El término no suele utilizarse en público porque tiene una obvia connotación negativa, pero Jaume Lobo Martorell (Barcelona, 31-7-1997) es lo que en baloncesto se llama a menudo un «terrorista», uno de esos asesinos sin piedad que primero disparan y luego preguntan. El Cáceres Patrimonio de la Humanidad ya disfruta de esa gozosa condición (en la pista, se entiende): el domingo ante el Levitec Huesca, este chico menudo pero desinhibido sumó 12 puntos (4 triples) en solo 11:03 en pista. De locos. Y de ‘low cost’ también: es probablemente la pieza más económica de la plantilla verdinegra.

¿Quién es Lobo? Nació y creció en el céntrico barrio barcelonés de Sagrada Familia, muy cerquita del majestuoso y siempre inacabado templo. Lo suyo con el baloncesto no fue exactamente un flechazo. «De pequeños le dábamos al tenis también en casa y nos gustaba mucho, pero por temas de proximidad y cuadrarlo mejor mis hermanos y yo nos pasamos al basket y nos quedamos», cuenta. 

La suya es una historia rara en muchos aspectos. Para empezar, hasta hace relativamente poco (dos años) no se ha decidido a intentar hacer del baloncesto su profesión saliendo de la zona de confort. «Sobre todo mi padre lo tenía muy claro: que me centrase los estudios, una base, y que después ya que hiciese lo que quisiera. Acabé la carrera de Periodismo compaginándola con jugar en la Liga EBA con Sant Adriá. Luego ya me fui a Ávila y puedo dedicarme a ello al cien por cien», comenta.

¿Un periodista en el vestuario en el Multiusos? Él lo explica: «He escrito alguna cosilla en revistas, alguna colaboración escribiendo sobre baloncesto, pero me mola sobre todo la radio. Me metí en ese mundo porque me apasionaban las retransmisiones que hacía Jordi Robirosa. De pequeño quería ser como él. Es un mundo que me gusta mucho: haces compañía a todo el mundo que te escucha y debes tener una calidad en el modo de decir las cosas, cuidarlas, solamente con la voz».

El tirador ligero

De momento, en lo que se centra es en acribillar el aro con un físico ‘contracultural’ para ser un escolta: apenas 1,80 y muy liviano de kilos. «No tengo el perfil de jugador de baloncesto típico, es cierto. No soy un armario, pero he ido trabajando en base a lo que tengo, a mis aptitudes. Siempre he sido consciente de que tengo que mejorar muchas cosas, pero ser así también me da ventaja en la velocidad y la reacción que otros no tienen», resume. Entre sus asignaturas pendientes está mejorar en la posición de base: «siempre me han pedido anotación, pero estoy trabajando mucho en la dirección para ser más polivalente, aprendiendo de Jorge [Sanz] y Mati [Díaz], que son muy buenos».

Lobo se sobrepuso a los dos primeros partidos, en los que se vieron más sus carencias, para salir sin complejos ante el Huesca y clavar dos triples en los dos primeros balones que tocó. «Estos últimos días pude volver a entrenar bien con el resto de los compañeros, dejando atrás las molestias que tuve en el cuádriceps», confiesa. Cuando volvió a estar bien hizo lo que sabe, lo mismo que aquel día en el que jugando en Sant Adriá clavó 43 puntos en 23 minutos, que por mucho que fuese EBA… «Desde el cuerpo técnico siempre me han insistido en que si tengo medio metro para tirar, tengo que levantarme y tirar», apunta.

Intentando zafarse del marcaje de un rival. J. P. JIMÉNEZ

Sobre el equipo y su arrollador comienzo (3-0), lo tiene claro: «El baloncesto es así. Si jugamos al 200 por ciento, podemos ganarle a cualquiera. No hay ningún equipo imposible. Nos lo han metido en la cabeza desde el principio y lo estamos dando todo. Los resultados hablan por sí solos. Este inicio es magnífico: ganamos a dos rivales de renombre y también a Huesca, aunque se complicó. Si seguimos este camino podemos hacer grandes cosas».

En su aprendizaje está compartir cancha todos los días con un jugador de características similares, salvando las distancias: Devin Schmidt: «Es un lujazo tenerle a él y a Manu [Rodríguez]. Se aprende mucho defendiéndoles. Me fijo mucho es la cosas que hacen, las ‘trampitas’ que hacen para tirar medio segundo. Ojalá algún día ser como ellos».

«Es mi primer año en LEB Oro y es difícil. Entiendo que mi progresión está siendo rápido. Todo pasa por algo. Si estoy aquí es porque me lo he currado. Voy a intentar ayudar en lo que pueda dando la mejor versión de mí». Declaración de intenciones mientras piensa en sembrar de nuevo el terror en Palencia.