«Tengo que renunciar a algunas cosas, como salir con mis amigas los fines de semana. Ya las veo en el colegio. O se está o no se está». Alba Martín Díaz tiene 15 años, pero una seguridad en sí misma que sobresale. Esta emergente karateca cadete cacereña acaba de conseguir una medalla de bronce en kata en la Liga Nacional, en Azkoitia, en una de las primeras competiciones fuera de Extremadura que ha disputado en su incipiente carrera.

«Ha sido el resultado del trabajo, trabajo, y trabajo», resume gráficamente su entrenador durante ocho años, Daniel Timón, también presidente de la federatición extremeña. A su lado, sus padres, Óscar y Carmen, dejan a la jovencísima deportista explayarse. «Esta medalla se la dedico a mi familia, mis entrenadores y mis amigos», reclama públicamente a modo de petición propia. Lidia, Sergio y Alberto «y por supuesto a Dani (Timón)» le han ayudado a progresar adecuada y sorprendentemente hasta la élite nacional. Ahora su objetivo es «llegar lo más lejos posible y superarme a mí misma», proclama con sumo desparpajo.

Desde su familia

La eclosión de Alba, cocinada primero a fuego lento en las clases de años del gimnasio ViveVien, se ha producido con la pandemia. Las circunstancias hicieron que diera clases ‘online’ impartidas desde Madrid y al final ha terminado por fichar por un club de la capital. Su padre también fue karateca y tiene un tatami en su casa, donde se entrenan ella y su hermana mayor, Laura, con muy buenas condiciones también en este deporte. El progenitor y su propio técnico coinciden: en Alba siempre se ha observado «algo diferente» que hace que su progresión no haya sido una sorpresa del todo.

 Todo ayuda, pero el sacrificio no es baladí: casi todos los fines de semana se desplaza a San Fernando de Henares (Madrid) para entrenar con los deportistas del Club Kyodai Galán, en el que su talento se ha plasmado en resultados espectaculares que la han situado entre las karatecas más emergentes del panorama nacional.

«Ha prosperado mucho en poco tiempo», dice Timón sobre la «muy buena» estudiante de Cuarto de la ESO del colegio Nazaret, donde agradece las facilidades que le dan para llevar a cabo con éxito su ‘otra vida’. Ella tiene claro su futuro en una de sus facetas. «Sé que tengo que ir a estudiar algo (no sabe qué aún) a Madrid para seguir con el karate». Cursará una carrera de Ciencias, según su idea inicial.

Ya ha sido oro en pruebas técnicas mixto y plata en kata por equipos mixto en el Campeonato de Madrid y plata también en el nacional de clubs en Torrelavega, además de en el Open Ciudad de Arganda antes de lograr el metal de Azkoitia, donde fue eliminada por otra extremeña, la almendralejense Paola García, campeona de España, y nada haría pronosticar que pasara las dos primeras rondas. En el autonómico, en Llerena, fueron las dos primeras. Las dos tienen una buena relación y ambas aseguran brillantez en el devenir del karate femenino regional.

Admiradora de la oro olímpica en Pekín, la talaverana Sandra Sánchez («un día entrené con ella», dice orgullosa), tiene como espejos, además, a los hermanos Rasero o la seleccionadora extremeña, la también medallista nacional Nuria Escudero, con la que mantiene una gran complicidad. Es Alba, la campeona surgida de la pandemia.