La seductora timidez de Carlos Daniel (21 años) se compensa con la puesta en escena arrolladora en términos de personalidad de Ángel Bernabé (33). «Es como mi padre deportivo», llega a decir el defensa del Cacereño sobre el portero en un tono distendido mientras charlan en la redacción de El Periódico Extremadura cuatro días después del ascenso del decano del fútbol regional a la Segunda RFEF.

Hay una incuestionable simbiosis vital en los dos protagonistas, más allá de su condición de compañeros. Todos los días el meta toledano ha recogido en su coche al central camino al entrenamiento, ya fuera en el Príncipe Felipe o Pinilla. «Es muy poco puntual; llega tarde siempre. Hay que comprarle un reloj. Al final he decidido que yo le espero desayunando y ya está», expresa en tono de resignación el toledano ante la sonrisa de complicidad del joven cacereño. 

«Me estoy sacando el carnet», dice a título meramente informativo mientras tanto Carlos Daniel, aunque puede que lo que le interese es seguir en contacto directo con su experimentado amigo por «todo lo que estoy aprendiendo de él».

«Espero seguir», asevera el defensa, que rechazó una sustanciosa oferta en invierno de un club importante para quedarse en el CPC. «Hablé con el entrenador y se lo dije. Al final decidí quedarme porque tenía un compromiso y yo quería subir», añade con convicción. Bernabé asiente y bromea: «ya le he dicho que cuando sea de Primera, que tiene condiciones, sin duda, se acuerde de mí».

Y es que Berna cree ciegamente en las cualidades de Charly, como se le conoce en el equipo a un jugador que ha vivido su segundo año en casa tras una mala experiencia en el juvenil del Deportivo, al que llegó procedente del Diocesano. «Lo tiene todo: buena salida del balón, va bien de cabeza, es rápido...», analiza. «Lo único que le hace falta «sería la experiencia», comenta el guardameta, que también quiere continuar, sin duda algna, en un club en el que se siente como pez en el agua. Ambos confirman que tienen un año más de contrato, como una buena parte del equipo. Los dos piensan que la mayoría tendría condiciones para jugar con solvencia en la nueva categoría. «Faltaría hacer unos retoques, pero yo creo que la base del equipo está muy bien», afirma el meta mientras su compañero asiente con nitidez en un rato de asueto antes de preparar sus exámenes del instituto, otro de sus objetivos en este año tan intenso para él.

«Tenemos un gran vestuario. Cuando la gente se ha ido del Cacereño, ojo, no es fácil. Aquí se está muy bien: un club muy serio, una gran ciudad...». Bernabé es ya un ‘catovi’ más: cumplirá su quinta temporada en el CPC. «Cuando llegué fue tras estar desencantado del fútbol. Aquí he vuelto a recuperar la ilusión». También en lo personal está especialmente contento con su pareja, Miriam.

Felicidad

«Desde el jueves soy el hombre más feliz del mundo», no duda en agregar el experimentado futbolista, que llegó a militar en el Atlético de Madrid como tercer portero y que ahora está motivado con un ascenso que se le ha negado en los últimos años.

«Es una pieza fundamental en el equipo», dice Carlos Daniel no solamente de Bernabé, sino de Julio Cobos, al que ambos no ven en otro club que no sea el Cacereño. «Es muy inteligente, tiene mucha personalidad», comentan del entrenador. El central dice que está aprendiendo mucho y que acepta las regañinas del de Valdehornillos con total deportividad y sabiendo que todo se hace por el bien del colectivo del equipo verde.

Carlos Daniel y Bernabé abandonan este diario convencidos de que en sus respectivas carreras hay un antes y después de lo del jueves en el Príncipe Felipe. Ahora toca descansar para el meta y estudiar para el defensa. Tras el ascenso, ha sido un fin de semana intenso, pero no en lo futbolístico, sino en las celebraciones. Mientras, el ‘ángel de Charly’ velará por su defensa del presente... y el futuro.