Quizá cansado de las circunstancias que rodeaban al fútbol sala profesional y por el desprecio que se había generado hacia la cantera, Antonio José Azevedo, ‘Zego’ (17 de julio de 1953, Sao Paulo, Brasil) renunció a la comodidad que viene de la mano del dinero y se convirtió exclusivamente en formador. Y lo hizo por pura convicción. «No se gana mucho entrenando a jóvenes, pero se hace uno más economista», dice distendidamente el protagonista, una eminencia mundial de este deporte que expone sus universales conocidimientos este puente en Extremadura.

10.30 de la mañana. Zego observa a los chicos, parte de la cantera del San José, que cuenta con la friolera de 180 futbolistas. Ahí está su amigo Edinho, el mítico exjugador y entrenador afincado en Cáceres,  en la cancha inferior del pabellón Serrano Macayo. Con él, los entusiastas técnicos del emergente club local. En la parte superior de este recinto, el Distribuidora de Recambios hizo historia por ser el primer equipo extremeño en alcanzar la máxima categoría, midiéndose a clubs como el Interviú de José María García y otros tantos, como el Caja Castilla La Mancha que entrenó el propio Zego, que también se enfrentó a El Periódico Extremadura. Eran los 80, fueron los 90 y con ellos el fútbol sala más lujoso.

Zego anima a los jugadores. José Pedro Jiménez

Es el llamado ‘entrenador del pueblo’ porque con su labor se ha universalizado el fútbol sala, el técnico que durante los últimos 40 años (primero como jugador) ha cambiado todo con su particular filosofía, el tipo al que el número uno, Ricardinho, idolatra y al que llama ‘maestro’ cada vez que puede, además de pedir siempre que le entrene, aunque sean solamente 15 minutos. 

Disfrute global

El hombre que inventó el ‘juego de 4’ por aquello de no utilizar el clásico pívot ni el cierre más clásico ha proclamado su animadversión a la rigidez que ha hecho dar pasos atrás a esta, a veces, espectacular disciplina. Aquel que ha rechazado ofertas y que ha preferido recorrer el mundo («he trabajado en 21 países», cuantifica) inculcando a los más jóvenes sus ideas sobre el fútbol sala y también, por qué no, sobre la vida. Una personalidad de verdad, pero de las de carne y hueso, pero que disfruta con los niños cacereños. «Vino el viernes y desde las 5 de la tarde hasta las tantas no dejó de observarles», dice Edinho. «Cuando el equipo era el Periódico Extremadura jugamos contra él aquí», cuenta. Y él, con muy buena memoria, aún se acuerda.

«A los siete años empecé a jugar en la calle. como todos los niños de entonces, en aquella época en la que había pocos coches. Con nueve años me fui a un club de fútbol de salón. Originalmente, este deporte se desarrolló en cancha pequeña, "no había balonmano en Sudamérica y estaban las canchas de baloncesto». El fútbol sala se inventó en Uruguay, en cualquier caso. «Fue donde primero se practicó en un recinto cerrado». Después en su país de origen se adaptó un balón específico, «un balón pesado». Todo evolucionó después.

Zego, en plena 'master class'. José Pedro Jiménez

Zego cuenta que desechó el fútbol 11 y que siempre supo que lo suyo era el fútbol sala. «Jugué siete partidos y me ofrecieron un contrato, pero el fútbol de salón me gustaba más. Era mucho más divertido porque tocabas más el balón», comenta alguien que después hace que los niños miren cómo acaricia el balón con su pierna ‘menos buena’, la izquierda, como suele hacer al inicio de sus clases magistrales. Ejerce esta enseñanza en Estados Unidos.

«Aprendí en la vida que para entrenar con niños hay que pensar como los propios niños. A ellos lo que le gusta hacer es jugar. Técnica individual y colocar algunas ideas, pero los niños tienen que ser felices en la cancha. Así mejorarán», reflexiona. «Se ha perdido la fe en la gente de aquí. El Barcelona, por ejemplo, tenía ocho brasileños hace unos años. Eso es absurdo. El trabajo de base está muy abandonado», agrega. Un jovencísimo pelotero mira al maestro y ve que alguien diferente le está enseñando el verdadero fútbol sala.