"La reforma estatutaria no puede dar privilegios a ninguna autonomía"

El documento autonómico del PSOE ha suscitado recelos en las filas del PP y en el nacionalismo catalán, pero en cambio ha sido elogiado por el lendakari, Juan José Ibarretxe. ¿Cómo interpreta estas reacciones?--Lo preocupante es la reacción del Partido Popular, que está en el inmovilismo y en la actitud de no aceptar una mejora ni una profundización del Estado de las autonomías. Este proceso debe incluir la reforma del Senado, para que se convierta en una Cámara territorial, y un incremento del autogobierno mediante la reforma de los estatutos, siempre con consenso. El problema es que la cerrazón del PP no se corresponde con el momento en que vivimos.

El PSOE plantea la conveniencia de abordar la reforma de todos los estatutos. ¿Cree que realmente existe esa demanda política en todas las autonomías?--Lo que le puedo asegurar es que en las autonomías donde el PSOE lleva tiempo gobernando existe una demanda muy profunda de abordar la reforma constitucional del Senado. Todos los presidentes autonómicos quieren estar en una institución del Estado donde puedan dialogar sobre los problemas del conjunto que afectan a todos.

--El manifiesto autonómico socialista se divulga después de que el PP haya acusado al PSOE de estar dividido y de ser incapaz de garantizar la cohesión de España. Parece destinado a acallar esas críticas.--El documento responde a una doble oportunidad. Primero, a que vamos a tener unas elecciones muy relevantes en Cataluña, que es una nacionalidad muy importante para España. Y segundo, a que estamos ante la expectativa de que, después de 23 años, por primera vez un socialista presida la Generalitat catalana.

Y las críticas que desde el propio PSOE se han vertido contra el proyecto autonómico que ha difundido Pasqual Maragall.--Todo el PSOE se va a volcar a favor de la victoria de Maragall, todo el partido apoya sus ideas para el cambio, su compromiso social y su ambición para Cataluña, que pasa por reformar el Estatuto y construir una España que sea cómoda para todos y una Cataluña que recupere una fuerza económica y un peso en el conjunto del país y de Europa. Dada la cercanía de las generales, nuestro manifiesto permite a la ciudadanía conocer cuál es la posición del PSOE sobre el modelo de Estado frente al del PP. Para defender la Constitución y la cohesión del país no hay que practicar una política de tierra quemada, sino dialogar más.

¿La reforma estatutaria puede comportar privilegios para las comunidades históricas?--Las reformas estatutarias no pueden otorgar privilegios a ninguna autonomía. El Estado puede ser muy generoso en el respeto de las diversidades pero sin dar privilegios.

Usted ha manifestado que los gobiernos central y vasco deberían restablecer el diálogo. ¿Piensa dar ejemplo y reunirse con el lendakari Juan José Ibarretxe?--No tengo prevista una reunión con Ibarretxe, pero no descarto que se pueda producir en los próximos meses. Sería importante que los gobiernos central y vasco tuvieran un mínimo de diálogo, un cauce de encuentro pese a sus múltiples divergencias. Eso siempre es bueno en política, y casi obligado en un país como el nuestro. En ese sentido, creo que ambos están fracasando.

A la vista de la marcha de la comisión de investigación creada en la Asamblea de Madrid, ¿confía en que al final se descubra la trama que ha denunciado el partido socialista?--Será un test importante de la calidad democrática de nuestro país. Creo que si la justicia interviniera con los medios de que dispone sería muy factible descubrir el conjunto de la trama. Dependerá de cómo funcione nuestro Estado de Derecho, pero tengo la impresión de que, antes o después, se acabará sabiendo prácticamente todo.

¿Se arrepiente usted de haber aceptado el apoyo de José Luis Balbás y Eduardo Tamayo para llegar a la secretaría general?--En el 35º congreso había 1.000 delegados, y todos tenían los mismos derechos y habían sido elegidos por los militantes. En concreto, estas dos personas para mí eran totalmente desconocidas en el partido. Las conocí en ese proceso congresual y, en el pleno ejercicio de sus derechos, me apoyaron. Es un poco absurdo plantearse si uno se arrepiente o no, porque lo cierto es que después fui nominado como candidato por unanimidad. De lo que se arrepienten muchos compañeros es de haberlos llevado en las listas, dado su lamentable comportamiento posterior.