José Luis Rodríguez Zapatero dio ayer algunas pistas sobre su plan para paliar el déficit público, disparado por la crisis, y que se verá afectado también al alza, según dijo, por el gasto extra necesario para hacer frente a la pandemia de la gripe A. El presidente del Gobierno intentó zanjar de raíz las críticas sobre la anunciada subida de impuestos al dejar claro que no afectará al IRPF que grava las rentas de trabajo. También aseguró que su equipo está estudiando aumentar la presión fiscal sobre las rentas del capital (las que proceden, por ejemplo, de depósitos bancarios o fondos de inversión) y las plusvalías, obtenidas por la venta de acciones y de viviendas.

Estos apuntes del jefe del Ejecutivo conforman un episodio más sobre la nueva política económica que está preparando el Gabinete y que se ha ido conociendo durante el mes de agosto con algunas contradicciones, la última protagonizada por José Blanco. El ministro de Fomento aseguró que el Ejecutivo subirá los impuestos a las rentas del trabajo que superaran los 50.000 euros anuales, una idea que él mismo desmintió después. Ayer, Zapatero, de visita oficial en Suecia, quiso deshacer el entuerto: "Las rentas del trabajo las vamos a preservar, porque en una situación en la que hace falta trabajo no vamos a encarecerlo".

COMPRENSION CIUDADANA El presidente dijo que ha abierto la puerta a modificar la deducción de los 400 euros. "Estoy convencido de que hay muchos ciudadanos que entienden que el Gobierno les diga que tenemos que atender a las personas y las familias que se han quedado sin protección", aseguró. Respecto al aumento de la presión sobre las rentas del capital, el jefe del Ejecutivo se limitó a decir que lo está tomando en consideración. Fuentes de la Moncloa explicaron que el Gobierno está debatiendo en cuánto se aumenta el tipo del 18% que en estos momentos se aplica a estas rentas.

En todo caso, Zapatero insistió en que la subida de impuestos será moderada y dejará la presión fiscal al mismo nivel que cuando él asumió el poder, en el 2004. "En cuanto la situación económica lo permita, los volveré a bajar", añadió antes de recordar que su Gobierno ha reducido en dos puntos del PIB (20.000 millones de euros) la presión fiscal. "El Gobierno responde a cada situación económica. Eso no es improvisar, es ser consciente de la coyuntura que se vive", aseguró en referencia a las acusaciones hechas por el presidente del PP, Mariano Rajoy, al que no mencionó directamente.

Zapatero aseguró que la vicepresidenta económica, Elena Salgado, está analizando otros espacios fiscales que también se verán afectados y pidió a la población paciencia para acabar de definir la reforma fiscal, uno de los pilares de los próximos presupuestos generales del Estado, que se conocerán en las próximas semanas.

Con el aumento del IRPF que Blanco había anunciado, el PSOE habría dado munición al PP y habría sido censurado por CiU, cuyo apoyo parlamentario a las cuentas públicas puede ser clave. Aunque la suma de los partidos de la izquierda (IU, ICV, ERC) y los nacionalistas del BNG, PNV y Coalición Canaria pueden sumar la mayoría absoluta en la Cámara para aprobar los presupuestos generales del Estado, que es el primer obstáculo que tiene por delante Zapatero en este nuevo curso político.