Aseguran con orgullo en el pueblo que es la plaza de toros española más antigua de España, ya que data del siglo XIV. «Creemos que también puede ser la más vieja del mundo», dice el presidente del Club de Arqueros Sansonia, Manuel Ramas Ortiz (Zafra, 2 de julio de 1960). Desde hace 14 años, el coso de la localidad pacense Puebla de Sancho Pérez tiene una característica no menos llamativa: es el escenario de una tirada muy especial, nocturna, de alto nivel y delimitada con antorchas de fuego.
El alcalde, José Joaquín Reja, curiosamente uno de los muchos arqueros de la localidad siguiendo un fenómeno que tiene poca explicación, fue quien le puso nombre a la particular prueba: ‘El toro y la luna’, por la noche y la plaza. El club tiene 15 años de vida. «Casi no hay actividad, y se nos ocurrió hacer esta tirada social, que tiene mucho éxito. Han venido arqueros campeones de España e incluso con aspiraciones olímpicas», agrega.
En Puebla de Sancho Pérez (3.000 habitantes) se prepara con mimo el evento por el club, que tiene 55 socios, casi todos deportistas, y el propio presidente fue campeón de Extremadura tres veces, "pero soy empresario y no tengo tiempo para mucho". Su sobrino, Antonio Ramas, es también campeón regional. «Aquí este deporte es muy importante, y hacemos también una actividad con niños discapacitados», se enorgullece este empresario de una firma de instalaciones y electricidad, Tevizafra. En 10 días se celebrará en el campo de fútbol el Campeonato de Extremadura.
La plaza de toros no tiene capilla por una razón principal y obvia: está anexa a la ermita de Nuestra Señora de Belén. La plaza, de 50 metros, es rectangular, «perfecta para tiro con arco compuesto», dice Rubén García, arquero villafranqués socio del club y también del Marwan pacense que ha lanzado en este escenario tan especial, aunque lamentara que en el último día no pudiese hacerlo por razones personales.
Aquí ha toreado Alejandro Talavante, «que tiene familia en el pueblo», dice el presidente del Sansonia, entusiasmado con el creciente éxito de la experiencia en el coso, convertido en un cada vez menos improvisado campo de tiro con arco.