Martín Gijón, además de con otros extremeños de origen como Víctor del Árbol o incluso Javier Cercas. También por mí mismo, por la parte humilde que me toca. Por eso era casi una necesidad que Extremadura tuviera su festival de novela negra. Era una de las pocas regiones que no contaba con el suyo, y eso era un descrédito que no podía alargarse más tiempo, ya que los festivales de novela son una inversión de futuro que traen prestigio y turismo a las zonas donde se organizan. Yo espero que haya muchas más ediciones. Estoy dispuesto a organizar todos los festivales que haga falta. Pero no depende de mí, porque yo solo propongo, y luego dependo del apoyo de las instituciones públicas. Así que es a los ayuntamientos y diputaciones a quienes hay que pedirles que haya más ediciones de Gata Negra. 

¿Qué aporta Extremadura al género negro?

Como digo, aporta grandes autores, y también es una región donde el crimen y el misterio han tenido siempre una gran relevancia. Tenemos un lugar mágico como Las Hurdes, un crimen que marcó una época como el de Puerto Hurraco, y somos además una zona fronteriza, y como todos los lugares de frontera tenemos una historia de conflicto muy rica desde el punto de vista literario. 

He leído que le gustaría vivir de su éxito como escritor; tras cuatro novelas, ¿lo ha conseguido? ¿Se siente consagrado como autor?

No me siento consagrado como autor ni he conseguido vivir de la literatura. La literatura me ha dado muchísimos más disgustos y frustraciones que alegrías, esa es la verdad. Porque a todos los problemas que tiene cualquier persona con su vida y su trabajo diarios, yo tengo que añadir la carga que supone escribir libros y estar pendiente del mundillo literario. Supongo que si algún día llegara a vender millones de libros, cosa que dudo, podría dedicarme únicamente a la literatura y entonces estaría más cómodo. Por ahora no es así, y por eso a menudo me planteo dejar de escribir para siempre. Tengo un libro más en el horizonte, un libro que estoy a punto de terminar, y luego no tengo nada en la cabeza. Quizá deje de escribir de manera indefinida. O no, sinceramente no lo sé. Solo sé que estoy muy cansado de todo esto. Como autor tengo un nivel de exposición muy alto y resulta difícil compaginar mi trabajo (profesor de Secundaria) con escribir. No quiero dejarlo, pero es que no doy para más. Mi nueva novela, que entregaré en un mes, cuenta con una carga histórica mayor que las obras anteriores y me encuentro superado. Por cada libro que vendo, me llevo 1,5 euros y para ganar 30.000 euros al año hay que vender 10.000 libros, y es muy difícil.