Baloncesto. LEB Oro

Nada como un final feliz para el Cáceres

El conjunto verdinegro estira su recuperación con un agónico triunfo ante un rival directo, el Oviedo (70-68)

Kenny Hasbrouck, el autor de la canasta decisiva, avanza hacia la zona rival.

Kenny Hasbrouck, el autor de la canasta decisiva, avanza hacia la zona rival. / Carla Graw

Javier Ortiz

Javier Ortiz

70 - Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Dani Rodríguez (3), Kenny Hasbrouck (16), Kostas Vasileiadis (13), Kevin Bercy (5), Vaidas Cepukaitis (15) -cinco inicial- Pablo Sánchez (5), Albert Lafuente (0), Lysander Bracey(9), Carlos Toledo (2), David Sainsbury (2).

68 - Alimerka Oviedo: Romeo Crunch (14), Nigel Pruitt (2), Marc Peñarroya (17), Craig Lecesme (0), Oliver Arteaga (13) -cinco inicial- Ángel Comendador (8), Thorir Thorbjamarson (2), Adriá Domenech (2), Clevon Brown (6), Marc Martí (4).

Marcador por cuartos: 18-10, 27-31 (descanso), 52-49 y 70-68 (final).

Árbitros: Sandra Sánchez, Juan Gabriel Carpallo y Julio Rijo.

Incidencias: Decimonovena jornada de la LEB Oro. 1.100 espectadores en el Multiusos.

Sufriendo sabe mejor. O eso dicen. El Cáceres Patrimonio de la Humanidad puede evaluarlo tras vencer con litros de sudor al Alimerka Oviedo (70-68), poniendo un poquito de espacio respecto a las posiciones de descenso que tanto le han atormentado en lo que va de temporada. Cuando peor estaba la situación, una canasta en suspensión de Kenny Hasbrough y un tiro libre de Vaidas Cepukaitis tiñeron de verdinegro el resultado, un alegrón por confirma un ciclo impensable hace algunas semanas de tres victorias en cuatro jornadas. Y eso que se escapó la de Valladolid.

En una tendencia ascendente en los últimos encuentros, el Cáceres decidió jugársela al triple durante los primeros minutos, pero con escasa puntería. Hasta el noveno que lanzó no acertó con uno, en este caso un Kostas Vasileiadis ansioso por aportar.

Lo más interesante era el duelo de sabios en el juego interior entre Vaidas Cepukaitis y el ya cuarentón Oliver Arteaga, con victoria momentánea del lituano. Su toque para el rebote va creciendo y superó por velocidad a su par, lo que, con un par de aciertos de Vasileiadis y una defensa cada vez más comprometida, dio como resultado un alentador 18-10 en el primer cuarto.

A esas alturas ya había debutado David Sainsbury, que cumplió con creces su papel de improvisado ‘stopper’. Resulta difícil de creer que alguien con sus cualidades haya terminado en la Liga EBA. Puede ayudar, y mucho, en caso de bajas como la de Julen Olaizola.

El segundo cuarto guardaba desagradables sorpresas para el Cáceres, espesísimo en ataque. Ya le ha pasado más de una vez que cuando se juntan determinados jugadores de la ‘segunda unidad’ el ataque se bloquea. Ni uno se salvó y el parcial ovetense llegó a ser de 0-11 para darle la vuelta al escenario (18-21, min. 15).

El homenajeado Dani Rodríguez, con Cepukaitis detrás.

El homenajeado Dani Rodríguez, con Cepukaitis detrás. / Carla Graw

Tardó 5:05 el conjunto local en anotar su primera canasta, una sufrida bandeja de Kevin Bercy, que junto con el resto de titulares había tenido que regresar para arreglar el caos. Solo se logró parcialmente. Aunque sin hacer gran cosa, el Oviedo siguió dando síntomas de mejoría y conseguía que Cepukaitis no convirtiese sus capturas ofensivas en canasta. Desconcertante 27-31 al descanso.

Segunda parte

La reflexión no no surtió efecto, al menos de inicio. Lejos de mejorar, la situación se enquistó por momentos, con Vasileiadis tomando malos tiros y Hasbrouck no tomando la responsabilidad. El acelerón del Oviedo encendió las alarmas (35-44, min. 26). El jovencísimo Marc Peñarroya se movía sobre el parquet con la misma comodidad que su padre, Joan, en el banquillo del Baskonia. Pero... 

La vida llegó con un estupendo 12-0 de parcial, fruto de, por fin, una explosión de juego colectiva que incluyó un invitado inesperado como Lysander Bracey. Encarar el último por delante, aunque fue por una renta escasa (52-49) resultaba un buen augurio, sobre todo tras los momentos de zozobra sufridos hacía nada.

El último cuarto fue un tobogán de emociones, el recordatorio perfecto de por qué muchos aman el baloncesto. El triunfo extremeño parecía encarrilado (58-51, min. 31) y sin embargo el Oviedo se agarró a su fe para primero recortar y luego ponerse por delante faltando medio minuto (67-68). Dani Rodríguez, homenajeado en el día de su récord de partidos en LEB Oro (543), había tenido un par de momentos de gloria para festejarlo, pero también se vio en demasiadas dificultades en defensa. 

Tras volver al banco en detrimento de Pablo Sánchez, regresó a tiempo para el momento supremo, una jugada magistral de pizarra que, con solo cuatro segundos de posesión, terminó con la dorada y gloriosa suspensión de Hasbrough para el 69-68. Había que defender y se hizo, sellando Cepukaitis la victoria con un tiro libre, aunque Oviedo aún tendría la última opción que no aprovechó. 

Hambrientos de alegrías, afición y público lo festejaron con saña. No hay que olvidar que es la segunda victoria como local. Ya llueve menos, sí señor.