A María Vidal Ramos (Coria, 25 de noviembre de 1993) le diagnosticaron un tumor en su mama derecha el 18 de octubre del pasado año. «Me dijeron que había que estudiarlo y atajarlo. Al principio fue un poco duro, más que nada por la incertidumbre de cómo iba a ser todo, que era lo que más me agobiaba, pero ahora lo llevo bien», dice la protagonista. Ahora, justo en la mitad de su tratamiento de quimioterapia, rezuma optimismo y fortaleza mental a prueba de cáncer. Su voz delata que está peleando contra la enfermedad con el máximo empeño y positividad. «Trato de darle visibilidad; esto me lo he tomado con la máxima naturalidad», agrega. Y si es con ayuda del fútbol, mejor.

Además, su entorno le ayuda extraordinariamente en los momentos más insospechados y emotivos. María vivió un momento especial el pasado domingo, en el descanso del Coria-San Roque. «No escuché la megafonía cuando me llamaron. Mi hermana me dijo: ‘mira, te están aplaudiendo’. Cuando fui, tenían dos pancartas, una con mi cara y otra con palabras de ánimo. Uff, no me lo esperaba, estuve muy emocionada». Entre sus padres, Elías y Marisa, «y la gente de Ultrabar», una peña celeste, le mostraban así su solidaridad, su fuerza, su aprecio, el día siguiente de recibir su tercera sesión de quimioterapia. Sus amigos, su pareja, Roberto, «que no le gusta nada el fútbol», estaban también con ella. Están con ella incondicionalmente, desde luego.

A la joven cauriense lo que más le emocionó el domingo, asegura, no fue la sorpresa en sí, «sino la visibilidad que se le dio al cáncer, y no por mí. Les dije a ellos un montón de veces que no sé cómo lo están viviendo otras personas, pero en mi caso me encuentro muy bien, con mucho apoyo y mucha fuerza, pero para las personas que lo viven solas en sus casas y que no se atreven a comentarlo, es muy duro. Yo nunca me he sentido sola; estoy superarropada, la verdad».

Visibilidad

La preocupación inicial fue lógica. La abuela materna de María falleció de cáncer de mama, pero son otros tiempos. «Yo intento que esto se visualice, y de hecho en mi segunda quimio grabé un tik tok, con todo el proceso, desde que entras en el hospital a hacerte la analítica hasta que sales con la quimio. Que se vea como es, sin tabús», incide, antes de añadir y alabar la calidad humana y profesional de los sanitarios que le están atendiendo en este complicado proceso.

El fútbol está siendo una terapia clave en esta cauriense, que estudió Económicas en Badajoz y un máster en fiscalidad y contabilidad en Madrid. Con la pandemia hizo lo que quería hacer desde el principio: dejar la capital de España, donde trabajaba, para volver a su Coria e ir a La Isla con su tío y su prima cada dos domingos. Trabaja en una empresa de instalación de placas solares, Cambio Energético, que está ayudando a María «dando todo tipo de facilidades y se están involucrando muchísimo» en cada paso que da en su recuperación.

Momento del emotivo homenaje a María, en el descanso del Coria-San Roque. Farolillo Rojo

Fan del Barcelona y del Coria, su jugador favorito es el centrocampista Deco, con el que coincidió, recuerda, en el instituto. “Es más pequeño que yo. Me encanta cómo juega al fútbol; ya le veía jugar entonces en 'las pistas', y siempre decía: ‘buah, qué bueno es’; ahora que ha vuelto, me he acordado de aquello”, no duda en decir esta aficionada a la pelota desde niña. “Desde muy pequeña, prácticamente desde que mis tíos me cogían en sus piernas, ya me conocía todos los escudos de los equipos; mi madre me decía que era más de balones que de carritos; en las pistas me pasaba todas las tardes jugando con mis amigos”. En El Rincón del Obispo, donde ha vivido siempre con su familia, se respiraba --y se respira-- fútbol.

Del Coria es abonada desde hace dos años, cuando volvió de Madrid. «Tengo a una prima pequeña, Pilar, que es una loca del fútbol como yo, y ella iba con su padre y yo con ellos», cuenta.

Reconoce haber llorado más con el Barça que por su enfermedad. «Soy de llorar mucho, pero por el fútbol”, no por su dolencia. «Mi psicóloga me ha dicho que estoy llorando muy poco». Antes de volver a Extremadura, vio en el Bernabéu un Madrid-Barcelona de Copa en el Bernabéu, «y ganó el Barça». Por supuesto, es fan de Messi, más que de Alexia Putellas, por una razón bien sencilla: «he visto mucho más el fútbol masculino que el femenino».

Lo ha pasado mal. «Los efectos secundarios del primer ciclo fueron muy fuertes, pero aguanté y seguí con mi día a día. En el segundo, el 7 de enero, también tuve complicaciones porque me dio alergia porque me tuvieron que quitar una bolsa. Aquí los efectos secundarios fueron muy bajitos. El pasado viernes, día 28, recibí la tercera. La tenía recién puesta en el partido. Tengo malestar estomacal, cansancio, pero pocas cosas me frenan», dice convencida antes de iniciar su jornada laboral.

«Al principio del todo eran ocho centímetros; ahora, en torno a 4,5-5; se ha reducido casi a la mitad», dice sobre el tamaño del carcinoma y su evolución. «Lo que llevo peor son las defensas, que empiezan a bajar», afirma, «pero de momento no me han dicho que sea impedimento para que me pongan la quimio». María, feliz, pasa etapas con entereza y positivimismo. Y tanto: cree que el Coria jugará por el ascenso. «Siempre hay que mirar hacia arriba». El domingo que viene estará en Córdoba, en el partido ante el líder.