José Luis Rodríguez Zapatero considera que su victoria electoral del 2004 es insuficiente para consolidar su proyecto, a la vista de la labor de "obstrucción" y la "crispación inútil" que ha desarrollado el PP. En su proclamación como candidato para un segundo mandato en la Moncloa, el presidente pidió ayer una mayoría "más amplia" para "recuperar la convivencia" y disponer de más margen de maniobra política en la próxima legislatura. Para ello, llamó a "pelear cada voto, porque no sobra ninguno". Avanzó que los tres ejes de su programa serán garantizar una mejor convivencia, aumentar el bienestar social y colocar a España a la cabeza de la investigación y la lucha contra el cambio climático.

"Acepto ser candidato para que este país siga prosperando en libertad y creciendo en justicia social", manifestó Zapatero ante unos 7.000 militantes y simpatizantes que llenaban el polideportivo Fernando Martín en al localidad madrileña de Fuenlabrada. El jefe del Ejecutivo estuvo arropado por todos sus ministros, varios exministros --entre ellos José Bono-- y la cúpula socialista, así como por el expresidente Felipe González, que fue ovacionado con entusiasmo por el público. Como hecho inédito, la esposa del presidente, Sonsoles Espinosa, subió con él al escenario al entrar en el recinto y saludó a los asistentes.

"CABEZA ALTA" Un día después de la última manifestación antigubernamental de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), secundada por el PP, Zapatero formuló otra llamada a los demócratas para "aislar" a ETA. Afirmó que los socialistas pueden decir "con la cabeza alta" que nunca han utilizado el terrorismo en la lucha partidista y sostuvo que, gracias a los valores de la convivencia y la tolerancia que predica el PSOE, ha podido resistir los "ataques" de los conservadores en toda la legislatura.

Entre constantes interrupciones del público, que lo jaleaba y piropeaba, el líder socialista argumentó que los mismos valores de convivencia y tolerancia han fundamentado la actitud del PSOE respecto al 11-M, consistente, dijo, en atender a las víctimas y sus familiares y pedir que se pase página a los atentados.

ELOGIOS Antes de desgranar su programa, Zapatero hizo un balance triunfal de la gestión del Gobierno. Tras proclamar que España está a la cabeza de la longevidad en el mundo y es el segundo mejor lugar para la infancia, sentenció: "Viviendo en este país no nos sorprende que no nos queramos morir".

En su repaso de los logros del Ejecutivo, fue repartiendo elogios a los presentes. Al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo ensalzó por la lucha contra el terrorismo. A la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, le reconoció su tarea en los grandes asuntos sociales. En este terreno, Zapatero llamó a una "gran movilización cívica" contra el "intolerable machismo". Y preguntó en alusión al PP: "¿Alguien se atreverá a derogar la ley que otorga plenos derechos a los homosexuales?".

De Jesús Caldera exaltó su labor como coordinador de los programas electorales del partido, sin aludir a su papel como impulsor de las principales iniciativas sociales. Al titular de Sanidad, Bernat Soria, lo elogió por su excelencia científica. José Blanco recibió un breve reconocimiento por su papel como secretario de organización del partido. Y al líder de UGT le agradeció "de corazón" su actitud constructiva, que ha permitido, dijo, el mayor periodo de paz social de la democracia.

Los agradecimientos al PSOE los personalizó en Manuel Chaves, presidente del partido y de la Junta andaluza, y aprovechó para echarle un capote ante las elecciones de esa autonomía, que coincidirán con las generales. También destacó la labor de Felipe González --previamente elogiado por Chaves en su intervención-- como uno de los líderes del socialismo.

"ENVIDIA" Pero el que se llevó en el reparto los mayores elogios fue el vicepresidente Pedro Solbes. Dijo Zapatero que España es "la envidia" de los demás países por su situación económica ("que irá a mejor", vaticinó pese la señales de crisis) y por su ministro de Economía.

"Pedro Solbes nació para esto y todos queremos que siga en esto", dijo, en un momento en que Solbes sopesa dos decisiones: seguir o no en el Gobierno en caso de que el PSOE gane y aceptar ir o no en las listas. La permanencia en el Ejecutivo parece más fácil. El vicepresidente, nada habituado a los mítines, se puso de pie, visiblemente incómodo, y correspondió con un tímido saludo a la fuerte ovación.