62 - Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Jorge Sanz (3), Devin Schmidt (15), Romaric Belemene (3), Duje Dukan (12), Ben Mbala (8) -cinco inicial- Mateo Díaz (7), Jaume Lobo (5), Carlos Toledo (3), Julen Olaizola (6) . 

59 - Basquet Girona: Josep Franch (6) ,Kaspars Vecgavars (18), Jaume Sorolla (2), Eric Vila (11), Robert Cossials (0) -cinco inicial- Sturup (2), Albert Sabat (6), Olaf Schaftenaar (4), Gerard Sevillano (6). 

Marcador por cuartos: 13-14, 34-28 (descanso), 45-37 y 62-59 (final). 

Árbitros: Albacete, Hurtado y Villanueva. 

Incidencias: Encuentro de la quinta jornada de la LEB Oro disputado en el Multiusos Ciudad de Cáceres ante 900 espectadores. Antes del choque se homenajeó a César García, expresidente del Cáceres CB fallecido recientemente.

Qué deporte este del baloncesto. Te tragas un partido infame durante 37 o 38 minutos, pero en los dos últimos ocurren varias maravillas y un milagro en el último segundo: un apoteósico triple de Devin Schmidt a falta de 9 décimas que dio la victoria al Cáceres Patrimonio de la Humanidad ante el Basquet Girona (62-59). Como para no enamorarse de todo esto.

El conjunto de Roberto Blanco redondea su excelente arranque de temporada con un balance 4-1 que no imaginaba ni la señora madre del entrenador en el domicilio familiar de Plasencia. Esta vez la batalla de las sensaciones positivas no se ganó, pero qué más da cuando el proyecto lleva años renqueando y perdiendo fieles. Esto es un alegrón y punto.

También cojeó el propio partido, impregnado por una irregularidad y una acumulación de errores realmente cansina. A los tres minutos el Cáceres todavía no había anotado (0-6) y el despertador no terminaba de sonar, con el Girona creciéndose, aunque no aprovechándolo del todo.

Los jugadores del Cáceres celebran la victoria sobre el Girona. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ

La fluidez en ataque se fue consiguiendo poco a poco y sin continuidad. Cuando el equipo se centró y desde el banquillo salieron las piezas necesarias para que eso pasase, con el esfuerzo contagioso de Julen Olaizola y Carlos Toledo a la cabeza, la situación se equilibró (13-14, final del primer cuarto).

Faltaba meter la directa, tener un segmento de minutos mágicos en los que se conjuga una defensa fanática con un ataque lleno de opciones. Terminó sucediendo aunque con fugacidad. Al Girona se le apagó la luz de un modo clamoroso por momentos y estuvo a punto de descolgarse del todo del partido (32-21, min. 18).

Los catalanes se agarraron al clavo ardiendo de los tiros lejanos para irse con un 32-26 al descanso 

Los locales dispusieron de otro ‘match ball’ a la vuelta de vestuarios, donde pareció quedarse el Girona durante más tiempo del rglamentario. Con 40-30, la situación estaba a punto del caramelo verdinegro, un hachazo que no terminó de llegar. Carles Marco, insigne base en su día, encontró desde el banquillo gerundense la solución: jugar al mismo tiempo con sus dos experimentados directores de juego, Albert Sabat y Josep Franch. Le funcionó para llegar al último cuarto con algo de vida (45-37), lo que supuso un impulso para terminar de enjugar la diferencia. En el Cáceres no había manera de que nadie diese un pase bien.

Gerard Sevillano con un ‘3+1’ debió encender las alarmas, pero nada cambió en la caída al vacío del Cáceres, que permitiendo un triple tras otro se vio de repente por detrás (50-51 a 3:00). 

El momento de Devin Schmidt

En los extremeños nadie parecía preparado para un trance así. ¿Nadie? Mentira. Schmidt, que había pasado más minutos de la cuenta en el banquillo, debió pensar que esa era la suya y respondió con las mismas armas los tiros lejanos de Sabat. También Jorge Sanz, ese prodigio del utilitarismo, colaboró con otra ‘bomba’ en un momento delicadísimo.

Todo el tedio anterior se olvidó de un plumazo. Con 59-59 faltando apenas 10 segundos, el propio Schmidt interceptó el balón, pero no logró anotar en el contraataque. Tras el tiempo muerto estaba claro que él se iba a jugar la bola decisiva, se pintase lo que se pintase en la pizarra. Y como ocurrió al menos dos veces la pasada temporada, no decepcionó. Con una mano rival encima, se elevó majestuosamente desde 7 metros para dar una festejadísisima victoria. Solo faltaba una buena defensa y se completó. «¡Devin, Devin, Devin!». ¿Cómo no iba a gritar eso el público con la que había liado? 

Homenaje del Cáceres al fallecido César García. JOSÉ PEDRO JIMÉNEZ