La cultura que nos viene

Emerita Lvdica y las elecciones y el mulsum

Recreación de entrenamiento y táctica militar en el dique romano.

Recreación de entrenamiento y táctica militar en el dique romano. / El periódico

Adoraría, en estos momentos, ser una especie de Mary Beard para poder trazar un paralelismo entre la historia de Roma y la del resultado de las elecciones extremeñas, porque yo tengo que hablar de cultura, pero vive Dios que me he reunido con todos mis amigos (muchos de ellos periodistas, porque al final somos de lo más gremiales, todos los seres humanos) para comentar los cambios de gobierno locales, cómo vivimos esa trepidante noche electoral (yo me fui a dormir y me enteré de los resultados a las cuatro de la mañana y ya no pude conciliar el sueño) y cómo estamos organizando las agendas en torno a las ruedas de prensa de los dirigentes de los distintos partidos políticos. Alguien hay que llega tarde a un cumpleaños y cena tarta porque hay una comparecencia y esperamos que nos cuente qué ha ocurrido y cómo ha sido y analizamos y decimos, como todo el mundo: «No lo vi venir».

Charlamos, tejemos redes, nos abrazamos, pensamos en cenas romanas y en tapas romanas y en que es fiesta en Mérida y a las once de esta mañana, en el Templo de Diana, se recreará la vida cotidiana en el tiempo en que esta ciudad se transformó en capital de la Lusitania romana y saldrán las deidades a desfilar (qué religión más apasionante) y se impondrá la toga viril a los jóvenes (se hacía solo para los varones, estamos en la Mérida romana): «Me resta descubrir por qué se impone la toga de la libertad a los niños en tu día, Baco refulgente -escribía Ovidio-. Será bien porque tú pareces un niño o un joven y tu edad es intermedia entre el uno y el otro o bien porque tú eres padre y los padres encomiendan a sus hijos, sus prendas queridas, a tu cuidado y protección; o bien, porque eres líber, se echa mano también en tu nombre de un vestido de libertad se emprende el camino de una vida más libre».

Si hay un momento sobrecogedor de Emerita Lvdica es la entrada de las tropas romanas desde el puente. Cada vez hay más asociaciones: participan Legio X Gemina, Legio V Alavdae; Legio X Agusta, Lvporvm Celtiberiae Levkoni, Cruz de Mayo, Legion VII Pía Fidelis, Legio XXII Primigenia, Antiqua Clio, Recreación Multiépoca Malacitana, Guardia Pretoriana de Linares, Legio IV Macedónica, Lvcios Spicvlvs, Guardia Pretoriana de Lugo, Lvdus Bergidvm Flavivm y Steven Cockings, que es un señor individual que tiene una historia de la que tengo que enterarme algún día. Me la contaron, pero no la recuerdo. 

La perla

A las nueve de la noche, en Cáceres, se teje. Ángeles Devesa presenta ‘Vaya tela’ en el Espacio Belleartes: siempre, nos cuentan, «se ha sentido atraída por el mundo de los tejidos y bordados; entre otros aspectos, debido a la sensación visual y táctil que producen los materiales y las superficies texturizadas a la hora de trabajarlos, la lenta meditación que conlleva el crear patrones estéticos con aguja e hilo, así como la sensación de control que otorga el trabajo cuando éste es realizado a mano». Lo considera (y es, añado) «un proceso lento». Ha viajado por todo el mundo descubriendo textiles y bordados de otras culturas, ha estudiado el arte asiático y africano y ahora presenta esta muestra sobre uno de los artes más antiguos y más complejos de la humanidad

Hay pocas fiestas que uno haya visto nacer. Esas Emeritas Lvdicas pasadas por agua, con ese Miguel Alba en la puerta de la alcazaba una tarde que caían chuzos de punta. Ese buscar túnicas para vestirnos de romanas. Esa Pilar Caldera diciéndome: «Tienes que ir de lupa», porque señora rotunda, señora que tiene que ir de lupa. 

Cuando ves nacer algo y participas de ese algo, lo defiendes. 

El día que quedamos para hablar del resultado electoral bebimos mulsum. Miguel Alba, por cierto, fue la primera persona que me lo dio a probar. En la primera Emerita Lvdica. 

El muslum era muy popular entre los griegos y romanos de clase alta (de la clase baja nos llegan siempre pocas cosas porque la historia de los obreros y de los pobres no la escribe nadie). Como el vino no era especialmente bueno, se aderezaba con especias. Lleva miel (con lo cual la graduación del alcohol aumenta y, por cierto, por lo visto es mejor la de tomillo), lleva pimienta, muchos le ponen canela y no estamos de acuerdo en cuál es la receta real porque, señores, las recetas reales no existen: miren ustedes el gazpacho. O la tortilla de patatas, que, por cierto, es sin cebolla. Cuando es con cebolla se llama «tortilla de patatas con cebolla». Lo de la tortilla de patatas y la cebolla es uno de los misterios de mi vida: adoro la tortilla de patatas, adoro la cebolla, si una receta pide media cebolla, yo le echaré dos, pero no me des una tortilla de patatas con cebolla, que no la quiero. Supongo que porque mi madre las hacía sin cebolla y es el sabor de mi costumbre. Hay sabores de la costumbre de uno y fiestas de la costumbre de uno aunque no sean de larga tradición y solo lleven trece años. Algún día, cuando cumpla 25, diremos: «yo la vi nacer».

Pero yo hablaba del vino. Del mulsum que Horacio, Séneca y Propercio definían como un remedio verdadero contra las cuitas del espíritu o las carnales, quién sabe acá. El mulsum que hacen los amigos y que te bebes mientras os planteáis todas las posibilidades de los gobiernos de los próximos cuatro años, porque los gobiernos de una región y de un país definen de veras las vidas de las gente. Sobre todo en las vidas de los más débiles. Personas mayores, personas jóvenes con hijos que no salen de un hospital, enfermos terminales, personas discapacitadas, mujeres de todo tipo (pero, especialmente, mujeres trans, lesbianas, bisexuales y racializadas), hombres gays y bisexuales y trans, personas intersexuales, no binarias, queer. Todos esos adjetivos que cuelgan, en fin, de las identidades de muchas personas a las que quiero.

Bebemos mulsum y cruzamos dedos. Se nos están quedando blancos los nudillos. 

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