Fútbol sala. Segunda División femenina

San José, orgullo semiclandestino

Hay un equipo extremeño que está en la segunda categoría nacional y que ha hecho una temporada bastante guapa, pero no muchos se han enterado porque claro, son mujeres y el deporte es el fútbol sala. Es el Colegio San José, de Cáceres, que debutaba y no debutaba al mismo tiempo en la Segunda División. Aquí están los detalles y tres testimonios del vestuario.

Equipo del San José que ha militado en la Segunda División femenina de fútbol sala.

Equipo del San José que ha militado en la Segunda División femenina de fútbol sala. / Colegio San José FS

Javier Ortiz

Javier Ortiz

Al pie de una página del periódico de cada lunes podía leerse una breve reseña de lo que había hecho ese fin de semana el Colegio San José, equipo cacereño de la Segunda División femenina de fútbol sala. También la clasificación, pero rara vez una foto. Cuestión de visibilidad en el tiempo en el que Alexia Putellas y Aitana Bonmatí se han hecho muy populares, pero no tanto la madrileña Patricia González ‘Peque’, que también ha sido nombrada mejor jugadora del mundo de lo que a veces se llama con cierto desprecio ‘futbito’.  

En esa dicotomía viven las mujeres del San José, de ello hablan a menudo en sus largos viajes por el sur y el este de España, encuadradas en un grupo 3 cruel a nivel geográfico. Han vivido una temporada diferente, en la que debutaban y no debutaban en Segunda. El bloque de jugadoras formó parte de un club denominado La Cruz San José que jugaba en Villanueva en Segunda y al que hace poco más de un año le salió mal la gestión de trasladarse a Cáceres, así es que tuvo que pasar un año en la Tercera extremeña. Arrasó en todos los partidos que jugó, pero en la eliminatoria ante Albacete no logró subir por un gol en la prórroga. Una renuncia de última hora sí se lo permitió. Y volvieron a la carretera, a competir de verdad, que es lo que les gusta.

La despedida

Ese vestuario adiestrado por David Márquez guarda tantas historias como jugadoras. Quizás la más emotiva sea la de Bea Pérez, la portera de 38 años que ha decidido retirarse después de mil batallas aquí y allá.

«Ha sido triste, pero a la vez emocionante. Tengo otros planes personales que han acabado bien y compenso una cosa con la otra», cuenta. La permanencia se logró holgadamente, fundamentada en una segunda vuelta magistral en la que solo se perdieron tres partidos(uno de ellos el último, ya de trámite, en Ceuta). El undécimo puesto sabe a gloria, visto con distancia y tras tantos kilómetros. «Nos costó un poco adaptarnos a esta liga porque veníamos de un año en el que apenas pudimos competir debido al nivel que hay en Extremadura. Como portera me aburría muchísimo», dice medio en broma. Según ella, esta campaña se ha disfrutado más, pese a que las victorias no hayan sido tan frecuentes como en la anterior. «El vínculo que se crea con las compañeras es más especial», concluye.

La duda

Pérez, que está en una clínica de fisioterapia, no seguirá. Y quien se lo está pensando es Ana Flores, una de las principales referentes en la pista. «Las lesiones cada vez nos respetan menos y los lunes hay que ir a trabajar igual aunque tengas la rodilla como un bote. Llevo meditando si seguir desde hace tiempo. El entrenador me ha dicho que me tome un tiempo de descanso de mente en blanco, y que luego decida», reconoce.

Su diagnóstico es que hubo tantas dificultades en la primera vuelta porque todavía se arrastraba la falta de exigencia que habían respirado en la Tercera extremeña. «Nosotras hace dos años con La Cruz San José llegamos a jugar el ‘playoff’ de ascenso a Primera. Adaptarnos al ritmo de la Segunda ha sido complicado y además hemos tenido una gran cantidad de jugadoras lesionadas. Muchas han acumulado minutos en la pista, pero a base de trabajo y de unión lo hemos sacado adelante, dándose los resultados, y eso te deja muy satisfecha», afirma.

Y es que «el eje vertebral del equipo llevamos jugando juntas ocho o diez años y eso siempre es una gran ventaja», aunque agradece muchísimo nuevas incorporaciones como la de Elsa Guerra, exjugadora de fútbol 11 que ha terminado siendo la máxima goleadora con doce tantos. 

Flores es también seleccionadora extremeña sub-16. «Dentro del campo sé leer muy bien los partidos y eso lo llevo a mi faceta de entrenadora. Me encanta transmitir a las niñas la pasión que tengo por este deporte», comenta.

La capitana

Otro faro moral ahí dentro es la eterna capitana, Mari Gómez. «La Segunda es otromundo. Nos costó coger el ritmo», coincide con sus compañeras, pero prefiere quedarse con «la enorme segunda vuelta que hemos hecho, que ha sido espectacular. Estamos aquí para trabajar y la evolución ha sido muy positiva».

Ella busca las fuerzas para seguir en el equipo, pero también piensa en el relevo. «Llevamos muchos años pidiendo refuerzos. En el momento que llegan las lesiones, es algo que te pasa factura. Las chicas que han llegado vienen con mucho compromiso, con muchísimas ganas. Cuando demos un paso al lado, son ellas las que tienen que seguir, pero faltan muchas más niñas que quieran seguir este camino», sostiene.

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