El Cáceres abraza su décimo triunfo

Emocionantísima victoria del Cáceres Patrimonio de la Humanidad ante el Acunsa Gipuzkoa (68-67). La décima verdinegra de esta temporada que por ahora se lleva la calificación de notable llegó tras un supremo esfuerzo y una fortaleza anímica fuera de toda duda. Este equipo tiene algo, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza (de espíritu) y en la pobreza (de recursos económicos).

Pareció que el partido iba a ser más vistoso durante los primeros minutos, con los dos equipos intentando jugar con alegría. Sobre todo un Cáceres deseoso de gustar y redimirse de la mala imagen dejada en la segunda parte ante el Leyma Coruña.

Sin embargo, la situación se fue espesando paulatinamente, con los dos equipos centrándose más en el trabajo defensivo que en acertar con el aro contrario (17-18, final del primer cuarto).

La tendencia se acentuó al inicio del segundo. Una fase extraordinaria del Cáceres protegiendo su canasta dejaron a su oponente su anotar en los cuatro primeros minutos, pero eso no se supo rentabilizar porque lo único que enchufaron los locales en ese tiempo fueron dos triples de ese verso libre llamado Jaume Lobo (23-18). 

No podía fallar tanto el Gipuzkoa, al que le fueron sentando un poco mejor las rotaciones. En ataque, el conjunto de Roberto Blanco daba miedo por momentos: a la crispación que provoca a menudo Mateo Díaz se le unió la ‘potencia sin control’ de Romaric Belemene. El congoleño fue la pura expresión de los suyos por momentos:lo da absolutamente todo, pero el aro lo ve pequeñísimo en situaciones de superioridad que se ha ganado a base de empuje. Los donostiarras recuperaron la delantera para llegar al descanso con una ligera ventaja (31-33) y todo estaba todavía por decantarse, con similar número de motivos para el optimismo que para el pesimismo en las gradas. 

Mateo Díaz intenta salvar la pelota. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

El tercer cuarto arrancó de una forma inmejorable. Jorge Sanz tiró de galones y le añadió brillantez a su clásico estilo altruista. El resultado, con Devin Schmidt ejerciendo de martillo pilón fue lo que en ciclismo sería un espectacular demarraje. Con un Gipuzkoa desesperado, la noche se puso muy cara (57-43 entrando en el último minuto de este periodo). Sin embargo, poco antes se había producido un mal presagio: la lesión de Manu Rodríguez, un jugador especialmente castigado esta temporada por los problemas musculares. Enseguida se dio cuenta de que no podía seguir y sembró la preocupación.

Los visitantes se agarraron al partido de forma admirable y no frenaron después de llegar al último cuarto con -10 (57-47). Como ha pasado otras veces esta campaña, el Cáceres sufría ante interiores grandes y móviles, como Domagoj Proleta, que hizo estragos en la zona para prolongar el parcial y culminar la remontada a falta de cinco minuto (61-62).

Las nubes se hicieron más negras a continuación (61-65), pero... Pero en el Multiusos se disfruta de dos fueras de serie como Schmidt, que anotó un triple cuando más quemaba el balón, y Ben Mbala, cuyo mate tras robo se convirtió al instante en una de las jugadas del año. Con la defensa otra vez ardiendo y el público añadiendo lo suyo, el choque volvía a dar la vuelta (68-65 a 2:17).

Faltaba rematar y se consiguió con litros y litros de sudor por medio. Una polémica falta señalada sobre Mbala que parecía en ataque pudo costar el partido, pero también es cierto que los colegiados tampoco pitaron nada en la confusa acción final en la que Aitor Zubizarreta falló el tiro que hubiese dado el triunfo a Gipuzkoa.

Cáceres Basket.