"No he querido victimizarme. Yo con esto me lo paso bomba. Además, soy una descerebrada: estoy en la directiva del club, en la federación y me apunto a todo». Quien con tanta naturalidad se expresa es Rocío Noguera Rubio (Sevilla, 20 de junio de 1971), arquera del San Jorge de Cáceres a la que el deporte no ha interesado realmente hasta hace seis años, coincidiendo con la segunda recaída de un cáncer de ovarios. Pero la enfermedad no ha podido con ella. Al contrario. Ha sido campeona y subcampeona de Extremadura por equipos y ha estado entre las mejores del nacional de veteranas en las últimas dos ediciones, con un tercer y un cuarto puesto. Entrena en el Centro de Tecnificación de la Ciudad Deportiva de Cáceres con una ilusión a prueba de adversidad.

Noguera se considera una cacereña más después de haber vivido en diferentes lugares. De profesión enfermera, trabaja en el Hospital Universitario. Se le diagnosticó su tumor, «de manera fortuita y sin tener síntoma alguno», en el año 2011. «Era agresivo, pero se operó y se trató. Mi hijo tenía seis años», relata la protagonista, que lo pasó mal en lo sucesivo. «La quimioterapia la llevo mal. Aguanté dos años y medio limpia. En diciembre de 2013 tuve la primera recaída, me volvieron a operar y a dar mis ciclos de quimio. Entre medias estuve un año con un tratamiento de inmunoterapia, sin tanto efecto secundario».

 El oncólogo Santiago González, al que estará eternamente agradecido, le ha ayudado con su trabajo y empeño para superar su enfermedad. Pese a conseguir su plaza en el servicio de salud canario, ella no ha querido dejar Extremadura, donde está integrada y es feliz, pese a los sucesivos varapalos sufridos cuando la dolencia ha vuelto a llamar a la puerta.

El 2016

Y llegó el año clave. «Empecé en un curso de iniciación en 2016 porque mi hijo era arquero. Yo era una madre sufridora. Iba con él y me parecía que era un rollo verlo y pensé: será más divertido tirar. Me estaban dando la quimiterapia entonces. Apenas tenía fuerza, pero los arcos eran muy flojitos. Luego lo dejó mi hijo y seguí yo», explica la deportista. Cayetano Martínez y José Luis Jiménez eran sus profesores. «Poco a poco me fui metiendo en ese mundillo, me fue gustando y la prueba de ello es que no lo dejé. Tiré para adelante». ¿Antecedentes como deportista? «Cero. Como casi todo el mundo, he ido al gimnasio, he hecho en alguna época mi natación… un poco de todo, pero lo que se dice deportista cero patatero. El deporte y yo no nos entendíamos mucho», añade.

Sin embargo, todo desde entonces ha fluido en positivo. «Es una terapia brutal. Yo lo hice por probar y me ha venido muy bien en todos los baches que tienes en la vida, no solamente en la enfermedad, sino en tu trabajo, con alguien, con la familia...». Y todo ello, en un contexto especial. «No llevo mal las revisiones, ahora cada seis meses. La última estaba un poco alterada, pero no me voy a agobiar. Voy a ser siempre muy positiva, pero también creo que la realidad está ahí y que puede volver a venir. Soy consciente de que puede haber una recaída». El testimonio de la deportista, a veces desgarrador, contiene una carga de emotividad fuera de toda duda.

Noguera recibe la mirada y las palabras cómplices de su amiga y compañera de club Raquel de San Macario, que es además presidenta de la Federación Extremeña de Tiro con Arco. «Para mí es un ejemplo, un referente. Compartimos mucho y me ha aportado muchísimo», apunta alguien que va a competir este fin de semana en La Zarza en un torneo solidario y encuadrado en un ambicioso proyecto para luchar para la prevención del cáncer de mama puesto en marcha por la propia territorial. Los beneficios de la iniciativa, denominada Flechas Rosas, serán para la Asociación Oncológica Extremeña (Aoex). Ella, claro, también está implicada.

Lanzando en una competición. Cedida

Inicio difícil

La arquera ha peleado como deportista contra viento y marea. «Al principio no se me daba ni bien ni mal, como todo el que empieza. Tenía muchísimos fallos, pero me parecía interesante el reto personal de estar contínuamente intentando mejorar», dice la protagonista.

En la Ciudad Deportiva es entrenada físicamente por el paratriatleta local Kini Carrasco. «Tenemos un programa de adultos y lo estamos potenciando», informa la dirigente federativa. «Estaré hasta que el cuerpo aguante», sentencia Noguera. «No compatibilizo mal el arco con mi trabajo, aunque los días que trabajo de mañana y noche no voy a entrenar».

«En todo este proceso de mujeres y hombres que sufren, el tiro con arco les obliga a olvidar su enfermedad porque se tienen que centrar en el deporte. Y no solamente en la parte física, que como dice Rocío es importante, sino por la mental. Y sobre todo cómo se vive: es un deporte tan individual que eres tú contra las circunstancias. Por eso te ayuda tanto», explica Raquel de San Macario.

Y la protagonista pone el acento en las sensaciones. «El arco me ha venido bien para tener la cabeza ocupada. Ese es el quid de la cuestión. Cuando lo conoces de cerca, te das cuenta que la técnica es importante, pero el 80 por ciento es la cabeza. A mí siempre me ha valido. Estás tan concentrado que es tu válvula de escape», reflexiona, antes de decir que físicamente está «bien», pero que la ayuda psicológica ha sido importante. «Nunca me he puesto ninguna meta. Quiero llegar lejos, pero soy realista. Sé mis límites».

Perdió el pelo, «no quise peluca y me compré pañuelos de todos los colores», cuenta, resaltando la ayuda de gente como sus compañeras, entre ellas la laureada Fátima Agudo o la propia Raquel de San Macario. Además, «mi familia siempre ha estado ahí, mis padres, mi hijo... mi hermana pasó por algo similar, mi padre... pero aquí estamos todos bien, dando guerra».

El día a día es a veces complicado en determinadas ocasiones, pero ella es fuerte. «Tengo problemas funcionales que me quitan calidad de vida. Lo paso mal. Salir cuatro o cinco días de mi vida es un problema, pero aun así yo tiro para adelante. Ya lo resolveré cuando pueda, me digo siempre», afirma, para concluir: «He decidido que esto no me va a condicionar. Yo, que físicamente no me encuentro mal, si me quedo en casa lamiéndome las heridas... más secuelas tendrán otros con otros problemas más graves. Ahora que trato más de cerca a la gente de la Asociación Oncológica Extremeña dices: ‘qué testimonios más duros’ y luchan y luchan. Yo tengo un diagnóstico, pero sé la dureza de los tratamientos. Ya está». Rocío Noguera, en la diana contra el cáncer.

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