El Periódico Extremadura

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Fútbol sala

Copa gala, copa burguillana

El extremeño Rubén Ordóñez, feliz por la obtención del título en Francia. Lleva en Nantes dos temporadas y dice estar apoyado desde su tierra

Rubén Ordóñez, con la Copa de Francia acompañado por su novia y sus padres. CEDIDA

Se fue hace dos temporadas a Francia con las maletas cargadas de ilusión después de conseguir tres Copas de Extremadura de fútbol sala con su Jerez. Este pasado fin de semana volvió a conseguir otro entorchado, pero en este caso de mayor relieve, allí donde sigue, en el Nantes Metropole. Rubén Ordóñez Martín (Burguillos del Cerro, 25 de agosto de 1997) está feliz con haber sido campeón de la copa gala en una prórroga a cara o cruz.

«Estoy contento. Toda la gente de enviándome mensajes, muchos de mi pueblo, del ayuntamiento, de Jerez... Este trofeo es de todos, la gente sabe cuánto me acuerdo de ellos y conoce también lo importante que es para mí», dice Rubén, que ha firmado una buena temporada en lo individual y lo colectivo tras una primera de adaptación en la que no brilló. Y para ello han sido no menos clave el apoyo de su familia, aunque este año no hayan podido ir tanto a verle, y por supuesto su novia. 

Con las tres personas más importantes de su vida sí estuvo este fin de semana, pese a la complejidad del viaje que hubieron de que afrontar desde Burguillos. «Tuvieron que coger tres aviones», dice este deportista profesional en un club que ha sido tercero en la liga, pero que está pendiente de una reclamación de una alineación indebida de un rival que le podría elevar incluso hasta el título.

«Ha sido una campaña bastante redonda, excepcional», incide el jugador, uno de los tres españoles del equipo, junto a Josep Macarro y Fernandito, el portero, además del entrenador, Fabrice, hispanofrancés. El Nantes, asegura, «tiene una buena estructura», aunque la totalidad de los jugadores no son profesionales, como ocurre con los dos clubs favoritos en el país vecino.

Y todo ello, en un año en el que ha sufrido los rigores del covid, pero ello no le ha impedido hacer muchos goles, especialmente en el inicio, «y jugar muchos minutos, que este año sí me he merecido», agrega.

Rubén Ordóñez, que ha trabajado como chófer nocturno en meses anteriores para conseguir mayores recursos económicos que le hagan más rentable su estancia en Francia, apunta que quiere seguir dando pasos en adelante como jugador de fútbol sala, deporte que le apasiona en el que le pone su talento. 

De momento está viviendo una experiencia para él inolvidable en lo profesional y en lo personal, aunque eche de menos el calor de los suyos. El fútbol sala es un argumento más que clave para disfrutar de la vida y mirar por el futuro, piensa. H

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