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ROLAND GARROS OCTAVOS DE FINAL

Robredo no pierde nunca la fe

El catalán iguala un récord de 1927 al remontar dos sets por tercera vez seguida. David Ferrer será el rival en cuartos tras vencer sin sufrir a Kevin Anderson

Robredo no pierde nunca la fe

Era para no creérselo. Tommy Robredo levantó los brazos al cielo, después se arrodilló sobre la tierra, agachándose para darle un beso, pero sin llegar a darlo siquiera. Acababa de conseguir una proeza de las que quedan para la historia del tenis, otra remontada épica, un triunfo para sentirse orgulloso. Una razón por la que valía la pena seguir luchando cuando hace un año estaba en el puesto 471 del mundo.

Robredo reía, lloraba, se tapaba la cara con la toalla y miraba emocionado hacia el palco donde estaba su padre, Angel, y su entrenador actual, Karim Perona. El público le aplaudía. Coreaba su nombre. "¡Tommy, Tommy!". Había remontado otra vez dos sets para ganar a Nicolás Almagro por 6-7 (5-7), 3-6, 6-4, 6-4 y 6-4. Un récord histórico que, desde ayer, compartirá con el francés Henri Cochet, que logró una proeza similar en 1927, en Wimbledon.

EL MEJOR PREMIO Un triunfo que parecía imposible pero que Robredo lo hizo factible luchando por cada punto hasta el último aliento, sin desfallecer nunca. Un premio que le abre las puertas de los cuartos de final de Roland Garros por quinta vez desde que debutó en París en el 2001 a los 19 años. Lo consiguió por primera vez en el 2003, cuando perdió con Albert Costa, defensor del título, en un durísimo partido también al límite de los cinco sets. Entonces el campeón del 2002 también salvó hasta tres partidos consecutivos a cinco sets, aunque no con 0-2 en contra.

Pero Robredo no quería saber nada de récords históricos. "Tanto me da, lo más importante para mí es que he ganado y lo he conseguido ante un gran jugador de tierra que me había ganado las cinco veces anteriores", valoraba con orgullo. No era para menos. Por tercera vez le había dado la vuelta a la tortilla al marcador. En segunda ronda, ante el holandés Sijsling; en tercera, ante el francés Monfils, y ayer, ante Almagro. Una vez más se salió de las cuerdas en las que estaba acorralado para noquear a un Almagro que se marchó de la pista aturdido. "Siempre me tiene que pasar alguna cosa en este torneo", dijo a los suyos.

Almagro no tenía explicación para esa derrota. "Está claro que es un palo. Estoy tocado, dolido... Poned el adjetivo que queráis. Después del 4-1 lo he fallado todo", decía hundido. No era para menos. Había ganado los dos primeros sets y dominaba 4-1 en el tercero, pero su ventaja se derrumbó como un castillo de naipes. Robredo igualó 4-4 y tras salvar un break point en el noveno juego, se apuntó la manga para empezar la gran remontada. "¿Un sueño? No tengo este tipo de sueños, estoy bien despierto. Uno nunca sueña con liarla tan gorda. Llegar a cuartos, sí, pero remontar tres partidos así, no. No tengo este tipo de pesadillas", bromeaba Tommy, feliz.

Robredo no solo levantó el 4-1, ganando cinco juegos consecutivos, sino que en las dos siguientes mangas recuperó, un 4-2 en contra en el cuarto y un 2-0 en el quinto, para rematar su exhibición salvando un 40-0 y dos break points para acabar rompiendo el servicio del tenista murciano y cerrar el último en blanco, tras 3 horas y 49 minutos de batalla con la adrenalina a tope. En cuatro partidos, lleva 12 horas y 15 minutos en pista hasta el momento. Y sin recordar para nada esa lesión de isquios y abductores que le obligó a pasar por el quirófano.

Sus lágrimas tenían razón de ser. "Ultimamente estoy un poco más llorón, ya me pasó en Barcelona en el vestuario después de perder con Raonic en cuartos. Hoy me ha salido la tensión acumulada porque tras tanto esfuerzo lo he logrado otra vez". Por quinta vez, como en el 2003, 2005, 2007 y 2009, Robredo estará en los cuartos. En la pista le espera David Ferrer. Otro amigo. Otro rival duro que se ganó la plaza con mucha más facilidad al vencer al surafricano Kevin Anderson por 6-3, 6-1 y 6-1.

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