Baloncesto. LEB Oro

Otro respiro monumental para el Cáceres

El conjunto verdinegro amarra buena parte de la permanencia al sobreponerse a un pésimo primer cuarto ante el Albacete (87-76)

Kevin Bercy bloquea el rebote ante Raitanen, este viernes en el Multiusos de Cáceres.

Kevin Bercy bloquea el rebote ante Raitanen, este viernes en el Multiusos de Cáceres. / Lorenzo Cordero

87 - Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Pablo Sánchez (5), Carlos Toledo (7), Kostas Vasileaidis (11), Kevin Bercy (6), Vaidas Cepukaitis (7) -cinco inicial- Dani Rodríguez (13), Albert Lafuente (2), Kenny Hasbrouck (16), Sasa Borovnjak (6), Julen Olaizola (2), Lysander Bracey (6). 

76 - Bueno Arenas Albacete: Guillem Ferrando (10), Víctor Moreno (4), Iván Aurrecoechea (7), Ioannis Dimakopoulos (6), David Knudsen (21) -cinco inicial- Gerard Blat (7), Remu Raitanen (5), Víctor Ruiz (5), Juan José Santana (11).

Marcador por cuartos: 19-31, 47-43 (descanso), 72-54 y 87-76.

Árbitros: Sandra Sánchez, Juan Francisco González y José Antonio Sánchez. Eliminado: Cepukaitis (min. 33) y Dimakopoulos (min. 38).

Incidencias: Vigesimocuarta jornada de la LEB Oro. 1.300 espectadores en el Multiusos Ciudad de Cáceres.

Queda mucho todavía, pero parece que el Cáceres Patrimonio de la Humanidad va enterrando el monstruo del descenso. Su victoria ante un rival directo, el Grupo Bueno Arenas Albacete (87-76) le permite otear la recta final liguera con buenas dosis de tranquilidad. Una hecatombe siempre puede estar ahí, inesperada y cruel, pero la situación es sumamente favorable para archivar lo antes posible el curso y ponerse a pensar en el que viene.

Ha costado 25 jornadas y un tremendo cambio de piel, pero este equipo al fin está empezando a saber de qué va esta liga: de competir, de no rendirse, de creer. 

Y eso que el principio no pudo ser peor. Sin tensión defensiva de ningún tipo, el Cáceres pensó seguramente que podía ganar solo firmando el acta, apelando únicamente a la indiscutible calidad ofensiva de sus jugadores. Pero esa ‘hoja de ruta’ ya se demostró errada: no basta con meter, sino hay que evitar que te metan. Como en la vida misma.

En 4:20 el Cáceres había encajado una barbaridad de puntos (7-14), con numerosos tiros fáciles de un Albacete muy agresivo y también se supone que atónito ante las facilidades. La sangría llegó al 14-28 del último minuto y solamente la aparición casi milagrosa del recién recuperado Kenny Hasbrouck (dos triples y dos tiros libres) palió la escena al final del primer cuarto (19-31).

Roberto Blanco habla con sus jugadores durante un tiempo muerto.

Roberto Blanco habla con sus jugadores durante un tiempo muerto. / Lorenzo Cordero

Había amenaza de murmullo. El partido se estaba abrasando en el otro aro (12 de 17 en tiros de campo los visitantes). Y hasta que el Cáceres no se concienció de que tenía que ponerse a trabajar no hubo futuro. El esfuerzo colectivo --incluso de piezas menos dotadas para el sudor como Sasa Borovnjak-- empezó a ser importante complementando los minutos brillantes en el tiro de Dani Rodríguez y Kostas Vasileiadis para limar rápidamente la desventaja acumulada. Aquello al fin rulaba.

Una sencilla suspensión de Albert Lafuente, el último de la fila, dio la delantera a 2:11 (41-40) y el ambiente por fin se caldeó para llegarse 47-43 al descanso. 

El despegue

Imbuido por la crisis de identidad de lo que le ha rodeado, no está siendo la mejor temporada de Roberto Blanco, pero hay momentos que le confirman como la cara casi imprescindible de este proyecto. Uno de ellos fue poner a Julen Olaizola y a Hasbrouck al principio de la segunda parte como antídoto contra otro posible arranque relajado. Y la clavó, desde luego. El equipo siguió mejorando, moviendo el balón con paciencia en ataque y encontrando inevitablemente al primero al norteamericano y luego a Vasileiadis. Sobre el pívot vasco, la estadística fue cruel una vez más con él, no reflejando la enorme garra que le echó.

Kostas Vasileiadis lanza un tiro libre tras una técnica en el Albacete.

Kostas Vasileiadis lanza un tiro libre tras una técnica en el Albacete. / Lorenzo Cordero

Por momentos pareció que el partido podía romperse, pero necesitaba un punto más de emoción con la lesión de Vasileaidis, que no regresaría al choque con un golpe en la rodilla. En principio no se notó (65-46, min. 27) y de hecho Dani Rodríguez, con un triple para cerrar el tercer cuarto, confirmó que también quería su cuota de importancia (72-54). Lo mejor de ese tramo fue que hombres como Kevin Bercy y Lysander Bracey se unieron a la fiesta.

El Albacete pasó de ser un equipo casi desahuciado a agarrarse a sus posibilidades con fe. Se puso en un par de ocasiones a una decena de puntos y sin embargo el Cáceres dio la sensación de estar tranquilo, sabiendo que todo le volvería a salir en ataque. Cuando se atascaba, Hasbrouck --premiado con justicia con una enorme ovación-- abortaba la rebelión manchega. Tiempo para disfrutar y que pase el Ourense.

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