Mario Madejón Morán (Cáceres, 8 de julio de 1975) siempre tiene mucho que decir respecto al baloncesto regional. Tras ser entrenador ayudante el extinto Cáceres CB en ACB (2000-03) y el Algeciras en LEB Oro (2003-2005), manejó como director técnico el día a día de la Federación Extremeña durante 13 años (2005-18). Luego pasó al sector privado con Foremplex y acaba de empezar a dar clases de Educación Física en el colegio María Auxiliadora de Cáceres.

¿Por qué esto último?

En la federación hubo un momento en el que la vida me dio un toque a nivel personal, de salud. Tuve que parar el nivel de trabajo, que era demasiado alto. En Foremplex me ofrecieron lo que necesitaba, pero tras dos años muy a gusto me di cuenta que no había la vocación de enseñanza que yo tengo, que era un tema más de papeleo. Eso me lleva a este nuevo cambio. Estuve en el María Auxiliadora en 1999 y tuve que dejarlo, pese a que me encantaba, porque fiché por el Cáceres. Mi vida se encaminó al baloncesto y al colegio siempre lo he llevado muy cerca. Es un centro maravilloso y cumple con lo que necesito: está muy bien estructurado, buenos resultados, hay buenos profesionales, instalaciones magníficas... Vamos, un gran futuro.

Siempre le ha atraído enseñar...

Sí, siempre me ha llamado la atención. Empecé con los cursos de formación de entrenadores y luego pasé a ser «formador de formadores». Estuve nueve años en la Federación Española como máximo responsable de los cursos de entrenador para jugadores de alto nivel y fui tutor nueve años de la escuela nacional. Hice dos libros. Y di clase en la Facultad de Ciencias del Deporte especializado en alto rendimiento en baloncesto.

¿Qué tal ve a la Federación Extremeña desde fuera?

Cuando me fui, pedí un tiempo de pausa para retomar mi vida. La veo como un hijo porque muchas cosas que hay me siento tan responsable o más que cualquiera, con todos los proyectos consolidados, de tecnificación, de selecciones… Ahora, por lo que sea, la federación ha hecho un cambio de estructura y pensé que podía volver a colaborar, hacer algo, pero todavía no tengo esa opción…

¿Se podría decir que esta molesto con lo que sucede?

Martín Fariñas [el presidente] me está diciendo siempre que paciencia, que esa es mi casa, pero ya le he dicho que he esperado y que he expresado muchas veces que quería colaborar. Salí de la asamblea a petición de la FExB, de la junta directiva y, lo más sorprendente, de los cursos de formación. Tengo 13 años de experiencia ahí como para poder aportar algo, ¿no?

La mayor parte de su tiempo en la FexB fue con Jesús Luis Blanco en la presidencia, pero también estuvo a las órdenes de Fariñas. ¿Notó la diferencia?

Martín ha intentado hacer cambios que no han salido y otras cosas que no se han llevado a cabo por diversos motivos. Transmite energía a lo grande para llevar a Extremadura arriba, como por ejemplo proponer un grupo de Liga EBA a nivel regional. Han salido adelante proyectos que ya estaban consolidados como las ligas regionales, patrocinios que ha traído… Hemos seguido teniendo un volumen de licencias elevado. Él quería algo más mediático, pero el mejor resultado es lo del nivel de abajo, que al fin y al cabo es el mayor trabajo de la federación.

¿Y el baloncesto extremeño?

Si se ve desde el punto de vista mediático, es llamativo que la provincia de Badajoz no tenga ningún equipo en competiciones de organizadas por la Federación Española en los últimos años, pero con gran trabajo en formación. Les está faltando el ‘loco’ o la empresa que apueste por ello para un nivel superior, no como en Cáceres, donde hay varios, incluyendo lo que ha pasado con el Miralvalle y su llegada a la Liga Femenina 2. Uno de los objetivos de Martín era encontrar un proyecto para Badajoz y sigue peleando.

¿Empezaría las ligas de base en la actual situación sanitaria?

Sinceramente, no. No es el momento, aunque en los colegios los niños estén siendo muy responsables. El listón no puede estar en hacer pruebas rápidas a todos antes de cada partido, como se ha hecho en las finales de Diputación. Creo que es mejor esperar.

Estuvo un mes confinado en casa por el covid-19, ¿no?

31 días. Tuve fiebre al principio que no me bajaba y pensaba que era un resfriado: ni perdí el gusto ni el olfato ni me costaba respirar. Cuando nos hicimos las pruebas, mis hijas y yo dimos positivo, pero mi mujer no. Nos confinamos cada uno en una habitación y mi mujer estaba todo el día con las bandejas… Las niñas tuvieron fiebre algún día. En un segundo PCR volvimos a dar positivo, pero era algún tipo de residuo. En la serología se confirmó la inmunidad y anticuerpos.

¿No le queda la asignatura pendiente de entrenar?

El gusanillo lo tengo y me lo estoy pensando. No lo descarto, claro. Nunca me he llegado a desconectar del baloncesto. Me veo todos los partidos de la Liga Endesa y de la Euroliga y la Eurocup, analizo cosas y las mando a personas cercanas a mí… Estoy actualizado y sé lo que se mueve. Cuando comparto cursos con entrenadores de máximo nivel, no me siento fuera de la ‘rueda’ de la formación, pero sí de la de entrenar. He tenido opciones a nivel de ayudante e incluso como seleccionador en un país africano.

Se le suele acusar de conservador, de que haya preferido la seguridad de un despacho y de los cursos a la exposición y el riesgo que es ir de banquillo en banquillo…

El punto de inflexión de mi carrera fue cuando estaba de segundo entrenador en Algeciras en la 2004-05. Tras la destitución de Quique Gutiérrez, llegué a dirigir un partido contra La Palma y batimos el récord de puntos en la competición. Mi desilusión fue que el club no apostó por mí y fue Manolo Hussein, que curiosamente era mi invitado en mi casa al estar sin equipo. Me tocó un momento en el que la ‘rueda’ era tan grande que no podíamos entrar entrenadores nuevos. En aquel entonces el baloncesto estaba muy por encima de mi familia. Todo el mundo conoce mi anécdota de que el día siguiente a casarme estaba en un campus en Madrid con Manolo Flores. Ya no es así. Una de mis hijas tuvo un problema cardíaco y eso me hizo reflexionar mucho. No fui capaz de encontrar un punto medio.

Durante años estuvo contra la formación de entrenadores fuera del ámbito de las federaciones y luego se incorporó a Pebetero, que ofrece mismos esos cursos. ¿Cómo lo explica?

Es que no es así. En su momento la Federación Extremeña creó, o creé, el centro de enseñanza privado de formación deportiva para darle la opción a los entrenadores de que fuese por la vía federativa o académica. Lo presenté en la Asamblea de Extremadura. Una no debe quitar a la otra y tienen que convivir. Como no podíamos cumplir con los requisitos del BOE, firmamos un convenio con Pebetero que sigue vigente.