Novedad editorial

María Tena o la vitalidad por encima de todo, incluso de la muerte

Con 25 años le diagnosticaron un cáncer al parecer incurable y aquí está ella con 70, recién jubilada como directora de la colección Contemporánea de Alba, donde ha ensartado un rosario de joyas firmadas por Joyce Carol Oates, John Updike, Sebastian Barry o Hannah Kent

La escritora, editora y gestora cultural María Tena, en la +Bernat.

La escritora, editora y gestora cultural María Tena, en la +Bernat.

Elena Hevia

María Tena llega con su muleta a la presentación de su sexta novela‘La vida al borde’ (Alba), pero para ella no es un instrumento para sostenerse sino para impulsarse. Lo hace en la librería +Bernat de Barcelona con humor y dinamismo. Como el que hace gala en su libro que hunde el escalpelo en el día a día de un hospital desde el punto de vista de una paciente, enferma de cáncer, esposa desilusionada y madre, para llegar a la conclusión de que la vida es un esplendor fugaz, que no hay más que esto y hay que disfrutarlo a fondo, porque aquí estamos. Lo sabe bien Tena. Con 25 años le diagnosticaron un cáncer al parecer incurable y aquí está ella con 70, recién jubilada como directora de la colección Contemporánea de Alba, donde ha ensartado un rosario de joyas firmadas por Joyce Carol Oates, John Updike, Sebastian Barry o Hannah Kent. Pero ahí no se detiene su currículo. Ha ocupado cargos en la administración, entre otros, la dirección de los centros del Libro y la Lectura y de las Letras españolas y fue comisaria en Expo de Shanghái. No contenta con eso, a los 50 años, separada de su tercera pareja, se lanzó a la literatura.  

Oficia el acto, ante las risas de los asistentes contagiados por la vitalidad de la autora, Álex Sàlmon, asombrado por frases de Tena como: “así es la vida, te dicen que te vas a morir y a la vez sientes que eres muy feliz”. Esa plenitud a contracorriente la resume bien la cita de apertura Roberto Bolaño: “Follar es lo único que desean los enfermos, los heridos graves, los suicidas… el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos”. Tena, divertida no da detalles, pero sí explica que en uno de sus internamientos juveniles se enamoró de un médico, “pero la cosa no progresó, era un lío muy grande y él se marchó”. 

La fortuna, o no, de saber

Tiene más ejemplos. Como cuando se trasladó a Estados Unidos para consultar a un médico. Le dijo que le quedaba una semana de vida y que era muy afortunada por saber eso. Lo cuenta en medio de risas, con una pasmosa intrascendencia. Por suerte, otro especialista la redirigió al Hospital Gregorio Marañón con otro pronóstico, este sí, feliz, pero de verdad.

No es 'La vida al borde una novela estrictamente autobiográfica, aunque haya vertido en ella mucho de sí misma, la pierna perdida de Tomás, otro personaje importante, por ejemplo. También está la sensación que podríamos llamar estilo ‘Montaña mágica’, pero algo más ligero: entrar en una institución, establecer vínculos y no querer marcharte de ese microcosmos. “Las personas con las que convivimos son las que construyen nuestra casa”, escribe Teresa, la protagonista. 

Los recuerdos de la autora se van a uno de sus más grandes dolores, la muerte de Francisco Tomás y Valiente, que fue su jefe. “Estaba muy ilusionado porque por primera vez en la vida tenía coche propio y no uno oficial y me hizo acompañarle hasta el párquing para enseñármelo. Al día siguiente lo mataron”. En estas Sàlmon, imbuido del espíritu positivo de la autora, recordó cómo aquella muerte marcó un punto de inflexión en la sociedad española con respecto a ETA: “De algo muy negativo surgió algo positivo”. Puro estilo Tena.