Voleibol | Adolfo Gómez Presidente del Extremadura Arroyo

«Sigo en el Arroyo porque sé que tengo una responsabilidad enorme»

Adolfo Gómez, en la sala de redacción de El Periódico Extremadura, esta semana.

Adolfo Gómez, en la sala de redacción de El Periódico Extremadura, esta semana. / SILVIA SÁNCHEZ

Nació el día que su padre, un mito del Cacereño de fútbol de los años 50 perteneciente a los afamados ‘Siete Magníficos’ y de nombre deportivo Tate, regresaba de un partido en Burgos. Aquella anécdota, que cuenta con detalles y pasión, da paso a la figura de Adolfo Gómez Díaz (Cáceres, 2 de noviembre de 1959), una persona profundamente respetada y admirada en el contexto del deporte extremeño. 47 años con el voleibol en su vida y en su corazón y una figura sin la que no se entendería la expansión del deporte de cantera en la región. Humilde, dicharachero, respetuoso, en esta entrevista no rehúye nada

Su hoja de servicios, resumida, es para presumir. En 2013 se convirtió en el único entrenador extremeño que ha subido con tres clubs diferentes a la máxima categoría… ¿Nunca alardea de ello?

Es la experiencia. Estoy muy satisfecho de lo que he hecho en este tiempo, pero es la gente la que debe decir si lo hice bien o no. Mi trabajo lo planteé así con mis amigos del Licenciados Reunidos y llegamos a División de Honor; lo planteé con el nuevo club que creé, junto a Dómine y otros compañeros del Licenciados, la AD Cáceres y llegamos hasta la Acevol, la Superliga actual; y luego cuando llegamos a Arroyo me recluté en Nuestra Señora de la Luz y al cabo del tiempo desarrollamos un proyecto precioso llegando a la Superliga. Logramos dos veces el ascenso, pero la segunda no ha sido posible llevarlo a efecto.

Ahora es el presidente de uno de esos clubs, el Arroyo. ¿Por qué dio ese paso atrás dejando de ser el técnico y entregando el testigo a Flavia Lima?

Con Flavia ha pasado que quiere mucho de los segundos entrenadores. Dice que la experiencia que ha vivido como jugadora en algunos equipos es que los segundos entrenadores malmetían a los primeros. Ella lo que ha querido, tanto antes en el Ari como aquí en Arroyo, es que diésemos nuestra opinión y aportásemos en cada momento y generáramos juego y situaciones en el entrenamiento. A mí me ha parecido positivo. ¿La transición? Yo creo que ha sido muy normalita, que ha venido apoyada por el periodo de pandemia. El estar encerrados tanto tiempo me hizo reflexionar y a partir de ello esa reflexión, avalada por la enfermedad renal que padezco los dos últimos años, creo que era bueno ir empezando a alejarme del banquillo. También hubo algo importante: en 2019 llegamos a la fase de ascenso y no pudimos culminarlo… Ese periodo no me contentó por lo que había realizado y junto con la temporada siguiente, en la que el fichaje de alguna jugadora no rindió a partir de diciembre, hizo el resto.

«Ha sido en el confinamiento cuando me convencí que había que cambiar esto»

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¿Se sintió culpable o que no podía llegar a todo?

No lo sé. A lo mejor pensé que las jugadoras ya no confiaban tanto en mí. Sé que me conocen como la palma de la mano, como yo a ellas, pero dudé. Y en el confinamiento me convencí de que necesitaba cambiar eso. Me vino a ver la Virgen cuando supe que Flavia no seguía en Haris y lo primero que hice fue contactar con ella y me contestó: ‘Adolfo, para Arroyo estoy dispuesta siempre’. Le dije que iba a estar con ella en el primer año para que se aclimatase lo mejor posible. Sabía que, como no venía sola, traíamos una estrella, pero todo ha resultado bien, a la vista de cómo ha ido el año, este año tan difícil.

¿Adolfo Gómez tiene fecha de caducidad deportiva?

Yo quisiera tenerla, pero no quisiera que fuese como las jugadoras que tengo en el equipo ahora. Es decir, yo no le puedo decir a Yohana o a Beatriz que “¿hasta cuando?”. Será hasta que ellas quieran, pero a mí me gustaría que ellas pudieran decir: “es mi última temporada” para que se fuesen despidiendo de todo el mundo. Eso mismo pienso para mí. De momento estoy ahí y estoy fresco, pero tengo que preparar el club y el equipo para esa transición porque no pienso estar mucho más tiempo. Yo creo que en dos-tres años debería de dar esa salida al equipo y ese recambio y que la gente de Arroyo se diese cuenta de que tienen que estar ahí y renovar.

¿Qué le lleva a seguir en la pomada tantísimos años?

En primer lugar, la pasión que tengo por este deporte. Sin pasión no se vive algo. Yo tengo dos: mi profesión, que es la educación, y la otra es el voleibol. Mi familia lo ha sufrido mucho y lo sufre aún. Y después seguir en este club, en la presidencia, es llevar a efecto el legado que me dejó José Fragoso, que es una responsabilidad grandísima. Nadie se da cuenta de ello o nadie lo mira en su justa medida, pero hacerte cargo de toda una filosofía de club, en la que las de casa son las que valen y las primeras, que sus opiniones son las que más cuentan… Y, aparte de eso, un club en el que la mujer ha sido referente por encima de las modas yo sé que es una responsabilidad enorme, y eso es lo que me hace seguir ahí. Pienso que lo próximo que debería tener este club, si es de mujeres, es una presidenta. He intentado llevarlo a lo máximo. He tenido una directiva hasta julio pasado, en la que dimitieron dos de las compañeras porque no podían manejarla, con mayoría de mujeres: cinco mujeres, cuatro hombres. En estos momentos estamos cinco personas: dos mujeres y tres hombres, pero hay que ampliarlo ahora. Es un reto, pero esto tiene que respirar como la vida misma y progresar para que siga siendo un proyecto potente dentro de lo peculiar que es.

Adolfo Gómez.

Adolfo Gómez. / SILVIA SÁNCHEZ

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El que sigue el club desde fuera, ¿no cree que puede tener la impresión de que ha perdido fuelle? Ya no es la locura que era de años anteriores.

Esa es una crítica real, que yo me hago a mí mismo. Tú llenas al principio porque es algo que no has vivido. En el momento que lo vives, en el que estás en otra categoría superior, en el momento que bajas… ¿qué es lo que ha cambiado con relación a aquel ascenso de 2013? Realmente nada en el club: seguimos confiando en las chicas de casa. En esta temporada, de 14 jugadoras, 11 son de nuestra cantera, lo mismo que tuvimos el 20 de mayo de 2013, en el que subimos a Superliga con chicas de la cantera y tres fichajes. Lo que ha pasado en este tiempo es que la gente se acostumbra a tenerlo, y el lujo que es tener un equipo de élite en un pueblo de 5.700 habitantes se ha normalizado. Cáceres no tiene un equipo de ese tipo: lo tiene masculino y de otros deportes, pero Cáceres tiene 90.000 habitantes. ¿Qué otro pueblo extremeño puede presumir de lo que puede presumir Arroyo de la Luz? Esto se ha hecho normal y ello ha hecho que esa niña aspire a estar en ese equipo, tenga o no calidad, pero que es de Arroyo.

¿De todos estos años, quizá fue el no poder ascender de facto tras conseguirlo en la pista su mayor frustración? Díganos qué paso en ese año 2019

Para mí personalmente no subir administrativamente cuando lo había ganado con todo el esfuerzo en la pista tras un trabajo bestial de las chicas fue duro, muy duro. Una parte de la directiva minoritaria queríamos estar en la Superliga, pero el resto no porque las jugadoras no podían estar igual y les costaba compaginar el estudio y el trabajo con el equipo. Eso ya se sabía. Era un aumento en las horas de entrenamiento y la compensación que el club podía ofertar no cumplía los requisitos. Si a eso unimos que no encontramos ese superpatrocinador privado (que fue la razón que se esgrimió en su momento) era complicado… Faltaron unos miles de euros y otra razón que voy a contar aquí: quizá no me esforcé en conseguirlo, puesto que parte de la directiva y las jugadoras dijeron que preferían no estar en Superliga. Y entonces dejé de luchar por ello. Si no, estoy segurísimo que lo hubiera conseguido. Por eso me hizo mucho daño.

¿Eso quiere decir que si este año hubiesen subido en la cancha se hubiera repetido la misma historia?

No. Ya de antes me habían dicho: “bueno, y si subimos, ¿otra vez igual?”. Y dije: no, el club cambiaría y tiendo a la profesionalización. No podría otra vez ir a las instituciones, el patrocinador que tengo, diciéndole lo mismo. Me dirían: “¿pero qué hacéis, a qué jugáis?”. Son cosas que duelen, que llevas dentro.

«Quizá no me esforcé lo suficiente en conseguir que se jugara en Superliga en el año 2019»

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Díganos cuál ha sido su momento más feliz en todos estos años

Es un disfrute. La mayoría de los dirigentes que hay ahora en un club normalito son padres. Es el sentido que tiene. Yo soy dirigente porque mi hija está ahí, pero el haber podido dirigir su carrera en todos estos años. Me dijo un año que le habían ofrecido un contrato en Superliga en Las Palmas “y no sé si aceptarlo”. Y yo le respondí: “es que nosotros estamos en Superliga”. Lo bueno es que mucha gente no ha sabido hasta mucho tiempo después que Bea Gómez era mi hija porque el trato ha sido como el de una jugadora más. Ella se enteraba de cosas del equipo cuando se tenía que enterar, en el vestuario, ni tan siquiera en el coche, cuando viajábamos todos los días. Me decía: ‘joder, es que mis compañeras me dicen que yo lo sabía…’. Eso es una posición muy difícil. Yo intentaba que se enterase de todo en el mismo momento que el resto, de lo bueno y de lo malo. Y descargarla de presión. 

¿Qué futuro tiene el proyecto del Arroyo como club?

El momento es muy difícil, como toda la vida en general, como todos los negocios, como todo lo que tenemos ahora en nuestro entorno. En el periodo de pandemia Arroyo ha estado muy machacado. Nuestra cantera ha dejado de existir: teníamos a 88 niñas, y este año tenemos a 22 con tres equipos: alevín, infantil y cadete. Este año no pudimos sacar al juvenil. Gracias a Dios que la normativa avalaba que solamente hacía falta un equipo de cantera y no un juvenil, como ha sido tradicionalmente. Una cuestión que ya nos venía desde años atrás: las juveniles lo dejaban pronto. ¿Por qué? Siempre se ha recurrido a lo de los novios, pero las chicas ahora ya no están en la Universidad de Extremadura, en Cáceres, que es lo que a mí me interesa, sino fuera: en Granada, en Sevilla… es normal. Para la formación de nuestros hijos ahora privan las experiencias de nuestros muchachos fuera de casa. En Badajoz acaban de ascender con jugadoras de fuera, que están estudiando allí. ‘Rosita’ (Rosa Sarró), que fue jugadora nuestra, está estudiando allí. Estuvo con nosotros en el proyecto de Superliga siendo juvenil entonces, facilitamos que se presentara a las plazas que había por deportista de élite. Entró en Medicina y está jugando. Tienen carreras allí de las que llaman ahora, se va la chica de Moraleja: tienen Medicina, Fisioterapia, Químicas, Matemáticas, y nosotros nos hemos quedado aquí con Veterinaria, Empresariales, Ciencias del Deporte.

Hay quien ha pasado por su club que ha llegado ahora a la selección absoluta: Inma Lavado y, además, sigue estando ahí arriba Alba Sánchez...

Inma, que es de Ribera del Fresno, se fue en 2020 porque ella quería jugar en Superliga. Y también desde hace mucho tiempo tenemos ahí a Alba. Pero yo digo: ¿qué jugadora nos tiene que representar realmente a nivel extremeño? Pues Yohana, Beatriz... La primera, siguiendo en el equipo de su pueblo durante toda su trayectoria, ha llegado a jugar un All Star con las mejores. Ha sido elegida como una de las más destacadas... ¿Lo de si va a seguir ella? Yo digo lo de Laia Palau en baloncesto: cuando se tenga que ir, que se vaya, pero me gustaría, como he dicho antes, que ella anunciara que éste es el último año, si es así.

¿Cuál es su diagnóstico del deporte extremeño?

Creo que ha subido muchos enteros en los últimos años. Es verdad que no solamente tenemos a la Dirección General de Deportes, sino también los patrocinios que se han forjado a través de la Fundación Jóvenes y Deporte, tanto individuales como de equipo. Esto hace que podamos estar y podamos participar en las competiciones. De hecho, nosotros hemos hecho la temporada por este patrocinio de la Fundación con la subvención de la Junta, del Ayuntamiento de Arroyo y de la Diputación de Cáceres exclusivamente porque no nos ha ayudado marca alguna, excepto la de Extremadura Sport. Tuvimos que hacer un crowfunding para estar en la Copa de la Princesa. Sacamos 5.700 euros para los 6.000 euros. No soy un presidente al uso.